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Almaty ayudó al Real Madrid a empezar a cerrar la herida del derbi, pero abrió otra. La de Fede Valverde, que no es una figura cualquiera dentro del vestuario. Se trata del segundo capitán. Una insignia para la grada.

Por eso sorprende aún más lo que ha protagonizado en los últimos dos días. 48 horas de ruido, mucho ruido. Las que pasaron desde su rueda de prensa del lunes, en Kazajistán, hasta su mensaje publicado este miércoles, ya desde su casa en Madrid. Entremedias, un huracán.

Todo parte de su "no nací para jugar de lateral derecho", ante la posibilidad de verle ahí ante el Kairat por las bajas de Carvajal y Trent. Palabras que siguieron el hilo de lo que dijo tras el partido contra el Marsella, hace dos semanas: "Me merezco seguir en mi posición".

Se ha repetido que Valverde no quiere jugar de lateral derecho. Él lo niega haciendo referencia a su relación con Xabi Alonso y su confianza para "poder decirle cuál es la posición que más me gusta dentro del campo", como se defendió el uruguayo.

Es más, Fede asegura que siempre ha hecho saber a su entrenador que está disponible "para cumplir en cualquier lugar, en cualquier viaje y en todos los partidos". Y vuelve a surgir la pregunta. ¿Por qué, entonces, no jugó en Almaty?

Según Xabi, es fácil: su suplencia estaba "pactada" desde antes de que hablara en la sala de prensa Valverde. Eso, sin embargo, rompe una ley no escrita en el Madrid que conocen todos los que lo siguen desde hace años: quien habla en la previa de un partido de Champions es titular al día siguiente.

Con Valverde no fue así, y ahí empezó un aluvión de gestos extraños. Como que no formara parte del rondo de suplentes antes del partido, cuando con Xabi es obligatorio —y el único en no hacerlo fue él—. Como su gesto con las manos atrás y paseándose por la banda cuando le tocaba calentar en la segunda mitad junto a varios de sus compañeros.

La imagen de Fede Valverde en el calentamiento en Almaty

Gestos que, pese a su explicación un día después, denotan un enfado. O incomodidad, cuanto menos. Un problema con dos vertientes en fondo y en forma: lo que quiere Valverde y lo que pide Alonso.

En el fondo, aparenta ser una cuestión de jerarquía. La de Valverde, en este caso, con un peso dentro del vestuario merecido por su rendimiento de los últimos años. Merecimiento al que hacía alusión el propio Fede al señalar en qué posición quiere jugar.

Valverde tiene claro cuál es su sitio, tanto como que en plena madurez deportiva, a sus 27 años, no quiere que su figura se desdibuje. Ya fue mucho tiempo una especie de comodín en el Madrid, tanto para Zidane como para Ancelotti.

Porque Fede, desde su aterrizaje en el primer equipo (2018), ha pisado casi todas las zonas posibles en el esquema: pivote, interior derecho, interior izquierdo, lateral derecho, mediapunta y extremo derecho. Se dice pronto.

Valverde viene reclamando una identidad, como centrocampista. Que su idolatrado Toni Kroos le hiciera entrega de su '8' parecía definitorio, pero esto era un reconocimiento más espiritual que futbolístico. Fede es otro tipo de jugador, y ahí nace el problema en la forma.

Lo verbalizó Valverde en su discurso en rueda de prensa, opacado el resto por su frase de no haber nacido "para ser lateral". Esto dijo:

"Al final estoy frustrado, soy consciente también de cómo estoy jugando, soy el primero en saber cuando las cosas no salen como uno quiere, el jugador de fútbol se da cuenta cuando hace un mal partido, es el primero de en darse cuenta de cada jugada, de cada momento, de cada minuto que que las cosas no las hizo bien dentro del campo". Valverde lo sabe.

La comparación con Gerrard

El dolor es doble por lo bien que le fue individualmente en el Mundial de Clubes, donde marcó dos goles y fue comparado por Xabi con una leyenda: Gerrard. "Le puedo ver en muchos sitios, como me podía pasar con Steven", decía tres meses atrás el técnico tolosarra.

Además, dejó varias claves de lo que veía en Valverde: "Por lo que necesitamos y por cómo jugamos, partiendo desde un doble seis, puede llegar [al área rival], porque tiene aceleración, capacidad para atravesar líneas fácilmente. Lo estamos viendo ahí, ahora, pero ya veremos adelante", señaló.

Y ese "veremos adelante" de Alonso terminó siendo una losa para Valverde. Porque el fútbol del Madrid de Xabi ha evolucionado. Su estilo se va definiendo y no va tan acorde con las mejores cualidades de Fede, como sí lo hace con las de otros —como Tchouaméni o Arda Güler—.

Xabi Alonso dialoga con Valverde durante un partido del Mundial de Clubes EFE

En un juego más de posesión, de encerrar al rival en su área, el despliegue de Valverde queda ensombrecido. Es una de las claves por las que ni él mismo se reconoce.

Si bien es un futbolista para jugar "con más campo hacia adelante", como también dijo Xabi en el Mundial, su aceleración queda neutralizada ante un rival que espera muy atrás.

El de Valverde es un perfil que no encaja con el modelo que está implantando Xabi Alonso. Al menos por ahora, porque ni mucho menos es un caso perdido. Lo sabe el club y lo sabe el técnico. Pero sí genera un llamado de atención. Urge dar con una solución.

Valverde ahora tiene que encontrar su sitio, que no su posición. Su trascendencia en base a sus brillantes aptitudes demostradas con los años y a lo que busca Xabi. Los huecos en el once titular están muy cotizados, como aprendió ya Vinicius en los primeros partidos de la temporada.

Güler es un fijo, Mastantuono es una debilidad del entrenador y Bellingham ya ha regresado. Hasta Ceballos dijo en Almaty 'aquí estoy yo' con 101 pases (95,3% de precisión) para tratar de ser el organizador que busca Xabi. Dormirse en los laureles en este Madrid no está permitido.