A lo largo de la historia, multitud de jugadas han llamado la atención por la calidad de sus protagonistas o por lo insólito de la acción. Incluso ha habido jugadores que han visto como su nombre acababa calificando a una acción del juego. Sin embargo, hasta ahora no se había visto nada parecido, un penalti que acababa en gol del árbitro, aunque fuera de forma involuntaria.

Nada podía prever que la pena máxima acabaría con un cabezazo del trencilla y el balón dentro de las mallas. Pese a lo insólito de la jugada, el gol fue totalmente válido, a pesar de las protestas del portero, que había realizado una buena parada.

La jugada no ha pasado desapercibida en Twitter, donde multitud de aficionados han querido ver esta rocambolesca carambola convirtiendo el vídeo en viral, pese a que al equipo que recibió el tanto no le haga mucha gracia.

El papel del árbitro en la jugada

Rara vez ocurre algo parecido, por no decir que es imposible, pero en este caso, al igual que en muchos otros donde el balón golpea al colegiado, la acción continúa como si no hubiera pasado nada o, en este caso, el gol es válido. El motivo, muy simple, el árbitro es como si no existiera.

En estos casos, el trencilla es como un palo de la portería. Al igual que el esférico puede golpear en el travesaño e introducirse entre las mallas, si el balón golpea al árbitro, a efectos prácticos, es como si fuera un palo más. Por esa razón el gol subió al marcador y permitió que el lanzador de la pena máxima pudiera celebrar el tanto como si hubiera entrado directamente sin darle al árbitro. Una jugada desafortunada para el protagonista involuntario, pero totalmente legal a efectos prácticos.

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