El pasado mes de mayo La Vuelta organizó una jornada conmemorativa en el Senado para celebrar su 90 aniversario. En un marco festivo y tras unas cuantas charlas de lo más didácticas, Luis Ángel Maté cogió el micrófono y tomó la palabra.
El tono cambió enseguida, pero aquello era necesario. Hizo una reivindicación por la seguridad vial, recordó los interminables accidentes que cada año se llevan decenas de vida en la carretera, ya sean de profesionales o de aficionados.
Los deportistas de élite se juegan su vida cada día que salen a entrenar a tráfico abierto. Ninguno de ellos, se llame como se llame, está exento de una desgracia, y eso genera mucho estrés. Es algo que sólo el ciclismo tiene. Y es un mal endémico de esta sociedad, el poco respeto en el asfalto.
Ahora Luis Ángel Maté ahonda en el tema en una dura conversación con EL ESPAÑOL en la que pone de relieve el pánico que llegó a sentir durante su etapa como profesional. También ahora. "Hubo días en los que no salí a entrenar por miedo", revela.
Lamenta ver a un buen puñado de conductores con el móvil en la mano y aboga por una concienciación vial. Mientras tanto, los accidentes se siguen produciendo en la carretera, como el de hace unos días con el atropello a Ana Alonso, la esquiadora y aspirante a medalla en los próximos Juegos Olímpicos de Invierno.
El miedo a entrenar
Mientras que un futbolista se ejercita cada día en un césped o un atleta lo hace en un tartán, los ciclistas no tienen más remedio que lanzarse a las carreteras a entrenar con tráfico abierto. Eso, inevitablemente, impide que puedan centrarse exclusivamente en su trabajo porque siempre tienen que ir pendientes de otros factores.
"A mí me generaba mucho estrés, hasta el punto de tener días en los que no he salido a entrenar por miedo aun siendo profesional", comenta Luis Ángel Maté para EL ESPAÑOL.
"Te increpan por el mero hecho de ir en bici, son situaciones desagradables que en ocasiones me han hecho no entrenar o hacerlo con la bici de montaña", relata el andaluz, que se retiró del profesionalismo al final de la pasada temporada tras una dilatada carrera.
Como alguien que se ha pasado muchas horas en la carretera durante toda su trayectoria, Maté ha tenido varios sustos: "Ha habido adelantamientos de camiones que me han pasado rozando. Uno me tiró de la carretera cerca de casa".
El tráfico abierto impide, por lo tanto, que un profesional pueda focalizarse plenamente en su trabajo para buscar después el mayor rendimiento en competición.
"No te puedes abstraer y centrarte 100% en tu trabajo. Siempre estás pendiente de dónde estás y eres consciente de ello, del peligro que conlleva. En mi caso, buscaba sitios para entrenar con poco tráfico, pero eres profesional y te toca entrenar", comenta 'El Lince'.
Zonas negras
No todos los lugares son iguales. Tanto la orografía del terreno como la posibilidad de acceder a carreteras secundarias con mucho menos tráfico marcan las particularidades de cada zona, pero en el caso de Maté, marbellí, siempre tuvo un serio problema.
"Al vivir en la Costa del Sol, que es un lugar con la mayor densidad de población de nuestro país y con unas infraestructuras muy pobres, es un lugar vetado para la práctica del ciclismo por ese cóctel", lamenta.
"En verano no podía estar en Marbella entrenando por el tráfico que había. Me iba a Sierra Nevada, no sólo por la altura, sino para huir del tráfico. Es una convivencia casi imposible porque en verano la gente viene de vacaciones con menos respeto y educación", relata el exciclista de Euskaltel Euskadi o Cofidis.
Los conductores y los móviles
Maté no es de los que escurre el bulto y es el primero en pedir conciencia para los ciclistas. También algunos profesionales han mostrado actitudes incívicas en la carretera, sobre todo grabando vídeos en actitudes peligrosas con el tráfico abierto.
Pero el andaluz observa en los últimos tiempos una actitud muy peligrosa en los conductores como es la de ir utilizando el teléfono móvil al volante.
"Me parece un disparate el tema de los teléfonos. Muchísimos conductores van escribiendo, y a cierta velocidad, con que estés dos segundos sin mirar el coche avanza muchísimo. Eso es una aberración que sabe todo el mundo", dice indignado Luis Ángel Maté.
"Las instituciones saben que eso es una causa directa de muertes y no se hace nada al respecto", incide en esa idea. "En los últimos años es algo terrible. Van mirando las redes sociales o escribiendo mensajes. Los ves cuando pasan al lado", condena Maté.
Concienciar del problema
Son decenas de ciclistas fallecidos al año en carretera, y ni los profesionales ni los 'globeros' se libran de los accidentes. A Maté todavía le duelen las muertes de Michelle Scarponi en 2017, arrollado por una furgoneta, o la de Davide Rebellin en 2022, atropellado por un camión. Compañeros de profesión y amigos.
El exciclista aboga por concienciar y educar para evitar más fallecimientos: "Ninguna sociedad se puede permitir el goteo de muertes que tenemos cada día en nuestras carreteras. Es un tema transversal que nos ocupa a todos y es un debate que hay que abordar".
Por eso, insiste Maté en que las instituciones deberían coger la sartén por el mango: "Hay que insistir en la pedagogía. Las instituciones y los propios usuarios de la vía tenemos que ser conscientes de que las carreteras son un grave problema, que están teñidas de sangre y muerte, y no sólo con las bicicletas".
Eso sí, la peligrosidad de las carreteras y el poco respeto por los demás usuarios de la vía pública no es algo exclusivamente de España.
"Por desgracia no es un problema exclusivamente nacional. Comparado con otros países, no estamos tan mal, aunque no es consuelo. Hay que hacer algo y hacerlo cuanto antes", reclama con energía Luis Ángel Maté.
Por el momento, cualquier profesional del ciclismo tendrá que seguir jugándose la vida cada jornada tan sólo para ir a entrenar. Es el duro día a día de un deporte que también es excesivamente duro en esto.
