El manejo de cargas en la NBA contemporánea ha generado una controversia que divide opiniones entre distintos sectores del baloncesto profesional. Esta práctica, que inicialmente surgió como estrategia preventiva ante posibles lesiones, ha evolucionado hasta convertirse en un tema de constante discusión que involucra a franquicias, seguidores y directivos de la liga.
La organización respondió implementando desde la campaña 2023-24 una regulación específica denominada Player Participation Policy, diseñada para reducir las ausencias no justificadas de las principales figuras del campeonato.
Esta normativa establece restricciones claras: las franquicias tienen prohibido excluir a sus estrellas saludables de encuentros transmitidos nacionalmente o correspondientes a la Copa NBA, siempre que estos jugadores hayan sido reconocidos como All-Star o All-NBA durante los últimos tres años.
Adam Silver, máximo dirigente de la competición, fundamentó esta decisión argumentando que representa un beneficio directo para quienes siguen el deporte, enfatizando que estar disponible constituye un componente esencial del desempeño atlético.
El sistema de penalizaciones económicas resulta contundente: comienza con 100.000 dólares por el primer incumplimiento, escala a 250.000 en la segunda ocasión, y supera el millón por violaciones subsecuentes.
La opinión de Jordan
Durante una conversación con NBC, Michael Jordan expresó su perspectiva sobre esta situación. "Bueno, no debería ser necesario para algunos. Ya sabes, yo nunca quería perderme un partido porque era una oportunidad para demostrar a los aficionados que están ahí para verme jugar". Su trayectoria respalda estas palabras: completó nueve temporadas disputando la totalidad de los 82 encuentros programados.
Jordan enfatizó el compromiso moral con quienes invierten en el deporte: "Tienes una responsabilidad: si la gente viene a verte jugar, no quiero perderme esa oportunidad. Ahora bien, si físicamente no puedo hacerlo, no puedo hacerlo. Pero si físicamente puedo y simplemente no me apetece, eso ya es otra cosa completamente distinta". Su mentalidad diferenciaba claramente entre limitaciones genuinas y falta de disposición personal.
Explicó que su aproximación al juego se fundamentaba en tres pilares esenciales: "Juegas al baloncesto dos horas y media, tres horas al día, ¿no? Ese es tu trabajo. Eso es por lo que te pagan como jugador de la NBA. ¿Qué haces con las otras 21 horas?". Más allá del tiempo de cancha, consideraba vital mantener la forma física y preservar la conexión del equipo que puede romperse con ausencias.
Su compromiso alcanzó momentos legendarios, siendo el más emblemático el denominado 'Flu Game' durante las Finales de 1997 contra Utah, donde a pesar de padecer fiebre elevada, contribuyó con 38 puntos. Esta actitud ejemplifica su filosofía de que el orgullo profesional y el respeto hacia los aficionados que pagan por verte deben prevalecer incluso en circunstancias adversas.
