El mercado de julio, en España, se inició el pasado 1 de julio y se cerrará el 31 de agosto. Dos meses enteros para fichar en los que los grandes clubes de Europa se mueven. Ahí está la Juventus, con sus más de 105 millones de euros por Cristiano Ronaldo. O el Atlético, con Lemar superando los 70 en su fichaje más caro de la historia.

¿Y en los dos grandes del fútbol español? Barcelona y Real Madrid han cogido unos caminos totalmente opuestos. Son las dos caras de la moneda que, además, se han cambiado el destino. Ahora es el Barça el que paga y paga y el Madrid el que también paga, pero mucho menos. Y vende, lo que hace tener un saldo positivo. Esto era al contrario hace una década, cuando los blancos gastaron mucho dinero para reconstruir un equipo totalmente hundido y con los culés tirando de cantera con una hornada muy fructífera.

Los datos son claros. El Barcelona, en las últimas cuatro temporadas completas y el inicio de la presente (donde ya se ha gastado 66 millones en dos jugadores de segunda fila como Lenglet y Arthur), es el cuarto equipo europeo que peor balance tiene, con 748,74 millones de euros gastados y 399,4 ingresados, lo que le sale un saldo negativo de 349,34. Solo le supera el Manchester City de Guardiola (-644,83), el United de Mourinho (-566,09) y el PSG (-434,8), según datos de Trasnfermarkt recogidos por El Mundo.

Arthur, presentado como nuevo jugador del Barcelona. REUTERS

En el otro lado, tan lejos de estos equipos como que se coloca en el puesto 223, está el Real Madrid, que tiene saldo positivo. El club presidido por Florentino Pérez solo gastó 371,25 millones de euros en este periodo de tiempo, por los 426,85 que ingresó. Una tendencia clara que no es consecuencia de un solo año, que sería un juicio 'tramposo', sino de cinco años al final de este periodo.

Y no solo en cifras está la abultada diferencia entre Real Madrid y Barcelona. El tiempo ha demostrado que, además de invertir menos e ingresar más, el club blanco ficha mejor. Ahí están los ejemplos de Keylor Navas, Kovacic, Marco Asensio, Toni Kroos o recompras tan provechosas como las de Lucas Vázquez, todos ellos jugadores que llegaron al Real Madrid en este periodo de tiempo (desde la 13/14) y acabaron siendo 'chollos'. 

Solo se podrá decir que el Madrid falló en los fichajes de James Rodríguez, que en un año será de su propiedad salvo que el Bayern efectúe la opción de compra, de Lucas Silva, un futbolista al que las lesiones le impidieron demostrar su valía, de Danilo, que sin embargo se le vendió por tan solo 1,5 millones de euros menos de lo que costó y la de Theo Hernández, aún a la espera de saber si realmente vale para el club.

Odriozola, en su presentación con el Real Madrid. EFE

Pero lo del Barcelona es bien diferente y mucho peor. El club catalán pone en venta a sus jugadores al poco tiempo de ficharlos, demostrando su equivocación. Es el ejemplo actual de Yerry Mina y André Gomes. Al colombiano se le fichó hace tan solo seis meses y ya no le quieren. Al portugués, hace dos veranos y ha sido un desastre todo lo que jugó. Fichajes ruinosos que costaron 12 y 38 millones respectivamente: 50 en total.

No son los únicos. En orden de fichajes, el Barça se equivocó en numerosos fichajes. Por Mathieu pagaron 20 millones y no cuajó. Por Vermaelen uno menos, 19, y apenas pudo jugar por sus numerosas lesiones. Por Douglas cuatro y el futbolista brasileño acabó siendo una broma en redes sociales. Por Arda Turan 34 millones de euros. Por Aleix Vidal, ahora también en venta, 17. Por Paco Alcácer, al que parece que se le olvidó el gol, 30. Por Deulofeu, recomprado, 12 millones para después acabar quitándoselo. Por Semedo, señalado en el naufragio culé en Roma, otros 30. Y por Dembélé, al que todavía hay que esperar un tiempo, 105 más variables que llegan a los 150.

Quitando las cifras del futbolista francés, ya que no se puede considerar aún un despilfarro, el Barça suma 166 millones de despilfarro, un dinero mal empleado que acabó en jugadores mal elegidos, la mayoría de ellos fuera, el mayor síntoma de que es el propio Barcelona el que reconoce el error.