Guillermo del Pino se consolidó este domingo como la nueva ilusión del baloncesto español tras anotar un triple espectacular ante Francia que otorgó a la Selección el título en el Eurobasket Sub18, confirmando el relevo generacional dorado que aguarda un brillante futuro.
A falta de 41 segundos y ocho puntos abajo (71-79), primero Raúl Villar neutralizó la desventaja y luego el propio Del Pino firmó nueve tantos consecutivos. Culminó el partido con 23 puntos, tres asistencias y 17 de valoración, abrazado por unos compañeros rendidos a su heroísmo.
No es una medalla más: supone la sexta corona continental en Sub18 para España y el decimoquinto metal en la historia de la categoría. Solo la extinta URSS acumula más oros —ocho—. La hazaña refuerza el prestigio de la cantera nacional y su ambición de largo alcance.
Del Pino nació en Córdoba en 2007 y se desempeña como base, aunque también puede actuar de escolta. Con 1,96 metros, destaca por su versatilidad y control del ritmo. Su sello personal, basado en la lectura de juego, ha llamado la atención desde sus inicios.
Se formó en la cantera del Coto Córdoba y posteriormente integró las filas del Unicaja, equipo con el que debutó en la Basketball Champions League 2023/24, torneo que terminó conquistando bajo la dirección de Ibon Navarro y que marcó su primer pasaporte continental.
El pasado curso decidió regresar a Córdoba para competir en Segunda FEB con el Coto, buscando más minutos y protagonismo. Además, aceptó la invitación al Next Generation Team Múnich, donde se midió a las promesas más destacadas de Europa.
El base ya brilló en el Eurobasket Sub16 de 2023, donde lideró a España al oro y se alzó con el galardón de MVP. Su actuación con 22 puntos en la final frente a Italia reveló un talento fuera de serie y anticipó el éxito posterior.
Un duelo clave contra Eslovenia en cuartos del torneo Sub18 le vio anotar 26 puntos, incluidos seis triples, consolidando su condición de jugador decisivo. Aquella exhibición confirmó que Del Pino no es flor de un día, sino un prodigio con hambre de victorias constantes.
El momento culminante llegó con el triple ganador ante Francia, un lanzamiento de manual que volteó un choque casi perdido. Un instante que será recordado como uno de los más emblemáticos en la historia del baloncesto juvenil español.
Del Pino, rumbo a la NCAA
Este verano, Del Pino tomó la determinación de cruzar el Atlántico y unirse a los Maryland Terrapins de la División I de la NCAA. Una apuesta pensando en su crecimiento deportivo y académico, consciente del gran escaparate que supone la conferencia BigTen para su proyección.
Sin embargo, su marcha evidencia un problema mayúsculo: el éxodo de talento joven que, seducido por mejores condiciones económicas, prefiere la NCAA. Los clubes europeos, incapaces de igualar esos incentivos, ven cómo sus joyas huyen sin oportunidad de integrarse en la Liga Endesa.
Junto a Del Pino se han ido a Estados Unidos figuras como Ian Platteeuw —su compañero en la Selección y MVP del Eurobasket— y Rubén Domínguez. Este goteo continuo subraya la urgencia de medidas efectivas para retener a las promesas nacionales antes de que forjen su experiencia en otro entorno.
La Selección celebra el triunfo en el Eurobasket Sub18
La fuga de talento del baloncesto español hacia la NCAA es un fenómeno que ha adquirido una dimensión crítica en los últimos años, pasando de ser una vía excepcional a una opción lógica y cada vez más frecuente para jóvenes promesas.
El número de jugadores españoles, tanto masculinos como femeninos, en el baloncesto universitario estadounidense ha crecido de forma exponencial: de apenas 3 o 4 en la División I en la temporada 2012-13 a más de veinte para la 2025/26, sumando decenas si se consideran todas las divisiones.
Desde 2021, la normativa NIL ("Name, Image and Likeness") habilita que los atletas universitarios moneticen su imagen y reciban ingresos por patrocinios, redes sociales y acuerdos comerciales.
Esto ha generado contratos de seis e incluso siete cifras, superando habitualmente lo que pueden ofrecer muchos clubes profesionales europeos a jóvenes de esa edad.
Entre los nombres más visibles recientemente están Aday Mara (de Zaragoza a Michigan tras pasar por UCLA), Baba Miller (Real Madrid a Florida), Mario Saint-Supery (Manresa, a Georgia), Álvaro Folgueiras (Unicaja a Iowa), Dame Sarr (Barcelona a Duke), entre otros.
Jugadores que, en muchos casos, logran cifras inimaginables económica y deportivamente para su edad en España. Además, la NCAA ofrece una plataforma de visibilidad global y contacto directo con los ojeadores de la NBA, lo que resulta muy atractivo para quienes aspiran a llegar a la mejor liga del mundo.
Sin respuesta
En España se ha impulsado la Liga U22 para ofrecer minutos a las jóvenes promesas, sin embargo, iniciativas como esta aún resultan insuficientes mientras algunos grandes clubes como Barça y Real Madrid ya contemplan reducir o eliminar sus canteras ante la imposibilidad de retener talentos.
La fuga de talento hacia la NCAA expone una brecha profunda entre las aspiraciones de los jugadores y las limitaciones del sistema español. Solo con reformas estructurales y mayor apuesta económica se podrá evitar que futuras generaciones desarrollen sus sueños fuera de casa.
