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Era una final contaminada. El partido por el título de la Copa del Rey entre el Barcelona y Real Madrid llegó a este sábado marcado por lo acontecido con los árbitros. Tras una jornada surrealista y bochornosa, en la que hasta se planteó el plantón madridista ante las amenazas recibidas, no iba a ser un partido sencillo para nadie; y menos para Ricardo de Burgos Bengoextea y Pablo González Fuertes.

El árbitro de campo y el encargado del VAR en La Cartuja llevaban más de 24 horas en la picota. La razón: su comparecencia de prensa en vísperas de la final de Copa del Rey. Salieron a hablar, como es costumbre los últimos años antes de las grandes finales del fútbol español, y sus declaraciones no pudieron ser más polémicas.

De Burgos rompió en lágrimas por lo "jodido" que es "cuando tu hijo llega llorando porque le dicen tu padre es un ladrón" y González Fuertes, lo verdaderamente indignante, amenazó en público al Real Madrid, al que iba a arbitrar un día después, por los vídeos que hace contra los colegiados su cadena de televisión. "Vamos a empezar a tomar medidas más serias", dijo. Esto desencadenó en una de las tardes más macabras que se recuerdan en el fútbol de este país.

Tuvo que ser la mediación del Consejo Superior de Deportes, ante la necesidad común de una reforma estructural y transparente en el arbitraje nacional que está por venir, lo que calmara las aguas. El Real Madrid, que consideró antes las palabras de los árbitros una muestra de "animadversión" y "hostilidad", decidió que iba a jugar —por sus aficionados y los "valores del fútbol"—.

Las cámaras apuntaron a De Burgos y González Fuertes desde que llegaron a La Cartuja. Se abrazaron en el césped y se fotografiaron con sus compañeros antes de irse cada uno a su puesto. La final que se les iba a presentar no sería sencilla de arbitrar y todo el ruido que habían provocado ellos mismos horas antes no iba a ayudarles.

El equipo arbitral de la final de la Copa del Rey RFEF

Una jugada polémica, que podía decidir la final en el último minuto de los noventa reglamentarios, puso a ambos en máxima tensión. Corría el 96' cuando Raphinha caía dentro del área del Madrid. De Burgos pitó penalti porque entendió que Asensio había arrollado con sus piernas al brasileño. El gesto del defensor blanco era evidente: tenía claro que no había contacto; al menos, no el que señalaba el colegiado.

Celebró el Barça la ocasión que les daba la ocasión de sentenciar la final sin irse a la prórroga, pero era ahí cuando a De Burgos le llamaban desde el VAR. Era su colega González Fuertes: "Te recomiendo, por favor, 'Richi', que vengas a ver el penalti que acaban de sancionar". Le alertó que era Raphinha el que, en realidad, arrastraba el pie antes de cualquier toque de Asensio. "Perfecto. Voy a cancelar el penalti y me voy a ir con amarilla para Raphinha", reculó el colegiado vasco.