En Abu Dhabi caen cada año unos 57 mm. de agua por metro cuadrado, mientras que San Sebastián recibe de media 1.474. Y, sin embargo, estos días habrá arcoíris en los Emiratos, aunque este verano no lo hubiese en Guipúzcoa. La Clásica de San Sebastián, prueba de un día con más de tres décadas de historia y encuadrada en el UCI World Tour (primera división del ciclismo), no contó con el entonces campeón del mundo, Michal Kwiatkowski. El Abu Dhabi Tour, ronda por etapas recién creada y adscrita al segundo escalón del calendario, sí que tendrá a Peter Sagan en la salida, estrenando el maillot que le acredita como monarca universal, pedaleando por el desierto hasta el próximo domingo.

La carrera de Abu Dhabi es un hito más en un camino que iniciara en 2002 la vecina Qatar. De la mano de Paumer, empresa de organización de eventos del legendario ciclista Eddy Merckx, y de su socio ASO, dueño y responsable del Tour de Francia y varias competiciones más de primer nivel, el país que duerme sobre las terceras reservas de gas natural más importantes del mundo armó su vuelta ciclista, que lleva 14 febreros consecutivos celebrándose. Siguieron su camino Omán, que inauguró su ronda en 2010, y el emirato de Dubai, que hizo lo propio el año pasado. “Y vienen más. Kuwait o Bahrein también tienen interés por el ciclismo”, advierte Ricardo Martins, experto en márketing deportivo y mánager del principal equipo de la región, SkyDive Dubai.

Pero, ¿por qué este interés súbito desde el Golfo Pérsico por el deporte de la bicicleta? “Cada país tiene sus circunstancias”, explica Martins, “pero en general diría que aquí hay más afición por la bicicleta de lo que podría parecer en un principio. Yo voy a casa de mi jefe y veo fotos suyas compitiendo en carreras de pequeño”. No obstante, siempre hay una cara B, y en este caso ésta consiste en el desembarco de los popularmente conocidos petrodólares en el negocio del deporte, en el valor publicitario que ofrece el ciclismo para los lugares que lo acogen y en la necesidad de crear eventos e identidad en lugares poco aptos para la formación de un tejido social.

Este último es el caso de la Vuelta a Omán. La carrera se enmarca en el Festival de Muscat, una serie de festejos promovidos por los gobernantes locales para sacar a la población local a la calle. Se disputa en la tercera semana de febrero, justo antes de que llegue marzo y las temperaturas medias superiores a 40 grados que hacen imposible practicar deporte al aire libre o, simplemente, estar en la calle. “Es el mayor evento deportivo del país”, explicó un empresario residente en Omán a Sports Pro Media. “No era demasiado popular al principio, pero ha crecido bastante. No obstante, la bicicleta sigue siendo cosa de los emigrantes: tomará un tiempo que los omaníes se suban a la bici”.

El trofeo que recibirá el ganador del Tour de Abu Dhabi.

Ése es, precisamente, uno de los grandes objetivos de los dubaitíes con el Dubai Tour. En el pequeño emirato hay un coche por cada dos personas: 1,4 millones de vehículos rodando por una ciudad cuya densidad de población es de 525 personas por kilómetro cuadrado. Para descongestionar el tráfico, las autoridades locales han dispuesto 104 kilómetros de carril bici destinados a ser útiles tanto para el transporte como para el deporte. En este contexto, la carrera aspira a motivar a los residentes a pedalear, además de para mostrar a los espectadores extranjeros los encantos de un país que ha decidido convertir el turismo y el deporte en fuentes de riqueza equiparables a sus reservas naturales o su sector financiero. La inversión de Abu Dhabi va en la misma línea.

Qatar, por su parte, tiene unas ambiciones más ligadas al negocio del deporte profesional. La monarquía gobernante en el país y sus adláteres llevan una década posicionándose en éste mediante proyectos como la academia Aspire o el holding de telecomunicaciones Al-Jazeera Sports. El mercado mundial de los derechos televisivos pasa por Doha, y por ello han abierto oficinas allí las grandes agencias del sector como IMG o Infront. Un ejecutivo de esta última es tajante: “Qatar está desarrollando su economía en muchos frentes, y el gobierno local quiere que el deporte sea uno de ellos”. Por eso acogerá el Mundial de ciclismo en 2016 o el de fútbol en 2022, pese a la polémica que esto suscita por tener que mover las competiciones a fechas menos tradicionales para evitar la canícula galopante o al coste disparatado que supone desplazar todo el material, el personal y las estrellas necesarias para que el evento sea un éxito. La Vuelta a Qatar, por ejemplo, costó este año aproximadamente unos 10,7 millones de euros. La Vuelta a Andalucía, de similares dimensiones y nivel deportivo, costó 1,8.

El ciclismo recibe encantado el interés de Oriente Medio. La revista estadounidense VeloNews preguntó a los corredores por qué les gustaba acudir a estas carreras y halló cuatro motivos. Primero, la posibilidad de pedalear sobre recorridos sencillos (las carreras del Golfo Pérsico discurren por carreteras llanas) para coger forma física. Segundo, el clima, ideal para que los ciclistas provenientes de meteorologías poco benignas puedan realizar buenos entrenamientos aunque las temperaturas a veces provoquen motines en el pelotón y la neutralización de etapas, como sucedió este mismo año en Omán. Tercero, la comodidad de la estancia y el viaje, ambos realizados en primera clase. Y, cuarto, el dinero…

Para muestra, dos botones. Mark Cavendish, otrora considerado mejor sprinter del mundo y campeón del ídem en 2010, está ejerciendo de embajador del Abu Dhabi Tour pese a no poder competir por lesión. Hace unas semanas se rumoreó que la aerolínea emiratí Etihad podría patrocinar a su próximo equipo, aunque este extremo fue desmentido por la compañía. Por otra parte, la organización de la prueba ha firmado un acuerdo con Velon, un lobby formado por once de los mayores equipos del mundo, para compartir los beneficios generados por la misma. Es por eso que están en Abu Dhabi estrellas como el mentado Sagan, Alejandro Valverde (Movistar Team, primero del UCI World Tour en 2014 y 2015), Vincenzo Nibali (Astana, ganador del Tour de Francia 2014) o Philippe Gilbert (BMC, campeón del mundo en 2012).

Sólo falta un paso por dar: que el ciclismo genere su PSG, su equipo de primer nivel auspiciado por un jeque del Golfo. Podría estar en camino. Durante los últimos meses se ha venido especulando en los mentideros con la posibilidad de que la antigua estructura de Liquigas-Cannondale, que campó por el UCI World Tour entre 2005 y 2014, vuelva a las carreteras en 2017 con petrodólares en el bolsillo y Vincenzo Nibali como jefe de filas. Preguntado por el particular, el máximo responsable deportivo de dicha estructura, Roberto Amadio, negó la mayor e indicó que eso era “una cosa de Alex Carera”, representante del popular ciclista siciliano.

La semana pasada, el SkyDive Dubai de Ricardo Martins y el magnate Nasser Al Neyadi ficharon a Alberto Volpi, uno de los directores deportivos del antiguo Liquigas, para reemplazar al técnico vasco Aritz Arberas. Martins rechaza que eso pueda desencadenar un desembarco italiano en su equipo: “De cara a 2016 ficharemos algunos ciclistas nuevos, no sólo italianos, y queremos hacer más calendario en toda Europa, no sólo en Italia. Seguiremos un año más en la categoría Continental [tercera división mundial] y trataremos de subir un escalón la próxima temporada”. ¿Y Nibali? “Me encantaría tenerlo en mi equipo, pero de momento no hay nada”.

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