El fútbol es tan maravilloso que un equipo en el que todo era feliz, inmerso en una nube de alegría, con seis meses consecutivos sin perder, pasa a ser derrotado en dos partidos consecutivos en Liga y dejar dudas que pueden hacerle perder todo lo conseguido.

El Barça brindó al mundo del fútbol una racha de 39 partidos que dejaba boquiabierto a sus rivales. Pasaran los que pasaran, nadie ganaba a los de Luis Enrique. Hasta andando ganaban partidos. Pero de repente, todo cambió. Cambió en Villarreal, en un partido que acabó 2-2 pero que mereció perder el Barcelona. Y, sobre todo, cambió hace siete días, en el Clásico.

La victoria del Real Madrid en el Camp Nou apenas servía para la Liga (seguía a siete puntos, más el goalaverage), pero era un efecto de futuro. El golpe que se llevaba el Barcelona iba a más y le afectaría en futuros partidos. Así fue. En la Champions, el Atlético le dominó hasta la famosa expulsión de Torres. Y ahora, en Anoeta, en el estadio que ya es una pesadilla para los catalanes, también pierden.

Oyarzabal da emoción a Liga

La Liga se abre. Y lo hace por un solitario gol de Oyarzabal, un cachorro de Zubieta, considerado como el nuevo Griezmann en San Sebastián. Un cabezazo del joven futbolista vasco dio la victoria a la Real Sociedad, que por si había dudas ya firmó la salvación y se acerca a Europa. En la jugada, Piqué volvió a dejar sus fallos que de vez en cuando comete, porque el central del Periscope dejó solo a Oyarzabal en su remate de cabeza.

La Real, bien colocada detrás, jugó como quiso en la primera parte. Supo crear peligro con sus contras y apenas dejó aparecer a Messi y Neymar (Suárez, sancionado, no estaba). Ahogándole en el centro del campo, y con una defensa férrea, el equipo de Eusebio manejó la primera parte a su gusto, dando una lección a su amigo Luis Enrique. La segunda parte sería otra historia.

Iniesta cambió la imagen al Barça en el segundo tramo. El manchego fue en solo 45 minutos el mejor de un equipo que deja dudas a la vez que se deja puntos. El capitán salió en lugar de un Rafinha aun verde y el que se iría al banquillo antes de tiempo también sería Arda Turan. El turco volvió a ser el peor de su equipo, y ya no es novedad. Luis Enrique se cansó de él y el ex del Atlético quedó tocado y señalado.

No se vio a la Real Sociedad en toda la segunda parte, pero tampoco lo necesitaban. Los vascos se 'acurrucaron' atrás y supieron defender el asedio culé, que no es que fuera total pero sí peligroso. Al Barça no le quedó otra que atacar y atacar, pero esta vez no encontraron tantas facilidades. Tuvieron que recurrir a disparos desde fuera o a los pocos despistes defensivos que tuvieron los de Eusebio.

Cuando la defensa txuri-urdin fallaba, aparecía un enorme Rulli que se doctoró como portero. Le sacó primero una gran mano a Iniesta, en un disparo que iba a la misma escuadra. Una parada de esas que son todo el sueño de un meta. Si el fotógrafo la captó, el cancerbero argentino tendría gesta para años. También después Rulli se inventó otra parada a un disparo de Messi a tres metros. Era un muro infranqueable. 

La Real Sociedad, de la mano de uno de los exponentes del cruyffismo, Eusebio Sacristán, anuló al Barça y lo hizo con una aparente facilidad digna de estudio. Bien es verdad que los azulgranas (vestidos en Anoeta de su camiseta amarilla de la senyera) tenían un ojo en el Calderón, provocado por la distancia en Liga, pero este Barça comienza a dejar muchas dudas. De 39 partidos sin perder a dos derrotas consecutivas en Liga. De 10 puntos de distancia sobre el Real Madrid a 4.

A Luis Enrique solo le quedó poner a Piqué de delantero centro y a esperar que sonara la flauta. Y, lógicamente, no sonó. Rulli volvió a atajar todo lo que llegó y los culés hincaron la rodilla. Anoeta, otra vez, vuelve a ser la mayor pesadilla de la Liga para el Barça. Tercera visita consecutiva a San Sebastián que acaba en derrota, ciudad en la que no gana desde 2007.

Y, con esto, hay Liga. Claro que la hay. El Atlético está a tres puntos y el Madrid, a cuatro. Quedan 18 puntos en juego, pero el Barça aun tiene renta. Todavía se puede dar el gusto de un pinchazo. Los dos equipos madrileños necesitan que los azulgranas no ganen, mínimo, en dos de los seis partidos que les quedan, contando que los perseguidores ganen todo.

Pero más que los puntos, que las distancias y que las derrotas, son las sensaciones. La imagen que deja un equipo que estaba en la nube, 'borrachos' de éxitos y que ahora se encuentran en la Tierra. Las derrotas consecutivas ante Real Madrid y Real Sociedad, y la mala imagen ante el Atlético cuando estaban en igualdad de condiciones, dejan al Barça en la picota. El Calderón le juzgará. La Liga, si la gana, será por las rentas de antaño, no por su rendimiento de abril.