Coke pelea. Y lucha. Y defiende. Y hace lo que haga falta con tal de ayudar. Pero entre sus virtudes nunca estuvo el gol. Sin embargo, esta vez no fue así. Llegó la final y le tocó emerger para levantar a los suyos y darles su tercera Europa League consecutiva. Vio a Gameiro marcar el primer tanto y después decidió que los dos siguientes serían suyos. Casi sin avisar, partiendo como interior, se convirtió en el principal protagonista de la noche y en el mejor jugador, según anunció la UEFA tras el encuentro.



Su labor, pocas veces valorada, recibió su justo premio ante el Liverpool. Porque él, a menudo jugador desapercibido, quiso ser la foto de la final, el héroe inesperado. Y lo hizo, en principio, casi sin querer. El primer tanto lo marcó aprovechando un rechace del Liverpool. Él, que se encontraba en fuera de juego, vio venir el balón de un rival, lo controló y lo colocó pegadito al palo. Pero eso no sería nada más que el principio. Su segundo tanto llegó en una jugada de fuerza, de tesón y de coraje, como es él: apareció desde atrás, le pegó seco y el balón entró como sólo lo saben hacer esas pelotas que buscan la gloria.



Eso fue Coke ante el Liverpool: un suspiro, un descubrimiento repentino, apenas un extra en un día en que se esperaba a otros muchos. A Gameiro, por ejemplo, que marcó el primero. O a cualquier otro. Pero no. La final de la Europa League fue suya, de aquel chico de Vallecas que llegó al primer equipo del Rayo en 2007 y que empezó a ser titular muy pronto, subiendo de Primera a Segunda división. Pero claro, en el equipo franjirrojo era lateral… y ahora.



Ahora es diferente. Llegó al Sevilla en 2011, y lo hizo para jugar en su demarcación natural, en el lateral derecho. Sin embargo, con Emery ha tenido que variar su posición. Su tradicional tendencia al achique y la defensa ha ido modificándose, por cambios inesperados en el guión, junto a Unai. Así, en la final buscó su lugar como interior, puesto en el que se encuentra cómodo, aunque a veces le cueste llegar arriba. Por eso, quizás, es tan raro que marcara dos goles en un día cuando en toda la temporada llevaba cinco hasta ese momento.



Este descubrimiento foráneo, en el extranjero, le ha llegado a sus 29 años. Pero no sin antes pelear y pasarlo mal junto a su equipo. “Hemos sufrido mucho toda la temporada, hemos perdido jugadores importantes por lesiones de larga duración, que es lo peor del fútbol. Hoy teníamos que luchar por todos ellos, y este equipo lo ha conseguido”, declaró el jugador, que plasmó la situación de cambios constantes que vive el Sevilla prácticamente cada temporada.



Esa es la realidad del MVP de la final, de un tipo que -ya saben- lucha. Y pelea. Y hace lo que sea con tal de ayudar a su equipo. Y que marcó dos goles. Pero eso le importa poco. A partir de mañana volverá a ser el mismo de siempre. Y eso es lo que quiere. “Me da lo mismo haber sido elegido el hombre del partido, el Sevilla ha hecho una temporada de la hostia”. Y el resto da un poco igual. “A disfrutar”. Palabra del héroe. Es decir, de Coke.

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