La Bundesliga ha dejado una de las acciones más antideportivas de la temporada, especialmente en los tiempos que corren. Lucas Alario, delantero del Bayer Leverkusen, se aprovechó de una acción en la que sus compañeros devolvían el balón al Schalke 04 para intentar marcar un gol. La decisión de Alario provocó una tangana entre ambos equipos. 

El Schalke 04 vencía 1-0 al Bayer Leverkusen cuando un jugador del equipo local cayó al suelo doliéndose de una acción previa. Al ver a su compañero en el suelo, decidieron echar el balón fuera para que las asistencias médicas pudieran entrar al campo y atenderle. 

Sin embargo, la polémica llegó después. El Bayer se dispuso a sacar de banda llegando el balón a la zaga visitante que, con un envío al campo rival, decidió devolver el esférico como muestra de 'fair-play'. Pero, en el momento que el cuero superaba la línea defensiva del Schalke, apareció Lucas Alario para sembrar el caos. 

El delantero argentino se aprovechó de la pasividad total del rival para coger el balón y plantarse solo delante del portero. Únicamente la intervención del guardameta del Schalke 04 evitó lo que hubiera sido un lío mayúsculo. 

Una vez desbaratada la ocasión y con el balón despejado a córner, los jugadores del conjunto local se lanzaron como una estampida a por Alario, que no solo había dejado una acción de lo más antideportiva, sino que además no había podido sacar rédito alguno al fallar el mano a mano. 

La formación al completo del Schalke se quería comer al delantero del Bayer Leverkusen, olvidando por completo protocolos como la distancia social o el no tocarse. Los agarrones y empujones se sucedieron en una época en la que hasta para celebrar los goles hay que mantener un distanciamiento. 

La bronca no llegó a mayores porque entre unos y otros consiguieron separarse, pero fue necesaria la entrada de personal técnico y de jugadores suplentes para templar los nervios. El árbitro, claramente sobrepasado por lo dramático de la situación, intentó separar a los jugadores incumpliendo también una distancia social que brilló por su ausencia. 

Poco a poco, las aguas fueron volviendo a su cauce y los ánimos se calmaron sin que hubiese que lamentar una imagen todavía más bochornosa. Al menos, se ha comprobado que dentro del nuevo fútbol también hay espacio para los piques a pesar de que pudiera parecer increíble.

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