La final de la Europa League parecía señalar a Luuk de Jong como gran protagonista por su primera parte y a Diego Carlos como el gran villano y el que estaba haciendo que el Sevilla viera más difícil el objetivo de la sexta Europa League. La segunda parte dio un vuelco a la historia y el brasileño quedará como el responsable de que Jesús Navas levantase el trofeo que reafirma al conjunto andaluz como el rey de esta competición.

El central fue el encargado de saltar al cielo de Colonia y, con una chilena, chutar el balón que Lukaku se encargaría de dirigir a la portería de Handanovic para hacer el tercer gol sevillista, el tanto que finalmente daría el triunfo a los de Julen Lopetegui. Un tanto increíble, a la altura de guión que alguien había escrito para hacer esta gran final de la segunda máxima competición continental lo más emocionante posible.

Antes había sido vendado. Diego Carlos estaba roto, como otros compañeros, físicamente. El Sevilla llegó muy justo a la final, pero Lopetegui preparó un equipo de una manera excelente hasta el punto de que ha conseguido clasificar a los rojiblancos para la Champions League por su plaza de La Liga y también ahora consiguiendo el éxito de la sexta Europa League.

Diego Carlos celebra su gol junto a Koundé y Munir REUTERS

El defensa fichado este último verano se ha confirmado como otro éxito de la gestión de Monchi. 15 millones más que bien invertidos para sacarlo de la Ligue-1, del Nantes concretamente, y convertirlo en uno de los centrales más cotizados del continente. Diego Carlos sale de esta final revalorizado, con el interés de los más grandes de Europa y con la intención de seguir haciendo grande a este Sevilla la próxima temporada en la Champions League.

De villano a héroe

Empezó siendo el villano del partido. Diego Carlos se veía superado por la potencia de Romelu Lukaku y, en la carrera, el brasileño arrolló dentro del área al belga. El colegiado holandés no se lo pensó, pitó penalti y el VAR lo refrendó. El mismo delantero portentosamente físico, aunque el central del Sevilla no tenga nada que envidiarle, aprovechó un error de Banega en el inicio de la jugada y no falló.

Pudo ser aún peor. Makkelie decidió que había visto la mano de Diego Carlos dentro del área después de un disparo de Lautaro. El balón golpeó claramente en el central brasileño, pero el colegiado decidió que no la iba a revisar en el monitor. El Sevilla y el defensa se libraban de lo que podría haber sido el 1-2. De Jong haría el segundo de los hispalenses, pero dos minutos después volvía a salir el mal fario del '20' del conjunto andaluz. Tras una falta botada por Barella, perdería la marca de Godín y 'El Faraón' haría el empate.

Diego Carlos tampoco cambiaría en la segunda parte. Se comió un balón a su espalda para que Lukaku se fuera contra la portería de Bono. Se veía el desastre, pero apareció el portero marroquí. La salida del guardameta contra el belga fue más que estupenda y evitó que el Inter se pusiera por delante en el marcador de nuevo.

Pero todo cambiaría con ese vendaje en el muslo. El brasileño, a la salida de un saque de falta frontal, cazó un rechace con una chilena que acabaría dentro de la portería de Handanovic. Encontraría por el camino su disparo la ayuda de Lukaku, que al tratar de despejar haría que el balón se dirigiera a las mallas. De villano a héroe en una jugada.

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