Roman Abramovich ya es historia del Chelsea. El magnate se ha visto obligado a abandonar la entidad londinense por sus vínculos con Vladimir Putin. Él siempre intentó desprenderse de ese perfil de marioneta del presidente ruso. Tanto que cuenta con varios triunfos legales contra los que le acusaban de estar a sus órdenes. Sin embargo, su particular batalla no ha tenido éxito tras la oleada de sanciones a los oligarcas rusos como respuesta a la invasión de Ucrania.

El último propietario del Chelsea confirmó que el club está en venta. Una decisión tomada después de varios días de rumores y que marcará un antes y un después en la entidad. La razón no es otra que sus estrechas relaciones con el Kremlin. Abramovich esperaba evitar así cualquier problema con la administración británica, pero por el momento ya se sabe que todos sus activos han sido congelados y que el traspaso del Chelsea deberá hacerse con el Gobierno de por medio. 

La lucha del ruso, por lo tanto, no ha sido exitosa. Su imagen siempre estará ligada a la de Vladimir Putin. Y más después de los rumores que le situaron como mediador en la guerra entre Ucrania y Rusia. Abramovich, nacionalizado israelí tras no obtener el último visado británico, deberá cambiar por completo su vida tras el inicio de la invasión de Ucrania. Su recorrido en los tribunales no le ha servido en esta ocasión.

Roman Abramovich en el palco del Chelsea John Walton / PA Wire / dpa

Roman Abramovich, de hecho, llevaba desde 2018 estando inscrito en la conocida como 'lista Putin'. Una lista elaborada y publicada por Estados Unidos en la que entraron 96 oligarcas y 114 altos funcionarios del Kremlin que, según sus datos, habían aumentado su riqueza con Vladimir Putin en el poder. Desde hace unos días, Abramovich también está en la lista negra de oligarcas a sancionar.

Una leyenda desde 2010

Las relaciones entre Roman Abramovich y Vladimir Putin comenzaron con la participación del primero en el mundo político. Se dice que fue el oligarca, ya asentado en la sociedad rusa, quien se atrevió a apoyar el salto de Putin para presidir el país. Una confianza que con el paso de los años se ha ido reforzando. Putin no veía en él ningún peligro político. Y Abramovich, que siempre ha optado por disfrutar de su fortuna lejos de los focos mediáticos, no tenía demasiadas aspiraciones.

La amistad entre ambos llega a tal punto que, según algunos expertos, Abramovich compró el Chelsea en 2003 a petición del Kremlin. Todo fue, según esas informaciones, una decisión de Vladimir Putin para tener un club satélite en Reino Unido que vendiera una buena imagen de Rusia. Abramovich siempre lo negó, pero testimonios como estos se han reafirmado en una biografía de Vladimir Putin.

Putin's People es un libro publicado por la periodista Catherine Belton en 2020. Un éxito por ahondar en la vida del presidente ruso. Y ahí se afirmaba que la compra del Chelsea fue decisión de Putin. Unos hechos que Abramovich desmintió y que llevó a los tribunales. La periodista y la editorial recibieron la querella porque el libro contenía "cierto número de declaraciones falsas y difamatorias", argumentó Abramovich.

La justicia dio la razón en 2021 a Roman Abramovich. El magnate llegó a un acuerdo y logró que se incluyeran algunas de sus explicaciones en la obra. Por lo tanto, ese eterno rumor acabó con victoria para el hasta hace unos días propietario del club inglés.

Aficionados del Chelsea apoyan a Abramovich por hacer del club "el mejor de la Tierra" Reuters

La guerra de oligarcas

Este conflicto por estar presuntamente bajo las órdenes del Kremlin tuvo también capítulos previos. Concretamente en 2012, cuando acabó ganando su juicio con otro oligarca ruso como Boris Berezovski. Ambos se conocían y llegaron a tener cierta amistad. Sin embargo, todo acabó cuando Berezovski acusó a Abramovich de amenazarle con Putin de por medio.

Berezovski denunció que Abramovich le había chantajeado para vender unas acciones de Sibnef, una empresa petrolera. Si no cumplía el requerimiento de Roman, este se lo diría a su 'amigo' Vladimir Putin para que presionara. Usar al presidente ruso como elemento del miedo solo lo puede hacer alguien muy cercano a él. Y Abramovich, según Berezovski, lo era.

La justicia, como en el caso del 2021, le dio la razón a Roman Abramovich. La indemnización de 3.750 millones que reclamaba Berezovski por ser víctima de amenazas quedó en nada. Abramovich, al que se había acusado de usar a Vladimir Putin para intimidar a sus adversarios, volvió a salir indemne.

Pese a todo, en 2018 el mismo Vladimir Putin dejó claro que existía esa relación. Una muy estrecha relación. Abramovich se volcó con el Mundial de Rusia de 2018 y el presidente ruso llegó a pedir que pudiera más fondos en la organización. "Que afloje los bolsillos. Abramovich tiene mucho dinero". Años después, esa colaboración ha acabado por expulsar a Roman de un Chelsea que cambió historia gracias a Rusia.

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