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Si una palabra puede definir los Clásicos que se van a disputar esta temporada esa puede ser 'venganza'. El Real Madrid tiene sed de resarcirse después de lo que sucedió el pasado curso, cuatro enfrentamientos contra el Barça que dejaron una herida todavía abierta.

El conjunto blanco, todavía bajo la batuta de Carlo Ancelotti, se vio incapaz de superar al Barça en ninguna de las cuatro ocasiones en las que se enfrentó al equipo de Hansi Flick. Algunas veces estuvo muy lejos, otras mucho más cerca, pero la moneda siempre cayó del lado catalán.

Y perder cuatro Clásicos en una misma temporada es algo muy complicado de encajar para un equipo como el Real Madrid. Como los 16 goles encajados.

Mosaico en el Santiago Bernabéu antes de El Clásico

Por eso, este domingo se abre la primera ventana para que el conjunto blanco vuelva a equilibrar la balanza y empiece a sanar esa herida. Será además en un escenario que hace un año fue asaltado como el Santiago Bernabéu.

Desde entonces, las cosas han cambiado mucho. Xabi Alonso es el nuevo inquilino del banquillo y Kylian Mbappé está en un momento realmente dulce. Hay varios factores que esperanzan al Real Madrid para pensar en que puede devolverle la moneda al eterno rival este curso.

Póquer de golpes

Los Clásicos se convirtieron en el gran lastre del Real Madrid la pasada temporada, el factor definitivo para considerar que el proyecto de Carlo Ancelotti estaba agotado y el equipo necesitaba un giro de timón.

La pesadilla comenzó hace un año. A estas alturas de la temporada, el Santiago Bernabéu acogió el primer Clásico de la temporada y el Barcelona se paseó en el estadio madridista.

El 0-4 cayó como una losa muy pesada, más por el marcador que por la imagen. El duelo siguió una tónica igualada durante la primera mitad y se llegó sin goles al descanso, pero el Barça apabulló en el segundo acto.

Los goles de Lewandowski (2), Lamine Yamal y Raphinha, el tridente de ataque culé, dejaron desnudo a un Real Madrid que quedó tocado después de aquello.

Poco más de dos meses después se dibujó un nuevo enfrentamiento entre blancos y blaugranas. Fue en Arabia, en la final de la Supercopa, y el resultado de nuevo fue desastroso para el equipo de Ancelotti.

El 2-5 supuso la segunda goleada consecutiva y el segundo aplastamiento del curso. Pese a que Mbappé adelantó a los blancos en el inicio, Lamine, Lewandowski, Raphinha y Balde le dieron la vuelta al marcador en el primer tiempo.

Lamine Yamal celebra su gol en El Clásico contra el Real Madrid Reuters

Raphinha repitió en el arranque de la segunda parte, y el gol de Rodrygo resultó inútil y sirvió para maquillar mínimamente el resultado. Una goleada y un título que se escapó.

En abril, un nuevo Clásico y otra vez en una final. Esta vez más importante si cabe. Madrid y Barça se vieron las caras en la final de la Copa del Rey y la moneda volvió a salir cruz para los blancos.

Seguramente fue el partido más igualado del curso entre ambos. De hecho, el Real Madrid estuvo a seis minutos de ser campeón si no hubiera sido por el gol de Ferran Torres. El partido se fue a la prórroga y ahí un gol de Koundé en el 116' fue definitivo. Duro de encajar.

El último choque entre ambos terminó por matar La Liga a favor de los culés. Los de Flick vencieron 4-3 en un partido loco en el que Mbappé anotó dos goles en el primer cuarto de hora. Sin embargo, el Barça volteó el marcador y firmó su año perfecto ante el Real Madrid.

Aires de cambio

Después de aquel calvario reciente el Real Madrid tiene motivos para pensar en que eso no volverá a repetirse. Hay factores novedosos y positivos que dan esperanza a los blancos para que la historia comience a cambiar este mismo domingo.

El inquilino en el banquillo no es el mismo. Si con Ancelotti había síntomas de agotamiento, con Xabi Alonso se ha recuperado la chispa de un nuevo proyecto que, por el momento, camina con buen paso. Es cierto que ha habido algunos momentos de duda, pero los blancos suman tres victorias en Champions y son líderes de La Liga.

Mbappé celebra el gol marcado ante el Getafe. Reuters

Pese a que el equipo todavía sigue buscando su mejor versión y hay dudas en defensa por las bajas, el factor diferencial de Kylian Mbappé esta vez está de su lado.

El año pasado el francés todavía estaba demasiado fallón a estas alturas de la temporada y perdonaba ocasiones con cierta frecuencia, pero este año ha afinado su punto de mira y su forma. Se siente importante, sabe que es el líder y se carga el peso del equipo a sus espaldas.

Si el Barça vuelve a jugar a adelantar tanto la defensa como el curso pasado, esta vez podría tener consecuencias mucho más graves. La venganza asoma la pata por debajo de la puerta para el Real Madrid.