Salamanca

El fútbol se rige por la dictadura de los resultados. Si el balón entra, todo es perfecto y camina sobre ruedas. De lo contrario, todo se desmorona. Pero en el fútbol popular las cosas van más allá de los números, las victorias y todo lo que rodea a la vorágine del negocio en el que se ha convertido todo este mundo. 

Unionistas de Salamanca vivió una noche mágica tras jugar los octavos de final de la Copa del Rey ante el Fútbol Club Barcelona. El resultado dice que perdió por 1-3 y quedó eliminado de la competición, pero lo que sucedió con todo lo que rodeó a este partido mágico dice que el club charro consiguió una de las mejores victorias de toda su historia. 

El Barça estuvo por momentos contra las cuerdas en el Reina Sofía. Ya advertían los jugadores en la previa de que tendrían sus oportunidades, y efectivamente no iban de farol. Los de Xavi terminaron remontando, pero igualmente Salamanca vivió una fiesta que hacía mucho tiempo que no se recordaba. 

El partido, la eliminatoria, fueron la confirmación de que otro fútbol es posible. Triunfó ese otro modelo, el de un club regido por sus voluntarios, comprometido con la deuda cero y donde los socios son los que toman realmente las decisiones. No habrá cuartos de final para Unionistas de Salamanca, pero el mundo entero ha vuelto a conocer de primera mano cómo funcionan las cosas en este club tan particular. 

Una jornada intensa

La organización de un partido de este calibre para un club como Unionistas de Salamanca no es nada sencilla. En esta entidad no hay grandes recursos económicos, no existen los dispendios, así que son los voluntarios los que se tienen que encargar de que todo salga a la perfección.

Lo hacen así cada dos semanas en los partidos de Primera RFEF, pero cuando es el Fútbol Club Barcelona el que rinde visita todo se magnífica. Las tareas desde que salió la bola en el bombo de hace unos días se multiplicaron exponencialmente en todas las áreas. Desde entonces, decenas de personas invirtieron horas de su tiempo libre en ayudar al equipo de sus amores.

"Unionistas es de todos", dice unos de sus principales lemas, y eso es así para todo. Ya desde el día anterior varias personas acudieron al Reina Sofía para empezar a engalanar el estadio, y las labores siguieron desde muy pronto el mismo día del encuentro. 

Nada más levantarse de la cama, todos aquellos a los que sus quehaceres diarios se lo permitieron, acudieron al estadio. Había que preparar los accesos, instalar las publicidades, poner todo a punto para la recepción de los medios de comunicación... Un arduo trabajo, cada uno en su área, que arrancó cuando el Barça ni siquiera se había subido a su avión para volar hacia Salamanca. 

Un clima perfecto

La locura por este partido estaba totalmente descontrolada. Desde hacía varios días, las entradas se habían agotado pese a la instalación de las gradas supletorias que permitieron elevar el aforo por encima de los 6.200 espectadores. Cualquier capacidad era poca, todo el mundo quería estar. 

En el Reina Sofía se vive un ambiente como en muy pocos estadios de fútbol. La conjunción que vive la grada con el equipo es algo que da puntos y que permite pasar eliminatorias, como ya sucedió ante el Sporting o el Villarreal, y eso lo pudo comprobar el Barcelona desde el primer instante. 

En el primer minuto Mario Losada estuvo a punto de meter el primero para Unionistas en un mano a mano. La euforia, sin embargo, tendría que esperar un poco más. Tuvo que ser Álvaro Gómez, un salmantino, alguien de la casa, el que marcara un golazo, uno de los más icónicos de la historia del club.

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De repente, Unionistas de Salamanca estaba por delante de todo un campeón de la Champions League. La grada se volvió completamente loca y pensó en que, por qué no, la historia podía ir poco más allá. 

El sueño, sin embargo, se fue desvaneciendo poco a poco. Una desconexión defensiva propició el gol de Ferran Torres justo antes del descanso, y aquello cambio el sino del partido. El Barcelona empató en el minuto 45 y mató el partido en la segunda parte, pero a todo el mundo en Salamanca le queda la duda de qué habría podido pasar si Unionistas se llega a ir por delante al descanso. 

El final fue precioso. El estadio se volcó con su equipo, sabiendo que en los minutos finales el milagro ya era algo imposible. La gente no paró de animar ni un solo instante y el equipo lo agradeció. 

Tras el pitido final, nadie se marchó del Reina Sofía. El equipo se fusionó de nuevo con la afición con varios cánticos, y es que nadie quería dejar atrás ese sueño, el de jugar contra el Barcelona. Por si fuera poco, el habitual saludo final lo hicieron los voluntarios junto con los jugadores. Justo el día en el que las miradas del mundo se centraban en el Reina Sofía.

"Hemos perdido... Pero hemos ganado", dijo el club en un emotivo mensaje que tuvo un gran alcance en las redes sociales. Efectivamente, Unionistas de Salamanca consiguió una de las grandes victorias de su corta historia, y no se quiere quedar aquí.