Hay dos tipos que hoy se volverán a mirar a los ojos. Por un lado Torres, el ‘Niño’ de la carrera de todos los tiempos; y por otro Lahm, ese defensa que miró como aquella 'maldita' pelota entraba en la portería. Hablamos, obviamente, del gol de Viena en 2008. Entonces, ambos vestían la casaca nacional. España contra Alemania. Una final en juego y un reinado, el de la ‘Roja’, que comenzaba a gestarse sobre el césped del Prater con un título continental en liza, el de la Eurocopa de Austria y Suiza.



Han pasado desde entonces ocho años. Fernando Torres ya no es el mismo. Lo parece, pero no lo es. Pasado el tiempo, sus heridas han cicatrizado entre el perpetúo color gris del cielo londinense, la pasarela sin glamour de San Siro y la vuelta a casa. Ha llenado su maleta de oro, mirra e incienso. De todo. Y ha acumulado fotos, críticas y alabanzas. Ha encontrado el amor en el Calderón y el rechazo en algún frente de exigencia. Pero siempre sin dar un ruido, adaptándose a las circunstancias, a su estado de forma y a lo que le pedía Simeone.



Ahora acumula goles en la recta final de temporada –inclusive cinco consecutivos– y nadie duda de él. Será titular contra el Bayern de Múnich este miércoles. El ‘Niño’ volverá a escuchar el himno de la Champions con las botas puestas y la camiseta de sus amores. “La bandera del Atlético no soy yo, sino la afición, los colores rojiblancos…”, afirmaba en la rueda de prensa previa, al lado del Cholo y Gabi, como primero, segundo o tercer escudo del club. Da un poco igual.



El caso es que estará sobre el césped este miércoles. Y al otro lado se encontrará a Lahm. Un tipo pequeñito, voluntarioso, trabajador y siempre respetuoso. Lateral por devoción y centrocampista por capricho de Pep. Escudo a su vez del Bayern, incapaz de concebir su vida en otro club. “No entiendo el porqué alguien desea irse de aquí, lo tenemos todo”, sentencia en su biografía. Así piensa y así ejecuta. Se retirará, presumiblemente, agarrado a la bandera bávara y con el reverberar del aplauso que sólo sabe dar el Allianz Arena. A pocos grados bajo cero y, quién sabe, si con otra Champions.



Los últimos pasos de ambos se volverán a cruzar sobre el Calderón. A un lado, ya saben, Torres, recordando aquella carrera de Viena, acelerando hacia su renovación y convencido de que ésta es quizás la última oportunidad que tiene de levantar una Champions con el Atlético. Ya lo hizo con el Chelsea, en el Allianz y delante de Lahm, en la final contra el Bayern de 2012. Otra vez se reencontrará con el alemán, que puede que forme en defensa o en el centro del campo. Poco importa. Esta vez toca “inventar una nueva historia”. Palabra del ‘Niño’. Porque con él, de verdad, sí que empezó todo.

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