El baloncesto español vivió su torneo por excelencia de una forma descafeinada -menos para un Barça campeón-. Pese al buen nivel de los equipos y las dudas sobre quién podía alcanzar el título, la falta de aficionados restó un gran atractivo a la Copa del Rey. El evento que más masas mueve entre los seguidores nacionales se quedaba ligeramente huérfana sin la fiesta en las calles.

La Copa del Rey, para aquellos que no la hayan vivido de cerca, da vida a los aledaños del pabellón donde se disputa. Además, acostumbra a ir acompañada de la Minicopa y fomenta el seguimiento de las mejores canteras de todo el país. Todo ello sin contar el impulso económico que supone a nivel de patrocinios. Sin embargo, en tiempos de la Covid-19, y pese a las dudas hasta el final, el hecho de no contar con público en la grada supuso un varapalo para el torneo.

Madrid, donde se ha desarrollado la competición, se quedaba sin la invasión de una afición de Burgos que hacía historia al disputar si primera Copa del Rey. O sin la habitual presión de una grada contra el anfitrión merengue. Y eso sin tener en cuenta la marea baskonista o la división de fuerzas de cara a un Clásico como el de la final de esta edición.

El banquillo del Barça celebra una de las canastas ACB MEDIA

La intención siempre fue poder contar con público. Como todos los organizadores y clubes, a principios de temporada esperaban que en este inicio de 2021 la situación sanitaria fuera algo más positiva que por aquel entonces. Pero, como se ha podido comprobar, no ha habido ningún cambio. La semana previa a la disputa de la Copa el pesimismo se instalaba en el mundo del deporte y la postura del CSD, siempre acompañada de los análisis de Sanidad, no era proclive a aceptar aficionados.

Como explicó en EL ESPAÑOL el viceconsejero de deportes de Madrid, Roberto Núñez, la decisión no dependía del gobierno regional. "Actualmente, lo que son la liga de fútbol profesional y la ACB están bajo los parámetros del CSD y, en ningún momento, a día de hoy, han permitido la posibilidad de que haya público. Nosotros sí tenemos la posibilidad a nivel de Comunidad de Madrid de plantear un escenario con un aforo, por supuesto reducido, pero en este caso la competencia es del CSD y ya han mostrado su decisión de que no haya público", indicó. 

Por lo tanto, la Copa del Rey, la fiesta de las aficiones, perdía algo de sentido y ambiente y se convertía en un torneo diferente. Histórico, pero diferente. La balanza de fuerzas en la grada, el factor público y la presión en momentos decisivos cambiaba por completo. Los clubes pequeños, de alguna manera, se enfrentaban a una Copa más complicada.

Tal fue la influencia de la Covid-19 que UCAM Murcia y Manresa, los siguientes en la clasificación de Copa, se convirtieron en 'equipos suplentes' por si surgía algún brote en los días previos a la competición. Algo que, por suerte, no acabó ocurriendo. La burbuja de la ACB, que ya funcionó a la perfección en la final exprés de liga de la temporada pasada, volvió a cumplir con las expectativas sanitarias.

Remontadas y polémicas

Los resultados de los partidos no sorprendieron. Hubo Clásico en la final -con apenas momentos de tensión arbitral- y en el resto de encuentros acabó pasando el equipo esperado. La gran duda podía estar en el partido que abría la competición, donde San Pablo Burgos podía dar la campanada al venir como campeón de la Intercontinental. Sin embargo, Lenovo Tenerife se clasificó para semis sin demasiadas complicaciones. 

Misma historia se vivió en el Real Madrid - Valencia, donde los de Pablo Laso sortearon las complicaciones físicas de los días previos y mostraron su mejor versión. Sin grandes exhibiciones de baloncesto, pero sacando a relucir la fortaleza necesaria para ganar el título. Un guion similar al de la jornada del viernes, donde Baskonia se impuso al Joventut. Solo el Barça estuvo cerca de cambiar la cascada de resultados esperados. Unicaja llegó a situarse con una ventaja de 20 puntos, pero los de Jasikevicius evitaron un nuevo descalabro copero y se clasificaron para semifinales.

