La NBA regresó durante este miércoles y un joven delgaducho de 2,18 metros de altura se robó todas las miradas. Con esa descripción, todo aficionado de la liga norteamericana de baloncesto ya sabe que el protagonista no es otro que Bol Bol. Un nombre que no es desconocido por su padre, pero que todavía no había debutado esta temporada en los Denver Nuggets tras ser elegido en el número 44 del pasado Draft por los Miami Heat.

Han transcurrido 133 días sin NBA y en su regreso, este chico de 20 años fue la estrella. Una lesión en el pie le ha impedido estrenarse en un partido oficial en la liga, pero en esta pretemporada improvisada en la burbuja de Orlando ha debutado con 16 puntos, 10 rebotes y seis tapones en la victoria de los Nuggets sobre los Wizards por 89-82.

"Lo mejor fue poder jugar después de tanto tiempo. He estado esperando este momento mucho tiempo, trabajando duro. No me sorprende lo que ha pasado porque he estado trabajando muy duro, especialmente desde que llegué al campus. Traté de no estar nervioso y sabía que todo iba a venir", decía tras ser el protagonista de la noche.

Es la imagen viva de Manute, su padre. Figura muy recordada por su paso entre los ochenta y los noventa por la NBA. Este era aún más alto que su hijo. Medía 2,31 metros de altura y era todo un especialista en colocar gorros, como no. En los Wizards -entonces Washington Bullets- debutó y allí, en su primer año en la liga, promedió 5,0 tapones por partido. Sería un icono de su generación, más por su apariencia y envergadura que por sus capacidades de juego, todo sea dicho.

Manute Bol

Manute, que se partió los dientes la primera vez que hizo un mate y luego se tuvo que poner implantes al llegar a Estados Unidos, será siempre uno de los jugadores más 'exóticos' que han pasado por la NBA. Un jugador con carisma, se podría decir. Lo más curioso de él es lo cuanto se ha llegado a especular con su verdadera edad ya que en Sudán, de donde era originario, se perdió su cartilla en la selva.

Manute, ¿un NBA a los 55?

Según los datos oficiales de la NBA, jugó de los 23 a los 32 años en la liga. "Él decía que tenía 35 años", descubrió hace unos pocos años su excompañero Jayson Williams. "Pero yo lo veía en el banquillo y veía las cicatrices en su cabeza hasta que un día le pregunté cómo se las hizo, él respondió que habían perdido su certificado en la selva, así que cada cinco años agarraba una roca y se marcaba en la cabeza con ella. Después empecé a contar las cicatrices y fue cuando dije '¡Manute Bol tiene 55 años!'". Impresionante.

A los 47 años de edad -en teoría-, Manute murió en 2010 a causa de una grave enfermedad renal. Dejó huérfanos a diez hijos, entre ellos Bol Bol. Volviendo a la nueva estrella de la NBA, hay que decir que su vida tampoco ha estado libre de emociones hasta ahora. Quizás no de tantas como la de su padre, por quien tuvo ser un refugiado político después de que Manute fuera acusado en Sudán de ser espía de Estados Unidos.

Bol Bol, 'refugiado' por su padre

Mejor dicho, Bol Bol nació ya siendo un refugiado, puesto que aquellos hechos nacieron en 1998 -cuando él nació en 1999- tras un bombardeo de las fuerzas armadas de EEUU durante la Segunda Guerra Civil Sudanesa. En 2001, Manute y Bol estuvieron retenidos en El Cairo, Egipto con su familia por sus visados y al año siguiente se desplazaron hasta Connecticut como refugiados políticos.

Bol Bol

Bol Bol empezaría a jugar desde bien pequeño al baloncesto. Tras su etapa en el instituto, pasando por hasta cuatro en tres estados diferentes, se marchó a la Universidad de Oregon donde jugó con los Ducks solo un puñado de partidos, nueve en total, promediando 21,0 puntos, 9,6 rebotes y 2,7 tapones por culpa de su fractura en el pie izquierdo. Aún así, tomó la decisión de renunciar a sus otros tres años de carrera que el restaban y se presentó al Draft.

(Casi) tan alto y (casi) tan delgado como su padre. Bol Bol mide 2,18 metros de altura y pesa solo 99 kilos, mientras que su padre alcanzaba los 2,31 (segundo jugador más alto de la historia de la NBA) y pesaba algo más de 100. La diferencia está en que el hijo, que no va corto de envergadura (2,34) lo tiene todo para superar al padre en lo deportivo. Una jugada de este miércoles lo explica: taponó un lanzamiento rival, cogió el rebote, subió el balón, llegó a la línea de tres, lo lanzó y lo encestó. Manute tiene digno heredero.