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Bradley Wiggins, el primer británico en conquistar el Tour de Francia en 2012 y pentacampeón olímpico, ha estremecido al mundo deportivo con unas declaraciones que revelan la cara más oscura del éxito.

El ciclista confesó que llegó a esnifar cocaína sobre su medalla de oro olímpica durante el punto más bajo de su adicción.​

En una entrevista con The Times y extractos de su próxima autobiografía "The Chain", Wiggins relató el momento más degradante de su caída: "Cientos de miles de personas vitoreándome, viéndome en casa... y ahí estaba yo, en un armario, esnifando cocaína de mi medalla de oro, burlándome de mi logro", reconoce.

El excampeón, que se retiró en 2016 tras una carrera repleta de éxitos, admitió haber sido "un adicto funcional" durante años. "Mi hijo pensaba que me encontrarían muerto por la mañana. Estaba drogado la mayor parte del tiempo durante muchos años", confesó en mayo pasado al periódico The Observer.​

Wiggins reveló episodios extremos de consumo, incluyendo períodos de dos semanas encerrado en hoteles consumiendo hasta 120 gramos de cocaína. "No sé cómo no morí. No me gusta pensar en ello", admitió con crudeza. Esta cantidad representa una dosis potencialmente letal varias veces superior a los límites de supervivencia humana.​

La adicción llevó a Wiggins a perder todo lo que había construido. Declarado en bancarrota en 2024, el ciclista que acumuló una fortuna de más de 15 millones de euros terminó durmiendo en bancos de parques y refugiándose en "casas de crack en Middlesbrough". Sus deudas superaron el millón de euros.​

Durante sus momentos más oscuros, Wiggins destruyó sus trofeos frente a sus hijos, incluido su premio de Personalidad Deportiva del Año de 2012 y su título nobiliario. "Esto no es éxito", gritaba mientras los hacía pedazos.

Camino a la recuperación

Sorprendentemente, fue Lance Armstrong quien le tendió una mano en sus momentos más difíciles. El controvertido exciclista estadounidense, despojado de siete Tours de Francia por dopaje, se ofreció a pagar su tratamiento y lo llevó a Estados Unidos para un programa de rehabilitación. "Estoy en deuda con él", reconoció Wiggins.​

Actualmente lleva un año sobrio y asiste regularmente a Narcóticos Anónimos. Ha establecido una rutina estricta: "Me levanto a las 6:15, voy al gimnasio todos los días, planifico mis comidas. Vivo como un atleta profesional". Ha recuperado la estabilidad financiera y una vivienda propia.​