Un taconazo en su campo para lanzar el contrataque y otro en el área pequeña del rival para rematar un contragolpe de libro, aunque la magia, la genialidad, estuvo en ese último toque, ese escorzo de Olivier Giroud que no sólo le valió al Arsenal para adelantarse frente al Crystal Palace antes del descanso, sino que convierte desde ya al delantero francés en candidato (y casi ganador) del premio al mejor gol del año.

Es un taconazo, pero en realidad no lo es. Tampoco es un escorpión como el que consiguió Mkhitaryan para el Manchester United. Es un híbrido, aún más complicado si cabe porque el francés está en carrera, pues no hay que olvidar que es él quien abre el campo lo suficiente en las inmediaciones de su propia área para lanzar la contra.

Un gol que puso a lo pupilos de Arsene Wenger por delante frente al Crystal Palace y que le valdrá la tercera plaza de la clasificación en la Premier League, a nueve puntos del líder, el Chelsea de Antonio Conte, pero sólo a tres del Liverpool de Jürgen Klopp.