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El Atlético de Madrid ha abierto una nueva etapa en su historia con la entrada de Apollo Sports Capital como nuevo accionista mayoritario del club.

La operación, anunciada oficialmente este lunes, representa el final del control de la familia Gil tras 38 años al frente de la entidad.

Sin embargo, no supone una ruptura total con el pasado: Miguel Ángel Gil Marín seguirá ejerciendo como consejero delegado y Enrique Cerezo se mantendrá como presidente, bajo la estructura del fondo estadounidense.

Con esta maniobra, el Atlético culmina una transformación que comenzó en 1987 con la llegada de Jesús Gil y Gil a la presidencia.

Desde entonces, el club ha pasado por todas las fases posibles: éxitos deportivos, escándalos judiciales, una conversión polémica en Sociedad Anónima Deportiva, un descenso a Segunda División, y finalmente una consolidación económica y deportiva bajo el liderazgo de Gil Marín.

Jesús Gil, durante una rueda de prensa. HBO

El ascenso de Jesús Gil

El punto de partida de esta historia se sitúa en el 26 de junio de 1987, cuando Jesús Gil ganó las elecciones a la presidencia del Atlético de Madrid.

Su golpe de efecto fue el fichaje de Paulo Futre, presentado en la discoteca Jácara pocas horas antes de la votación. El mediático movimiento le aseguró el triunfo y marcó el inicio de un mandato que sería tan polémico como influyente.

Gil fue el último presidente elegido por los socios. A partir de la conversión en SAD en 1992, la gestión del club pasó a depender del capital accionario. Y en ese nuevo sistema, Jesús Gil se aseguró el control.

La Ley del Deporte de 1990 obligaba a los clubes a transformarse en Sociedades Anónimas Deportivas antes del 30 de junio de 1992.

El Atlético no logró reunir el capital necesario mediante la suscripción de sus socios. A última hora, Jesús Gil y Enrique Cerezo aportaron 1.900 millones de pesetas, lo que les dio el 95% de las acciones del nuevo club.

Años después, la Audiencia Nacional determinó que aquel desembolso fue ficticio. Gil utilizó un préstamo simulado y un sistema de deudas inventadas para quedarse con el club prácticamente gratis.

Aunque se dictaron sentencias por apropiación indebida y estafa, el delito prescribió y el proceso quedó archivado tras el fallecimiento de Gil en 2004.

Esa operación aseguró que, desde entonces, toda la estructura del club estuviera bajo control familiar, con decisiones centralizadas en el núcleo Gil-Cerezo.

Entre la gloria y la ruina

Durante los 16 años de Jesús Gil como presidente, el Atlético vivió entre la euforia y el desastre.

Alcanzó su cenit con el doblete de Liga y Copa en la temporada 1995-96, con una plantilla dirigida por Radomir Antić y formada por figuras como Pantic, Simeone, Caminero o Kiko.

Pero también tocó fondo. En mayo del año 2000, el equipo descendió a Segunda División por primera vez desde 1934.

Jesús Gil en una de sus performances. GTRES

Aquella etapa coincidió con la intervención judicial del club, debido a las múltiples irregularidades en la gestión de Gil.

En total, pasaron por el banquillo 38 entrenadores en 16 temporadas, síntoma de una presidencia marcada por la inestabilidad y el personalismo.

Jesús Gil dimitió en 2003 y falleció en 2004. Su hijo, Miguel Ángel Gil Marín, tomó entonces las riendas como principal accionista y consejero delegado.

El relevo de Gil Marín

A partir de 2004, el Atlético inició una nueva etapa bajo la gestión ejecutiva de Miguel Ángel Gil Marín y la presidencia institucional de Enrique Cerezo. Durante esta fase, el club se profesionalizó y multiplicó su valor.

El gran cambio llegó con la contratación de Diego Simeone como entrenador en diciembre de 2011.

Desde entonces, el equipo ha ganado 10 títulos, incluyendo 2 Ligas (2014 y 2021), y ha disputado dos finales de Champions League.

Además, ha mantenido una presencia continua en la Liga de Campeones durante 13 temporadas, consolidándose como uno de los clubes más competitivos de Europa.

En paralelo, el crecimiento económico ha sido exponencial: el presupuesto pasó de 130 millones en 2011 a más de 500 millones en 2020, y la deuda con Hacienda fue saldada en 2018. La mudanza al Metropolitano en 2017 marcó otro hito estructural.

Miguel Ángel Gil Marín. REUTERS

La apertura al capital global

En su estrategia de expansión, el Atlético atrajo importantes inversiones internacionales:

- Wanda Group, en 2015, adquirió el 20% del club por 45 millones.

- En 2018, vendió su participación a Quantum Pacific, propiedad del magnate israelí Idan Ofer, que pasó a controlar un 32%.

- En 2021, el fondo Ares Management invirtió 120 millones a cambio del 33,96% de Atlético Holdco, sociedad controlada por Gil Marín y Cerezo.

Estas operaciones permitieron al club mejorar su estructura financiera, pero también marcaron el inicio del deslizamiento del control accionario hacia el capital extranjero.

Apollo toma el control

Con el anuncio de este lunes, el Atlético confirmó que Apollo Sports Capital, división de Apollo Global Management, se convertía en su nuevo accionista mayoritario.

El fondo estadounidense se hace con entre el 51% y 57% de las acciones, lo que le otorga el control decisivo en las decisiones estratégicas del club.

La operación valora al Atlético en 2.500 millones de euros, incluyendo una deuda estimada de 500 millones.

Imagen del Metropolitano de noche. Atlético de Madrid

No obstante, la transición se presenta como una continuidad estructurada:

- Gil Marín conservará un 10% del accionariado y continuará como CEO.

- Enrique Cerezo mantendrá su cargo de presidente y un 3% de participación.

- Quantum Pacific, con el 25%, seguirá como segundo accionista.

- Ares reducirá su presencia al 5%.

Desde Apollo destacan la labor de Gil Marín como clave para su decisión de invertir: "Miguel Ángel ha hecho un trabajo extraordinario transformando al Atlético y queremos respaldar su liderazgo", afirmó Robert Givone, socio del fondo.

Apollo toma el relevo con músculo financiero y una hoja de ruta clara. Pero el pasado no desaparece: Gil Marín seguirá siendo el rostro ejecutivo del club, ahora bajo un paraguas internacional.

Se abre una nueva etapa en el Metropolitano. El Atlético cambia de manos, pero no de identidad. Y como siempre, con el lema intacto: "Nunca dejes de creer".