Veintiocho jornadas. Casi ocho meses sin conocer el sabor de una victoria. Ese fue el tiempo que tuvo que esperar el TSK Roces, el colista absoluto del Grupo II de la Tercera Federación, para celebrar su primer triunfo de la temporada.
Este sábado 5 de abril, en el campo Covadonga de Gijón, el club asturiano logró lo que parecía imposible: ganar un partido de liga. Lo hizo por la mínima (1-0) frente al Real Titánico gracias a un tanto de Toni en el minuto 23.
El gol fue más que una simple ventaja en el marcador. Fue una explosión de emociones contenidas, una recompensa simbólica a un equipo que ha encadenado derrotas y empates semana tras semana, siempre con dignidad, sin excusas ni dramatismos.
Ni siquiera una expulsión en el minuto 69, que dejó al Roces con un jugador menos durante gran parte de la segunda mitad, impidió que el equipo resistiera hasta el pitido final. En el campo y en la grada, la alegría fue auténtica. Un triunfo con sabor a redención.
Una temporada sufriendo
Hasta esta jornada, el TSK Roces acumulaba seis empates y veintiuna derrotas en veintinueve partidos. Con tan solo 14 goles a favor y 58 en contra, ostentaba el dudoso honor de ser el equipo más goleado y el menos goleador de toda la categoría nacional española, desde La Liga hasta la Tercera RFEF.
El descenso se consumó matemáticamente hace ya varias semanas. Con 6 puntos en el casillero y el Condal —equipo que marca la salvación— a 19 unidades, el Roces ya no podía salvarse aunque ganara todos los partidos restantes. El único objetivo posible era evitar el final de curso sin victorias. Y lo han conseguido.
Más que un equipo
El TSK Roces no es un club al uso. Nació como una escuela de fútbol base en el barrio homónimo de Gijón y ha mantenido ese espíritu formativo a lo largo de los años.
Actualmente cuenta con 13 equipos de fútbol y 14 de fútbol sala, muchos de los cuales están formados por niños y jóvenes que pagan cuota por jugar. El equipo de Tercera y el juvenil son las únicas excepciones.
El presidente, José Mariano Rodríguez Espinel, lo tiene claro: "Aquí no se va a echar al entrenador, lo único que no se consiente es la falta de respeto", explicó en Marca hace unas semanas. Y lo cumple.
A pesar del desastre deportivo, Efrén Díaz, psicólogo de profesión y entrenador del primer equipo, ha mantenido su puesto sin presiones, respaldado por la directiva. Él mismo ha reconocido que "no hay dejadez" y que el vestuario, aunque dolido, "no ha bajado los brazos".
Jugadores del STK Roces
El Roces se sostiene con el presupuesto más bajo de todas las categorías nacionales. Sus jugadores cobran entre 120 y 150 euros mensuales, una cifra meramente simbólica.
Muchos tienen trabajos fuera del fútbol: Pablo, el central, es maquinista de FEVE; Edu, uno de los medios, es enfermero. La mayoría son estudiantes, trabajadores o desempleados que compaginan su pasión por el fútbol con sus obligaciones diarias.
Este equipo no negocia primas ni hace fichajes bomba. Lo suyo es puro compromiso. Entrenan, compiten y pierden sin hacer ruido, pero también celebran con humildad.
Por eso, esta victoria frente al Titánico no solo representa tres puntos: es una reivindicación del esfuerzo silencioso, del fútbol modesto, del amor por la camiseta.
Campo Covadonga del TSK Roces
Orgullo local
El TSK Roces ha sido históricamente un club "ascensor". Cada vez que ha logrado subir a Tercera, ha terminado regresando a las ligas regionales. El próximo año volverán a competir en Primera Asturfútbol, pero lo harán con la frente alta y, ahora sí, con al menos una victoria en el recuerdo reciente.
Su campo, el Covadonga, apenas tiene una pequeña cubierta que cobija a poco más de 200 aficionados fieles. Allí no hay cámaras de televisión ni grandes patrocinadores, pero cada fin de semana se respira fútbol de verdad. Fútbol del que no sale en las portadas, pero construye comunidades.
Con cinco partidos por disputar, quizás el Roces logre alguna victoria más. Pero aunque no llegue, ya han ganado el partido más difícil: el del orgullo y la perseverancia.