El silencio reina donde antes rugían noventa mil gargantas. Hoy, 24 de septiembre de 2025, el Camp Nou cumple 68 años desde que celebrara su inauguración en 1957 coincidiendo con la festividad de la Mercè en Barcelona.
Franco presidió personalmente la ceremonia inaugural, otorgando al acto un carácter oficial que superaba el ámbito futbolístico.
El Barcelona había necesitado su autorización directa para construir el nuevo estadio. El proyecto reemplazaría al histórico campo de Les Corts, inaugurado en 1922 con capacidad para apenas 60.000 espectadores.
La relación entre el club y las autoridades franquistas se había consolidado bajo Francesc Miró-Sans. El presidente azulgrana, capitán del ejército nacional durante la Guerra Civil, facilitó las negociaciones con el régimen para conseguir los permisos necesarios.
El día inaugural se organizaron tres partidos amistosos para mostrar las dimensiones del nuevo coloso barcelonés. Con capacidad inicial de 93.053 espectadores, el Camp Nou se convirtió en el estadio más grande de Europa entonces.
Los encuentros incluyeron partidos juveniles y un amistoso del primer equipo bajo la atenta mirada de las autoridades. NO-DO, el noticiario oficial del régimen, documentó minuciosamente la ceremonia para su posterior difusión en toda España.
La ceremonia inaugural reflejó la compleja relación entre el Barcelona y el franquismo. Aunque posteriormente se mitificó la oposición del club, la realidad muestra una colaboración necesaria para conseguir los permisos de construcción.
Parón por las obras
El 1 de junio de 2023 comenzaron oficialmente las obras de remodelación con la empresa turca Limak Construction. Joan Laporta prometió públicamente que garantizaría "el menor precio y el menor tiempo posible" para completar la renovación integral.
La previsión inicial contemplaba el regreso del equipo para noviembre de 2024, coincidiendo con el 125º aniversario del club. Sin embargo, los problemas surgieron desde los primeros meses de trabajo, evidenciando la falta de experiencia de la constructora turca.
El Ayuntamiento de Barcelona estableció restricciones estrictas en los horarios laborales para evitar molestias a los vecinos. Limak solo podía trabajar de lunes a viernes de 8:00 a 24:00 horas y sábados de 10:00 a 20:00 horas, prohibiéndose cualquier actividad dominical.
Las dificultades se multiplicaron rápidamente: proveedores en quiebra, retrasos en la llegada de materiales, problemas para encontrar mano de obra cualificada. La constructora turca demostró carecer de la experiencia necesaria para gestionar un proyecto de semejante envergadura y complejidad técnica.
Incumplimientos de fechas
Desde marzo de 2023, el club ha anunciado sucesivamente hasta seis fechas diferentes para la reapertura del estadio. Cada promesa incumplida erosionó progresivamente la credibilidad de Joan Laporta y su directiva ante socios, aficionados y patrocinadores del club.
La primera gran decepción llegó en octubre de 2024, cuando admitieron que no podrían cumplir con la fecha del aniversario. Elena Fort anunció entonces que trabajaban "para tener el estadio preparado antes de final de año", otra promesa que resultaría vana.
El estado del Camp Nou en el mes de marzo.
En diciembre de 2024, con las obras claramente retrasadas, Laporta fijó una nueva meta: "hasta que acabe la primera fase de Champions". Dos meses después, en febrero de 2025, un directivo dejó caer que "podríamos contar con el Camp Nou antes de final de temporada".
Todas estas promesas resultaron incumplidas sistemáticamente, generando un clima de desconfianza hacia las declaraciones oficiales del club. La frustración alcanzó su punto álgido con el Trofeo Joan Gamper de agosto de 2025, que finalmente tuvo que disputarse en Montjuïc.
Laporta había prometido públicamente que este partido se disputaría en el Camp Nou, pero los retrasos lo impidieron nuevamente. La directiva justificó el nuevo aplazamiento en "la imposibilidad de la ejecución de las obras" y cambios técnicos que interferían constantemente.
Multas y denuncias
Los conflictos con las autoridades municipales se intensificaron durante el verano de 2025, evidenciando la desesperación del club por acelerar trabajos. El 31 de agosto, la Guardia Urbana se personó en el estadio y detuvo las obras al constatar trabajos dominicales sin autorización.
La intervención policial resultó en una denuncia contra Limak por incumplir la licencia, con multa de 300 euros incluida. Este incidente evidenció la presión del Barcelona para trabajar las 24 horas, siete días de la semana, solicitud que el Ayuntamiento rechazó sistemáticamente.
Las tensiones entre ambas partes se agravaron por las continuas quejas vecinales sobre ruidos y molestias derivadas de las obras. Paralelamente, surgieron problemas internos con la propia constructora Limak, que acumuló denuncias por impagos y despidos improcedentes de operarios y subcontratas.
Algunas empresas proveedoras entraron en quiebra, complicando aún más el suministro de materiales necesarios para el proyecto. El club se vio obligado a renegociar constantemente los plazos con una constructora que demostró carecer de solvencia técnica y financiera.
Los operarios denunciaron públicamente abusos laborales e impagos por parte de Limak Construction, generando conflictos sindicales adicionales. La imagen del proyecto se deterioró progresivamente mientras los problemas estructurales de gestión se hacían cada vez más evidentes para la opinión pública.
La última negativa
El punto de inflexión definitivo llegó este martes, apenas un día antes del 68º aniversario del estadio. El Ayuntamiento anunció oficialmente que no otorgaría la licencia de primera ocupación debido a "deficiencias críticas" de seguridad detectadas durante las inspecciones técnicas obligatorias.
Laia Bonet, primera teniente de alcalde, confirmó que estas deficiencias comprometen la integridad del personal en caso de evacuación de emergencia. Los técnicos municipales identificaron múltiples problemas: vallas que impiden evacuación fluida, mala señalización de seguridad, barandillas que no cumplen altura reglamentaria.
En algunos recorridos de evacuación detectaron estructuras de hormigón que bloquean las salidas de emergencia obligatorias por normativa. Los vestuarios tampoco están terminados, con techos descubiertos, cables a la vista y tubos colgando sin las debidas protecciones de seguridad.
La contradicción entre el club y las autoridades municipales alcanzó su máxima expresión ese mismo día de septiembre. Elena Fort había asegurado por la mañana que el Camp Nou era "el estadio más seguro de España" y que toda documentación estaba enviada.
Horas después, el Ayuntamiento desmintió categóricamente estas declaraciones, confirmando que las deficiencias detectadas eran "subsanables" pero críticas para la seguridad.
La licencia de primera ocupación para 27.000 espectadores seguía pendiente de corrección de todos los problemas estructurales y de seguridad identificados.
El Barça seguirá sin poder acudir al Camp Nou este fin de semana contra la Real Sociedad. Tampoco lo hará la semana que viene frente al PSG en Champions. Pasan los días y las jornadas y ya han pasado 850 días desde que el feudo azulgrana vibró por última vez.
