El Real Madrid ya está en la final, una sentencia que explica a medias la historia de este club. La otra mitad indica que las finales están para ganarlas, pero es conveniente remarcar que la jugará, porque este equipo de Laso afronta una temporada complejísima, que se embosca en cada jornada para asaltar el equilibrio de un equipo fantástico que se puso en entredicho antes de esta Copa.

Hoy el enemigo ha sido el Lenovo Tenerife, un equipo que insiste en colocar su sello en cada partido que disputa. Un juego de combinaciones largas y elásticas amasadas con sentido y una defensa movediza, tramposa, que se aferra a los puntos débiles de sus presas. Tomó una corta ventaja de salida que dosificó en el primer cuarto, sacando partido de un comienzo blanco distraído. Alocén no encontró el latido del encuentro como en el día anterior y tampoco Thompkins y Deck aportaron la tranquilidad que reclamaba la situación.

Alternando el tino de unos y los despistes de otros, el encuentro se enredó para el Madrid, mientras que los canarios adquirían una fluidez lúcida de la mano de sus bases. Marcelinho y Fitipaldo (22-40). Por un momento, los blancos estuvieron perdidos, sin encontrar soluciones a los problemas creados por el rival y por ellos mismos. Por fin, Laso dio con la tecla de la vieja guardia. Rudy, Llull, Thompkins, Causeur y Tavares, descontaron doce puntos en un suspiro que sacó al técnico rival Vidorreta- de sus casillas.

Los madridistas se pusieron por delante al final del tercer cuarto, pero entonces, al inicio del último, pareció tomarse un respiro que aprovecharon los canarios para vender su suerte muy cara. Los bases del conjunto canario seguían marcando el compás requerido con la interpretación exacta del bloqueo directo, así que obligaron a los blancos a subir la intensidad defensiva. Y se cumplió el axioma: con la mejora de la defensa, se acierta en ataque.

Los tinerfeños tienen una plantilla extensa, bien pensada, aunque, como suele ocurrir en este tipo de comparaciones con los grandes, sale perdiendo: en el Madrid todos son titulares. La realidad no entiende de repartos equitativos – muchas veces ni de justicia – y, hoy por hoy, el madrileño es un equipo más consolidado, con mayor potencial, que, además, se plasma de forma inexorable en las ocasiones requeridas.

Lejos de ser un trámite para el Real Madrid, el Lenovo Tenerife, se comportó como un equipo honesto que representa su papel con arrojo y acierto. Ofreció un recital atinado de sus virtudes en el encuentro, por el que circuló con maniobras ajustadas al rival. Su entrenador, el ya experto Txus Vidorreta, se propuso buscarle las cosquillas a Laso, y lo consiguió en ámbitos y fases concretas. Hicieron lo que pudieron y saben, y lo hicieron muy bien. Pero enfrente estaba el equipo que en doce años sólo se ha perdido una final.