El futuro inmediato del FC Barcelona se ha convertido en tema de conversación en todos los foros deportivos.
En ElDesmarque Madrugada de Cuatro, la polémica estalló con la vehemencia de David Barral, exfutbolista, que lanzó una crítica sin filtros.
"¿El Barcelona qué es, el club sin ley? ¿Se salta todas las normas?". Sus palabras reflejaron la indignación de quienes consideran que el club catalán recibe nuevamente un trato de favor.
A su lado, el periodista Ricardo Reyes insistió en que "las normas están para cumplirse", mientras Irene Junquera y Roberto Gómez llamaron a la calma, recordando que el fútbol debe también adaptarse a las circunstancias excepcionales.
Gómez incluso defendió la flexibilidad: "¿Qué más os da?". El choque de opiniones resume a la perfección el dilema: reglamento frente a pragmatismo.
El problema del Camp Nou
El origen del conflicto está en el retraso del Camp Nou. Aunque el club ya completó la fase 1A de las obras y podría albergar hasta 27.000 espectadores, la falta de la licencia de primera ocupación emitida por el Ayuntamiento de Barcelona mantiene las puertas cerradas.
Con la cuarta jornada en el horizonte y el Valencia CF como rival, el Barcelona ha tenido que improvisar.
La opción del Estadi Olímpic de Montjuïc, su sede provisional durante esta temporada, quedó fuera de la ecuación por un concierto de Post Malone en la misma fecha. Tampoco prosperaron alternativas como Montilivi o el cambio de orden del calendario.
La directiva blaugrana eligió el Estadio Johan Cruyff, en Sant Joan Despí, como la única solución viable.
El recinto, moderno y emblemático, inaugurado en 2019, cuenta con apenas 6.000 localidades. Y ahí reside el núcleo del problema: LaLiga exige un mínimo de 15.000 asientos para partidos de Primera División, aunque el reglamento permite excepciones por causas técnicas o demográficas.
El Johan Cruyff cumple con la categoría UEFA 3, lo que le habilita para competiciones internacionales femeninas y juveniles, pero carece de elementos imprescindibles para la élite masculina, como el sistema de videoarbitraje (VAR).
El club ya trabaja en instalarlo con urgencia para que esté disponible y activo para el encuentro ante el Valencia, algo que le supondrá un coste estimado de entre 60.000 y 70.000 euros.
El pulso con LaLiga
La cuestión del aforo es la que más enciende el debate. El Barça necesita que la Comisión Delegada de LaLiga conceda una excepción, similar a la que en su día permitió al Eibar jugar en Ipurúa con 5.250 asientos.
El precedente existe, pero el contexto es distinto: no se trata de un club modesto, sino de una de las entidades más poderosas del mundo.
Además, LaLiga exige que todos los estadios cuenten con una "Grada Visitante", con al menos 300 entradas garantizadas para los aficionados rivales.
Estadio Johan Cruyff
Los seguidores del Valencia, que esperan con ansia este choque, siguen sin saber cuántos podrán desplazarse ni en qué condiciones.
Si el encuentro finalmente se juega en Sant Joan Despí, el Johan Cruyff se convertiría en el estadio más pequeño en albergar un partido de Primera desde el Eibar.
Un hecho histórico que, sin embargo, llega acompañado de tensiones institucionales y críticas públicas.
El Barcelona confía en que la excepcionalidad de la situación le abra las puertas de LaLiga. Pero voces como la de David Barral recuerdan que la percepción de privilegio alimenta la polémica.
Entre normas, licencias y aforos, el Barça se encuentra en el ojo del huracán justo antes de un duelo que debería hablar solo de fútbol.
