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El Real Madrid se proclamó este miércoles campeón de la Liga Endesa. El 38º título nacional. Un broche a unos playoffs que ha cerrado con un balance de 8-1 ante tres rivales de altura: Baskonia, Unicaja y Valencia Basket.

Y es que los de Chus Mateo han sido un rodillo en la parte final de la temporada, sumando 30 victorias en los últimos 31 partidos. Físicamente, el equipo ha acabado el curso como un tiro y eso ha sido clave para la fiesta final.

Sin embargo, no todo el camino fue de rosas. El título de Liga, el único trofeo levando por el Real Madrid esta temporada, sabe poco en el club blanco. El curso ha estado lleno de cambios y ha habido importantes baches que han dejado huella.

El desenlace de la serie decisiva se vivió con gran intensidad en la Fonteta, donde el conjunto madridista selló su victoria definitiva contra el Valencia. La contundente actuación en el tercer encuentro confirmó la superioridad de un equipo que, pese a las turbulencias, ha encontrado el momento justo para alzar el trofeo.

Sin embargo, tras el júbilo inicial, el croata Mario Hezonja ofreció una lectura más crítica: "Es importante para la gente que trabaja en el club y para los que están todo el día apoyándonos. Pero para mí esto no puede justificar la mierda que hemos hecho todo el año, un título no es suficiente cuando tienes esta camiseta".

En declaraciones a los micrófonos de Movistar+, añadió: "Hay que mejorar, hay que sentarse en la oficina y hablar sobre el futuro de todos. Esto no se puede repetir el año que viene". Un mensaje claro sobre la necesidad de cambios profundos, incluso tras el éxito logrado.

Este título liguero, el trigésimo octavo en la trayectoria blanca, pone fin a una campaña marcada por una superioridad abrumadora en la recta final. Con un 26-0 entre diciembre y mayo, el equipo rompió la tercera mejor racha triunfal en la historia de la ACB.

La imbatibilidad como local, con 31 triunfos consecutivos en el Movistar Arena, refuerza el dominio en el campeonato doméstico. A dos victorias de igualar el récord absoluto del Barça, los blancos han demostrado que, cuando tienen ritmo, resultan inalcanzables.

No obstante, la temporada comenzó con nubarrones: dos tropiezos en las primeras salidas a La Coruña y Bilbao y la caída en la final de la Supercopa frente al Unicaja. Además, la eliminación prematura en la Copa del Rey y las dudas en la Euroliga pusieron en jaque la moral del vestuario.

Las caras de la temporada

Las lesiones fueron otro escollo. Usman Garuba tardó en encontrar su lugar y Gabriel Deck castigado físicamente tras lesionarse la cadera en un Clásico en diciembre. Factores que, junto al calendario aplastante, lastraron el rendimiento blanco.

La juventud tuvo también su protagonismo. El talento de la cantera emergió con fuerza de la mano de Hugo González, quien ha caído en los Boston Celtics en el Draft de la NBA, y de Eli John Ndiaye, que cerró el curso consolidado en la rotación. 

Otros fichajes, sin embargo, no cumplieron las expectativas. El base Xavier Rathan-Mayes nunca contó con minutos destacados, Serge Ibaka tuvo destellos aislados y Dennis Smith Jr. se despidió sin dejar huella.

Llull levanta el trofeo de campeón de la Liga Endesa para el Real Madrid en la temporada 2024/25 EFE

Solo Andrés Feliz y Bruno Fernando lograron revertir su situación y se erigieron en piezas clave en los playoffs.

En el plano veterano, la voz cantante siguió recayendo en leyendas del baloncesto continental como Facundo Campazzo, el indomable Sergio Llull, los prometedores Dzanan Musa y Walter Tavares, y el polivalente Alberto Abalde.

El técnico Chus Mateo, relevo de Pablo Laso desde el verano de 2022, ha añadido a su palmarés una Euroliga, dos ligas, una Copa del Rey y dos Supercopas. Su mano firme ha mantenido la maquinaria blanca engrasada y ganadora.

Con el curso concluido, llega un verano de reflexión y movimientos. En la capital se especula con nuevas incorporaciones y salidas para no perder el pulso en todas las competiciones. En un club de la exigencia merengue, no hay espacio para la autocomplacencia.