El Rayo Vallecano Femenino jugará la segunda división nacional 19 años después de defenderse en la élite. Lo hace a falta de tres jornadas para el final de la liga y quedándose a las puertas de debutar en la primera liga de fútbol profesional femenina de la historia de España. El conjunto madrileño rodeado de polémicas internas y externas, inicia una etapa fundamental y de reestructuración.

El conjunto entrenado por Santiso no logró la victoria ante el Levante en un apretado 3-4. Una derrota que definitivamente confirmó su descenso a segunda división. Tras este duro varapalo, el conjunto madrileño se queda con solo 11 puntos en toda la temporada. El Rayo apenas ha sumado dos victorias a lo largo de toda la campaña. Y, por ejemplo, ninguna ha llegado en los últimos cinco partidos saldados con dos puntos de 15 posibles.

Unos resultados que no se lograron modificar con el cambio de entrenador y que suponen un duro revés para la sección. Las críticas a la gestión realizada por la actual cúpula del club son numerosas. De hecho, desde la afición se señala a Martín Presa y al resto de la directiva como responsables de este fracaso deportivo. Incluso se le ha echado en cara al presidente intentar eliminar la sección.

Sin embargo, según viene sabiendo este periódico, la intención nunca ha sido la de eliminar la sección femenina. Concretamente, y más en tiempos de crisis, se ha buscado ajustar lo máximo el presupuesto para mantener un equipo competitivo pero no ruinoso. En definitiva, controlar los gastos para maximizar el rendimiento de los fondos generados por la sección masculina. Ello con salarios en algunos casos ajustados al mínimo indicado por Convenio y en otros muy por encima de este.

Tras este descenso, habrá que ver cómo el Rayo Vallecano afronta el inicio de un nuevo proyecto donde el objetivo será regresar a la máxima categoría. Eso sí, sin constantes polémicas y fortaleciendo las relaciones entre cúpula y plantilla.

Las últimas polémicas

Esta temporada no ha sido nada sencilla para el Rayo Vallecano Femenino. Tampoco lo fue la pasada, pero en aquella al menos se logró la salvación en la máxima categoría. Un desenlace mucho más positivo que el que se ha confirmado en la 2021/2022 con su descenso.

Esta campaña comenzó con las jugadoras denunciando al club por medio de AFE. Según pusieron en conocimiento de Inspección de Trabajo, las jugadoras no tenían firmados sus contratos ni estaban dadas de alta en los días previos al inicio de temporada. Poco después llegó el conflicto por los supuestos alquileres, donde algunas jugadoras denunciaban que podían quedarse en la calle porque el club no había abonado estos pagos a los propietarios.

La situación se tensó. Y, además, cobró relevancia mediática. Sin embargo, tal y como publicó en exclusiva EL ESPAÑOL, el club no tenía firmado ningún contrato de alquiler con las jugadoras ni con diferentes propietarios. Por ello, desde la entidad rayista se inició una investigación para conocer a fondo quién había prometido dichos alquileres y quién había firmado los contratos en nombre del Rayo.

En temporadas anteriores, las jugadoras también denunciaron que no se cumplían las mejores condiciones en sus desplazamientos por España o que no tenían acceso a gimnasio y otras instalaciones del club. Desde el Rayo se detalló que se cumplían todos los requisitos y que había aspectos que, al no ser considerado equipo profesional, no se tenía obligación de cumplir. De hecho, el Rayo llegó a 'vencer' una pugna con sus jugadoras al haberse saltado el protocolo sanitario durante un desplazamiento.

Santiso no logra el milagro

El entrenador del Rayo Vallecano llegó al cargo el pasado mes de enero con el objetivo de remontar la situación. Pero rápidamente todo lo deportivo quedaría a un lado tras la aparición de la hemeroteca. El técnico había jaleado en el pasado una violación grupal en un vestuario femenino. Una broma machista en una conversación privada que, como era de esperar, generó la condena de toda la afición al fútbol. Incluida la directiva del Rayo.

Santiso quedó en el centro de todos los focos. El Rayo, que desconocía esos hechos, se reunió con el técnico. Este pidió disculpas, dio sus explicaciones y convenció al club de que continuara. La directiva rayista le dio un voto de confianza. Especialmente porque las jugadoras estaban contentas con su contratación pese a la polémica. La prueba de ello es que ninguna ha salido a pedir su dimisión en todo este tiempo.

A pesar de superar esa crisis de popularidad y tras la presión social y política, Santiso ha terminado la temporada con el Rayo Vallecano sin lograr el objetivo de la permanencia. Un duro golpe para la entidad, para la sección y para un proyecto que deberá empezar de cero el año que viene para volver a la élite.

Un momento clave del fútbol

El descenso del Rayo Vallecano supone una injusticia histórica para el club. Y es que uno de los equipos que más ha hecho por este deporte en España ha sido el Rayo. El club madrileño cuenta en sus vitrinas con tres ligas y una Copa. Títulos suficientes para ser una de las referencias del fútbol femenino patrio. Pese a ello, no podrán debutar en la primera temporada con una liga profesional femenina en la historia del deporte nacional.

La liga profesional supondrá, a priori, una mejora de ingresos, condiciones e instalaciones. También obligará a una mayor inversión, aunque el respaldo económico de organismos como el CSD ayudará a sobrellevar esta transición. El Rayo Vallecano no deberá abordarla y su equipo, al estar en segunda, seguirá en competición no profesional. A favor del club está que el Rayo masculino ha firmado una temporada para el recuerdo donde los ingresos podrán aumentar gracias a avances como el de la Copa del Rey o la vuelta del público a los estadios.

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