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El choque entre el Atlético de Madrid y el Celta de Vigo en el Metropolitano comenzó con un sobresalto inesperado cuando apenas se habían consumido los primeros instantes del partido.

En el minuto 4, Pablo Barrios, una de las jóvenes promesas del conjunto rojiblanco, perdió el control de un balón en la medular. En su afán por recuperarlo, se lanzó con los tacos por delante contra Pablo Durán, impactando peligrosamente cerca de la rodilla del jugador celeste.

La acción fue castigada inicialmente con una tarjeta amarilla por parte del colegiado Juan Martínez Munuera, ante las protestas de los futbolistas del Celta, que reclamaban una sanción más severa.

La intervención del VAR, comandado por Adrián Cordero Vega, terminó confirmando las sospechas de los jugadores vigueses. El árbitro principal fue advertido para revisar la acción en el monitor. Tras observar las imágenes, Martínez Munuera rectificó la amonestación y mostró la tarjeta roja directa a Barrios, dejando al Atlético con diez futbolistas casi todo el partido.

El revuelo en el banquillo colchonero fue inmediato: Diego Pablo Simeone reaccionó rápido y sacrificó a Lino para dar entrada a Koke. Con esta modificación, el equipo madrileño trató de reordenarse y afrontar los cerca de ochenta y cinco minutos restantes en inferioridad numérica, un escenario siempre complicado en una competición tan exigente como La Liga.

El episodio recordó lo sucedido con el canterano rojiblanco en otro compromiso crucial de la temporada: frente al Bayer Leverkusen, durante la fase de grupos de la Champions League, también vio una tarjeta roja por una acción evitable, aunque en aquella ocasión fue en el minuto 20 de partido.

Su inexperiencia y las ganas de demostrar su valía están pasando factura a un jugador que, pese a todo, se ha convertido en una de las apariciones más destacadas del Atlético de Madrid esta campaña.