Paul Gascoigne, considerado en su momento el talento natural más prodigioso del fútbol inglés, vuelve a ser protagonista con la publicación de su tercera autobiografía, Eight. En esta obra, el genio de Gateshead ofrece un testimonio descarnado y sin filtros sobre los episodios más oscuros y polémicos de su vida.
La publicación, que llegará a las librerías el 23 de octubre, rememora, entre otros, la noche en que agredió a su entonces esposa, Sheryl.
"No fue más que una discusión estúpida en el restaurante, pero escaló. Subió a la habitación y la seguí. Le puse mi cabeza contra la suya y, por instinto, la empujé. Cayó al suelo, se lesionó la mano y gritó de dolor", admite sin tapujos sobre aquel episodio ocurrido en 1996 en el hotel Gleneagles, en Escocia.
Paul Gascoigne, sobre sus problemas con el alcohol y la salud mental.
La repercusión fue inmediata: los medios británicos lo difundieron y el mundo del fútbol le dio la espalda. "Los aficionados rivales comenzaron a llamarme 'golpeador de mujeres'. Lo llevé como una sombra oscura durante años", recuerda.
En el libro también describe su matrimonio como "un error gigantesco". "En cuanto pronunciamos los votos, supe que me había equivocado. Me sentí atrapado", confiesa sobre el día de su boda con Sheryl, quien, pese a todo, lo apoyó posteriormente durante su ingreso por problemas de salud mental.
Su adicción al alcohol
Otro momento doloroso que relata es el nacimiento de su hijo Regan. No estuvo presente en el parto y se enteró de su llegada a través de una noticia en el periódico. "Así supe su nombre. Ni siquiera estaba allí. Es algo que me perseguirá siempre", revela.
Gascoigne no rehúye sus episodios más polémicos, muchos de ellos ligados al abuso de alcohol. "Cuando bebo, olvido a todo el mundo. No me doy cuenta del daño que hago a los demás… ni del que me hago a mí mismo", confiesa.
Su carrera comenzó en el Newcastle United, y pronto fichó por el Tottenham, donde consolidó su estatus como figura destacada de la Premier League y ganó la FA Cup en 1991.
A los 24 años dio el salto a la Lazio, manteniendo su calidad como centrocampista, aunque entonces empezaron sus calvarios con lesiones y problemas extradeportivos. De regreso a Gran Bretaña, triunfó con el Rangers, conquistando dos ligas y dos copas escocesas.
Adorado por su afición por talento y personalidad, su etapa en Glasgow se truncó por indisciplina y adicciones que afectaron su rendimiento. Antes de retirarse en 2004, jugó en Middlesbrough, Everton, Burnley y Boston United, acumulando un desgaste físico y mental cada vez más visible.
Un héroe nacional
Con la selección inglesa, disputó 57 partidos y marcó 10 goles, convirtiéndose en pieza clave gracias a su capacidad para pases decisivos, gran golpeo y actitud valiente.
Su actuación más recordada tuvo lugar en las semifinales del Mundial de 1990 contra Italia, cuando, tras recibir una amarilla, abandonó el campo entre lágrimas, dejando una imagen icónica. Aunque Inglaterra perdió, fue incluido en el equipo ideal del torneo.
Su gol contra Escocia en la Eurocopa de 1996, tras un espectacular sombrero, es otro momento histórico que evidencia la importancia de Gascoigne para la selección y que cimentó su estatus de ídolo nacional.
