La imagen de éxito y lujo que rodea al fútbol profesional oculta una realidad menos glamurosa: muchos jugadores, tras años de altos ingresos, terminan arruinados.
Así lo expone Roberto González Moreira, asesor financiero con mucha expericiencia en deportistas, en una charla con Mario Sanjurjo y Micky Muñoz en el pódcast Offsiders.
Según advierte, "el mínimo legal en Primera son 182.000€, pero pocos bajan de 1,5 millones". Sin embargo, ni esas cifras protegen de la ruina si no van acompañadas de sentido común y planificación.
Roberto lleva dos décadas asesorando a jugadores de todas las categorías y conoce bien los riesgos de ese mundo.
Según datos que cita, el 70% de los jugadores de la NFL y el 60% de los futbolistas de la Premier League están arruinados cinco años después de retirarse.
En España, aunque no existen cifras oficiales, el patrón es parecido.
Carrera corta y rentable
El fútbol puede ser una mina de oro... si se sabe gestionar. En La Liga, el salario base para un jugador que sube al primer equipo es de 182.000 euros brutos.
Sin embargo, la mayoría de los jugadores consolidados cobra entre 800.000 y 1,5 millones. En plantillas que luchan por el descenso, es común encontrar contratos que rondan el millón sin problemas. Incluso quienes apenas rozan el mínimo ya escapan de la media salarial española.
A lo largo de una carrera de entre 10 y 12 años en Primera, un futbolista puede ingresar entre 3 y 5 millones de euros. En Segunda, el mínimo está en 91.000 euros, pero el sueldo medio oscila entre 200.000 y 300.000.
Y en Primera RFEF, donde muchos jugadores compaginan el fútbol con otros trabajos, prima la sensatez financiera. "Allí tienen los pies en la tierra", asegura Roberto.
Despilfarro como rutina
Pero el verdadero problema no es cuánto se gana, sino cómo se gasta. Roberto explica que "los futbolistas alcanzan su pico de ingresos en el momento de menor madurez".
Esa combinación explosiva da lugar a decisiones erróneas, influenciadas por el "efecto vestuario" -compararse constantemente con compañeros- y por la falta de referentes.
Hay casos extremos. Desde peluqueros que vuelan desde Milán para cortar el pelo a domicilio, hasta aviones privados para trayectos de 30 minutos o vacaciones.
Gastos que pueden superar los 100.000 euros al año sin que los jugadores sean conscientes de su impacto a largo plazo.
Inversiones sin criterio
El asesor advierte también contra el "pelotazo" fácil. Jugadores que se endeudan para comprar pisos, como el caso de uno que llegó a tener treinta inmuebles financiados.
Tras un divorcio, no pudo sostener los pagos y perdió todo en cascada. También han caído en estafas como las falsas granjas de cannabis en Holanda, donde varios jugadores de Segunda perdieron 18.000 euros cada uno.
Es habitual que se embarquen en negocios que no entienden: gasolineras, discotecas o clubes de pádel con promotores que no saben responder ni a preguntas básicas sobre su viabilidad.
Mal rodeados
"Muchos confían su patrimonio a amigos o al que les lleva las cachimbas", lamenta Roberto. Una metáfora repetida en el sector: dejar que un economista te dé puntos de sutura en la frente.
Para él, el único camino es rodearse de profesionales independientes y evitar a los oportunistas.
Como anécdota final, relata la historia del entrenador argentino Mateo Griguol, quien enseñó a un joven la importancia de invertir con cabeza llenando su nueva camioneta con cemento.
"Esa es tu casa ahora", le dijo, tras advertirle que comprara una vivienda antes de gastar en lujos.
La conclusión de Roberto es clara: en el fútbol, como en la vida, los millones no duran para siempre. Pero una buena planificación sí.
