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La llama se apagó. El Real Madrid que se va al parón de selección poco tiene que ver con el que salió de El Clásico. Al menos en cuanto a sensaciones. De la euforia a la tristeza. Como triste fue el fútbol desplegado este domingo en Vallecas.

Era de esperar, decía alguno tras lo que se vio contra el Liverpool. En Anfield, Courtois sostuvo al equipo y, pese a la derrota, evitó una goleada dolorosa. Ante el Rayo, aunque no se perdió, el empate sin goles hizo mella y dejó tocada la imagen del equipo.

El parón es un regalo para Xabi Alonso. El técnico tolosarra atraviesa, seguramente, su momento más difícil en los cinco meses y medio que lleva en el banquillo blanco. La confianza ha decaído por un frenazo que, con los números en la mano, le señala a él y a los jugadores. Nadie se salva.

Se le pueden achacar varias cosas a Xabi. La más visible tiene que ver con los cambios. Se le pide mayor atrevimiento que el mostrado hasta ahora en esas decisiones que se toman durante los partidos. Especialmente si las cosas no marchan bien.

Por ejemplo, apostar por jugadores como Gonzalo o Endrick. Ninguno de ellos saltó al césped vallecano. Sí lo hizo Rodrygo, que ya ni como revulsivo funciona. El brasileño sigue sin marcar de blanco y ha estado lejos de destacar en los últimos cuatro partidos que ha salido desde el banquillo.

También se puede achacar al entrenador vasco la poca evolución futbolística vista en el Madrid desde hace semanas. Es un equipo que aburre. Tácticamente ha dejado de probar cosas nuevas y no es que lo establecido esté dando excelentes resultados.

Es cierto que el Real Madrid es el líder, que los de Anfield y Vallecas solo son el segundo y tercer tropiezo de la temporada y que la gran mayoría de partidos jugados hasta ahora los ha sabido sacar a delante con seriedad. Pero si toca un rival que lo pone complicado —Liverpool— o es un día donde la chispa (individual) no prende —Rayo—, las cosas no salen.

Kylian Mbappé, con el Real Madrid EFE

Lo que le había salido bien a Xabi hasta hace no mucho, o lo parecía, era el bloque. La presión y el esfuerzo eran innegociables, lo cual estaba dando resultados con jugadores comprometidos. Sin embargo, la imagen de los dos últimos partidos recuerda al del equipo viciado en el final de la etapa de Ancelotti.

Esto es lo que vuelve a poner el foco también en los jugadores. Si se deja de remar en conjunto, no hay plan táctico que valga. Ante el Rayo, el Madrid volvió a caer en lo de correr menos que el rival (8 kms de diferencia) y realizar menos esfuerzos (23 sprints por debajo).

Hay una desconexión mutua. Ni Xabi termina de dar con la tecla en la plantilla, ni los jugadores terminan de tener fe en un entrenador con un estilo diferente al de Carletto o Zidane.

Se traduce esto en una decaída en el rumbo que, si todavía no es preocupante, da para reflexionar. Es lo que harán Xabi y su equipo durante un parón que puede venir como mano de santo. Unos días sin la tensión de los partidos para recalibrar y reorganizar la ruta.

Jude Bellingham y Rodrygo, durante el partido contra el Rayo EFE

El estado no es de alarma. Hay a lo que agarrarse. Como en Vinicius, superado el trauma —al menos en apariencia— del conflicto con Xabi, que en Vallecas volvió a destacar haciendo lo que mejor sabe: hacer la guerra por su cuenta y desestabilizar al rival, especialmente en la primera parte.

El brasileño estuvo más solo que en otras ocasiones. Ese fue también el problema. Mbappé vio frenada su racha goleadora en Liga —13 goles en 12 partidos— y, como líder que es del equipo, se le señaló. Pero poco hay que achacar al rendimiento de Kylian, que espera que lo de Anfield y el domingo sea solo un bache en su mejor arranque goleador.

También Güler y Bellingham han brillado durante las últimas semanas. Como Militao en el centro de la defensa, Carreras en la banda izquierda o Tchouaméni, ahora de baja, en la posición de pivote. Pocas 'manchas' individuales que lamentar —si acaso el bajón de Huijsen, que no olvidemos tiene 20 años—. 

Así, y en noviembre, Xabi prefiere hacer "una autocrítica constructiva", como dijo en la sala de prensa de Vallecas. Tiene 15 días para dar con una solución, que su Madrid vuelva a tener chispa y que los egos no se desmadren. Elche dictará casi en dos semanas si lo ha conseguido.