Marcelino García Toral dice adiós al Athletic Club de Bilbao. Las elecciones a la presidencia se han revelado como un obstáculo insalvable para su continuidad. El asturiano rechazó en su momento la oferta de renovación planteada por Aitor Elizegi para no hipotecar al futuro máximo responsable de la entidad. Desde entonces, se le ha puesto incluso en el banquillo del Paris Saint-Germain. Este martes se ha despedido exponiendo sin pelos en la lengua lo que ha supuesto su etapa en San Mamés.

"El Athletic está por encima de las personas y después de hacer un análisis profundo de la situación y creemos que ha llegado el momento de dar un paso al lado. Supe el verdadero significado de estar como entrenador del Athletic en San Mamés", esgrimió el ya extécnico de los leones. También confirmó que si siguieran los actuales gestores, él habría firmado su renovación. Deja Bilbao con un título de Supercopa de España, tres finales perdidas y la pena de no haber podido meter al equipo en Europa.

El técnico se sentó por última vez como preparador rojiblanco el pasado fin de semana en el Sánchez Pizjuán y cerró una etapa de un año y cinco meses, después de asumir el cargo el 6 de enero de 2021. Un trayecto de 75 partidos en el que la sensación es que no ha podido dotar al equipo de ese plus de rendimiento que tanto deseaba el preparador asturiano y que pareció lograr con su tempranero éxito en la Supercopa de 2021 tras ganar al Real Madrid y al Barça.

Su etapa queda marcada por las dos Copa del Rey perdidas en abril de 2021. La primera frente a la Real hizo mucho daño por la forma y por la incapacidad del Athletic para competir, algo que Marcelino consideraba superado y que fue un baño de realidad para un técnico que dos semanas después tuvo la segunda dosis tras el 4-0 del Barça. Esa pelea del técnico rojiblanco para intentar que el Athletic respondiera en los partidos importantes se convirtió, desde entonces, en un quiero y no puedo.

En cualquier caso, en el equipo han sobrado voces pidiendo su continuidad. Su conexión con el vestuario ha sido muy cercana y se ha ganado el respeto y el cariño de casi todos sus integrantes. Sometido desde antes de navidades a un constante interrogatorio en torno a su futuro, prácticamente en cada comparecencia en la sala de prensa de Lezama, de San Mamés o del estadio correspondiente, Marcelino trató de ser extremadamente correcto.

Eso también le ha hecho ganarse el respeto de muchos seguidores del equipo bilbaíno. Los contactos con los precandidatos tampoco le dejaron satisfecho, es lo que se dedujo cuando de repente le cambió el semblante, borró su habitual sonrisa y protestó por no haber sido el primer entrenador contactado a pesar de ser él quien ocupaba el banquillo de San Mamés. Esa es la confianza de la que hablaba en rueda de prensa y con la que se termina la etapa del entrenador número 50 de la historia del club.

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