Poco queda del espíritu minero con el que nació el Shakhtar Donetsk. Este equipo de la región y ciudad de Ucrania con el mismo nombre será el rival con el que el Real Madrid estrenará la Champions League 2020/2021. Los de Luis Castro, entrenador portugués, visitarán el Alfredo Di Stéfano en esta primera jornada de la máxima competición continental con muchos problemas en forma de bajas por el coronavirus y algunas lesiones. Seis titulares habituales se han quedado en casa y solo tienen disponibles a 13 profesionales.

La entidad nació en 1936 en esta ciudad caracterizada por la actividad minera de la zona, cuando aún estaba enmarcada en la Unión Soviética. En un principio se conoció como Stajanovets y surgió de la unión del Dynamo Horlivka y el Stalino. De hecho, ese nombre venía por Alexéi Stajánov, un minero que fue recompensado por el gobierno central soviético por su labor en la zona varias décadas después. 

Decíamos que poco queda porque el conflicto que estalló en Ucrania con manifestaciones, disturbios, una guerra civil, un cambio de gobierno, la proclamación de repúblicas y la anexión de los territorios de Crimea y Sebastopol a Rusia provocó que el Shakhtar abandonase Donetsk y se trasladase a Lviv, en primer lugar, y a Jarkov hasta la temporada pasada. Este año se ha trasladado al mismo lugar en el que están las oficinas del club, Kiev, para jugar en el Estadio Olímpico.

A pesar de vivir una situación bastante desfavorable en su país, ha sido el dominador de las últimas cuatro Ligas Ucranianas. De hecho, el conjunto ucraniano se quedó a las puertas de una nueva final de la Europa League, competición que ganaron cuando aún era la Copa de la UEFA. Solo el Inter de Milán consiguió parar los pies a este combinado de futbolistas del país y de talentos brasileños.

Fuera de sus orígenes

En 2014, después de vivir su época más gloriosa de la historia de la mano del histórico Mircea Lucescu en un período en el que ganó ocho títulos nacionales, seis Copas, siete Supercopas de Ucrania y el título continental citado anteriormente, tenía que abandonar el Dombass Arena. El estadio y las instalaciones que costaron más de 400 millones de dólares quedaban abandonadas a la suerte del bando prorruso que proclamó la República Popular de Donetsk.

Esta revolución llegó después de que en Kiev se instalara el gobierno pro europeo. Después de ser una importante zona minera, esta zona se industralizó y se convirtió en un pulmón de este sector para el país ucraniano una vez se disolvió la Unión Soviética. Además de eso, este enclave tiene mucho valor estratégico porque por sus tierras pasan gaseoductos que unen Europa y Rusia.

Una imagen del interior del Donbass Arena durante el conflicto

La mayoría no ucraniana de esta zona provocó polémicas alrededor del estadio. Aunque el equipo ya no jugase allí, los dirigentes del club decidieron utilizar en 2017 las instalaciones para distribuir alimentos y artículos de primera necesidad. Esto no le pareció bien a una población que había visto como el club de su ciudad se ponía del lado de Ucrania en un conflicto de identidad. 

Antes, durante el conflicto, las acciones militares fueron minando la imagen del estadio. Nunca llegó a caer ningún obús sobre el coliseo, pero las ondas expansivas de la artillería prorrusa y gubernamental fueron reventando los cristales e incluso afectando a la estructura.

Actualmente el gobierno local no tiene recursos para hacerse cargo de unas reparaciones imposibles, sobre todo por los bloqueos que se han aplicado por parte de Europa y Ucrania. Aún así, se utiliza para una liga de aficionados, además de esos encuentros internacionales contra otros enclaves no reconocidos por UEFA ni por FIFA.

El viaje del Shakhtar

En mayo de 2014, el Shakhtar abandonaría Donetsk y pisaría por última vez esa ciudad. Ni tan siquiera pudo salir por avión, ya que había disturbios en el aeropuerto de la ciudad. Tras pasar por Lviv, ciudad del este de Ucrania, en 2017 llegaría a Jarkov para instalarse en el estadio del Metalist, donde juega los partidos de la competición nacional compartiéndolo con este equipo del este del país. Esta temporada, tras la llegada del coronavirus, directamente está jugando en el Estadio Olímpico de Kiev.

La plantilla del Shakhtar Donetsk se entrena en el Alfredo Di Stéfano EFE

A esta ciudad llegaron la mayoría de los ucranianos que huyeron de Donetsk, una cuestión que favoreció la elección de este enclave para reubicarse. Los aficionados antiguos del Shakhtar podrían seguir viendo a su equipo de siempre. Aún así, la proximidad con las repúblicas de Donetsk y Lugansk ha provocado algunos problemas sociales. No tanto así como cuando estaban en Lviv, donde ciertos grupos querían obligar a los jugadores a implicarse políticamente y llevar camisetas posicionándose.

Por suerte, el actual propietario del Shakhtar, Rinat Ajmetov, no corrió la misma mala fortuna que su antecesor en el puesto. En 1995 no existía el Dombass Arena, si no que el conjunto que juega de naranja tenía unas instalaciones más humildes. Alexander Bragin había presenciado el choque frente al Tavriya Simferopol y, de repente, hubo una explosión en el palco de autoridades. Este suceso que ocurriría en el mes de octubre fue calificado como atentado.

El presente

Dentro de ese proceso de recuperación del club tras ese suceso, Ajmetov tomó la decisión de ser un puerto de llegada para jugadores brasileños. De esta manera llegarían los Jadson, Willian Borges, Alex Texeira, Fred, Douglas Costa o Dentinho. Los cuatro últimos provocaron un enfrentamiento con el club justo cuando se desató el conflicto en Ucrania: no querían volver con el equipo tras un choque frente al Olympique de Lyon y pretendían quedarse en Francia pidiendo su salida.

Marcos Antonio celebra un gol con el Shakhtar Donetsk Twitter (@FCShakhtar_eng)

Dejando a un lado este particular malentendido, los resultados y las importantes ventas que han realizado con este tipo de jugadores han demostrado la rentabilidad de la operación. Todo esto está facilitado por el hecho de que, junto al Dinamo de Kiev, son los únicos equipos del país con capacidad de pagar salarios por encima del millón de euros. Aún así, otros clubes como el Zorya tratan de recortar esa distancia que suelen crear estos dos equipos. El Dnipro, que en la pasada década consiguió mojarle la oreja a los grandes, terminó desapareciendo en 2019.

Aunque muchos de sus mejores jugadores no estarán este miércoles en el Alfredo Di Stéfano, hay sobre todo dos brasileños destinados a seguir el camino que abrieron los jugadores nombrados anteriormente: Marcos Antonio y Tete. El primero sí que tendrá la posibilidad de captar los focos que hay en un partido contra el Real Madrid para volver a situar al Shakhtar entre los mejores de Europa.

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