Katsikaris abandona el parqué tras ser expulsado del Barça-Unicaja ACB MEDIA

Fue ahí, sin embargo, donde surgió la gran polémica arbitral del torneo. Prácticamente la única. Unicaja forzó la prórroga con una canasta de Abromaitis. Y, pese a que no hubo quejas en el momento, la repetición de la jugada dejó ver una falta que no fue señalada y que hubiera dado la opción de un 2+1 al cuadro de Katsikaris. A falta de menos de 0,5 segundos, anotar hubiera puesto la puntilla.

El físico acabó con Unicaja en la prórroga y en las semifinales se cumplieron todas las previsiones. El Real Madrid acabó con Iberostar Tenerife, también con una remontada de casi la misma magnitud que la del Barça en cuartos y los de Jasikevicius, en el último duelo del sábado, tumbó a un Baskonia que se vio claramente superado.

El último partido tampoco generó controversia. La oleada de titulares tras lo ocurrido en 2019 parece cosa del pasado. El Real Madrid protestó algunas jugadas en las que los colegiados dejaron jugar, pero el rodillo azulgrana de la primera mitad evitó un final lo suficientemente igualado como para llevar la tensión a flor de piel.

Jasikevicius se reafirma

El entrenador del Barcelona se jugaba mucho más que Pablo Laso. La Copa del Rey se ha convertido en estas últimas temporadas de crisis en el único bálsamo para la entidad azulgrana. Y, tras el fracaso en la pasada Supercopa de España, perder un nuevo título ante el Real Madrid supondría una grave crisis en el seno del conjunto azulgrana.

Pero nada de eso ocurrió. Los azulgrana mostraron su mejor imagen en toda la Copa del Rey y prácticamente sentenciaron en la primera mitad. Los números de jugadores como Higgins (20 puntos) o Mirotic (12), apuestas de la dirección deportiva de Nacho Rodríguez, lideraron al Barça. Al fin y al cabo, además del título, el dirigente se llevaba ese particular reconocimiento.

El hecho de hacerlo ante el Real Madrid le dio valor doble y la diferencia en la estadística aumentó la importancia del título. Por ello, el resultado de la Copa del Rey fue el refuerzo del proyecto que encabeza Sarunas Jasikevicius y que está rodeado de dudas ante la inminente llegada de un nuevo presidente.

Audiencias

El debate sobre si el baloncesto en televisión de pago es mejor o peor que en abierto sigue vigente. Los datos, a priori, deberían ser superiores esta temporada al no contar con público en la grada. Todos esos aficionados que no pudieron desplazarse al pabellón capitalino se verían obligados a seguir los partidos coperos por televisión. Para ello, #Vamos, de Movistar, organizó una programación especial con conexiones en directo y la retransmisión de todos los partidos por este canal.

Sin embargo, esa propuesta no terminó de convencer en las primeras fases. Los cuartos de final acumularon una media de 110.000 espectadores entre los cuatro partidos disputados. Cifra inferior a los poco más de 122.000 que se sumaron en la edición del 2020 y los 133.000 aproximados de la 2019. En esta ocasión de 2020, el encuentro entre el Barça y el Unicaja fue el más visto con 169.000 espectadores y un ascenso hasta los 181.000 en la prórroga.

Sergio Llull se lleva las manos a la cabeza tras el polémico final en Copa del Rey 2019 EFE

El Real Madrid-Valencia se quedó en los 145.000 espectadores, mientras que el Baskonia-Joventut se quedó en 75.000 y el primero de la edición, el Tenerife-Burgos, se tuvo que conformar con 55.000 espectadores en el canal de Movistar. Cifras inferiores a las de la edición pasada, disputada en Málaga, que tuvo el Madrid-Bilbao de cuartos con 173.000 espectadores como máximo, el Valencia-Barça con 147.000, el Unicaja-Zaragoza con 101.000 y el Andorra-Tenerife con 69.000.

A falta de datos oficiales del tramo final, está por ver si los números mejoraron en las semifinales disputadas el sábado y la final del domingo. Las complicaciones en estos dos casos es que existió jornada de Liga, por lo que la división de audiencias puede acabar perjudicando al baloncesto copero. La temporada pasada la media en semifinales fue de 106.000 -la anterior casi de 200.000- y la final, en la que no hubo Clásico como en esta ocasión, se quedó en 309.000. El tope de los últimos años está en el Real Madrid-Barça de 2019 con más de medio millón de espectadores.

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