La transformación del Estadio de La Cartuja en Sevilla supone mucho más que una reforma arquitectónica más dentro de los grandes recintos deportivos en nuestro país.
Representa un giro en el modelo de estadio que se impone en España: el del recinto centrado casi exclusivamente en el fútbol, dejando atrás su condición de instalación polivalente.
Con una ambiciosa remodelación ya en marcha, el coliseo sevillano no solo eliminará la pista de atletismo que lo rodeaba desde su inauguración en 1999, sino que se convertirá, tras las obras, en el tercer estadio con mayor capacidad del país, superando al Metropolitano del Atlético de Madrid y al nuevo San Mamés de Bilbao.
Con esta renovación, La Cartuja se suma a una tendencia clara en el fútbol español: la de los estadios que sacrifican el uso compartido con el atletismo para acercar las gradas al césped.
Una decisión que mejora notablemente la experiencia del aficionado y que, de paso, permite aumentar la capacidad del recinto hasta los 70.000 asientos. Todo ello con el objetivo de cumplir los requisitos de la FIFA para ser sede del Mundial de 2030.
Reforma del Estadio de la Cartuja en el exterior
Una fórmula recurrente
La inspiración para este cambio radical llega de otros estadios que ya optaron por el mismo camino. El caso más emblemático es el del actual Cívitas Metropolitano, antigua La Peineta.
Diseñado originalmente como un estadio olímpico con pista de atletismo, la fallida aspiración olímpica de Madrid lo convirtió en sede del Atlético, lo que derivó en una profunda reforma para eliminar el tartán y acercar las gradas.
El resultado: un estadio moderno, con aforo cercano a los 70.000 y perfectamente optimizado para celebrar partidos de fútbol con la afición lo más cerca posible del terreno de juego.
La Real Sociedad también abrazó esta transformación con el Nuevo Anoeta, eliminando la pista de atletismo que lo caracterizaba desde su construcción en 1993. Desde 2019, su estadio cuenta con un aforo para 40.000 espectadores, todos más cerca del césped.
Lo mismo hizo el Estadio Gran Canaria, casa de la UD Las Palmas, que redujo la distancia entre afición y césped de 42 a solo 22 metros.
Recientemente, el RCD Mallorca reformó Son Moix siguiendo esta misma lógica: retiró su pista atlética y acercó las gradas. El estadio ahora tiene cubiertas nuevas, zonas de ocio y capacidad para 26.000 personas. Incluso la UD Almería ha comenzado a preparar su estadio para una reforma similar.
En todos los casos, el argumento es compartido: la experiencia del espectador mejora cuanto más cerca esté del juego. Y, además, el fútbol es hoy por hoy el único deporte capaz de llenar estadios con capacidad para más de 40.000 personas de forma sostenida.
El sueño olímpico de Sevilla
El estadio sevillano fue inaugurado en 1999 como Estadio Olímpico de La Cartuja con el Mundial de Atletismo como carta de presentación. Aquel evento dejó huella con nombres míticos como Michael Johnson o Abel Antón, pero fue también la última gran cita atlética que albergó.
Desde entonces, el fútbol, los conciertos y otros espectáculos han dominado su calendario, convirtiéndolo, de facto, en un estadio de usos múltiples donde el atletismo ha estado ausente.
Con las obras actuales, se eliminará definitivamente la pista de atletismo y se rebajará el terreno de juego en 5,30 metros. Esto permitirá instalar nuevas gradas bajas, ganando 12.500 asientos y alcanzando el nuevo aforo total de 70.000.
También se construirán zonas VIP y una cubierta de vidrio, siguiendo los estándares modernos de confort y visibilidad.
Presente y futuro
La primera fase de las obras tiene un presupuesto de 12 millones de euros y se extienden hasta este abril, a tiempo para ser la sede de la final de la Copa del Rey 2025 entre el Real Madrid y el FC Barcelona este sábado 26 de abril a las 22:00.
Tras esto, el Real Betis utilizará La Cartuja como sede provisional para sus partidos como local, debido a la profunda renovación que también se acometerá en el Benito Villamarín. Será un paso temporal, pero que servirá para probar el nuevo potencial del estadio sevillano.
La segunda fase, prevista para comenzar en 2027, contará con una inversión de 100 millones de euros y contemplará la modernización de las instalaciones, accesos y fachada, además de una reconfiguración para hacerlo más funcional y eficiente.
Con ello, Sevilla se asegura un estadio preparado para todo tipo de eventos internacionales, cumpliendo las exigencias de FIFA y consolidándose como una de las principales sedes del Mundial 2030.