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Iker Casillas fue uno de los grandes referentes del fútbol español durante dos décadas, tanto por sus reflejos bajo los palos como por su carácter y liderazgo.

Pero más allá de su talento, el exguardameta del Real Madrid y de la selección española siempre convivió con una larga lista de manías y supersticiones que, según él mismo confesó, lo ayudaban a mantener la concentración y la confianza.

Entre todas esas costumbres, hay una especialmente curiosa que durante años pasó desapercibida para la mayoría: la decisión de jugar con las medias del revés, inspirada por el consejo de un preso gitano, según explicó el diario Marca.

El origen de esta superstición, se remonta a diciembre de 2008, justo después de una dura derrota del Real Madrid en el Camp Nou por 2-0.

Aquel Clásico, dirigido por Juande Ramos, dejó al equipo blanco a once puntos del liderato y a Casillas en un momento de incertidumbre. En ese contexto, el portero recibió una carta de un preso de etnia gitana que aseguraba que jugar con una prenda del revés traía buena suerte.

Casillas, que en ese momento buscaba cualquier estímulo para cambiar la dinámica negativa del equipo, decidió seguir aquel consejo y saltó al campo el 20 de diciembre de ese mismo año ante el Valencia con las medias puestas del revés.

Lo que comenzó como una simple prueba se convirtió en un hábito que mantuvo durante los siguientes cuatro años.

La época dorada

Durante ese periodo, los éxitos se acumularon. Con las medias al revés, Casillas logró levantar una Copa del Rey, una Supercopa de España, una Liga, la Copa del Mundo en 2010 y la Eurocopa en 2012.

Aunque es evidente que el rendimiento del equipo no dependía de un detalle como ese, para el propio Iker se trataba de un gesto cargado de significado. Su filosofía era clara: si algo le funcionaba, no lo cambiaba. Por eso, incluso en los peores momentos, se mantenía fiel a sus rituales.

Sin embargo, en enero de 2013 todo dio un giro inesperado. José Mourinho, entonces entrenador del Real Madrid, tomó la polémica decisión de dejar a Casillas en el banquillo en el partido ante el Málaga.

La Selección de España ganadores de la Eurocopa 2012 Depor

Al verse relegado a la suplencia, Iker decidió que era momento de romper con esa costumbre y volvió a ponerse las medias del derecho.

En los partidos posteriores, frente a rivales como la Real Sociedad, Osasuna o el Valencia, el portero volvió a la titularidad y logró mantener su portería a cero en varias ocasiones.

Para él, ese cambio no era solo una cuestión estética, sino una forma de enviar un mensaje: quería empezar de nuevo.

Una de varias supersticiones

Lo cierto es que la superstición de las medias era solo una de muchas. Casillas fue siempre un jugador extremadamente ritualista.

Uno de sus gestos más recordados era el de tocar el larguero con la mano izquierda después de cada gol, tanto a favor como en contra.

También era habitual verlo recortando las mangas de su camiseta antes de cada encuentro, sin importar el frío o la lluvia. Odiaba jugar con manga larga, y por eso usaba unas tijeras para dejar la camiseta a su medida exacta.

Este gesto se hizo famoso desde la final de la Champions de 2002, cuando saltó al campo tras la lesión de César Sánchez y cortó las mangas minutos antes de entrar.

Iker Casillas, en la final de la Champions League 2002

Casillas también tenía hábitos relacionados con la equipación. Prefería siempre jugar con camisetas de color verde, que consideraba su color talismán.

También durante años utilizó guantes especiales con los dedos anular y corazón unidos, una costumbre que adoptó tras una lesión en 2006 y que mantuvo por pura superstición. 

En la selección española sus rituales eran distintos. En lugar de tocar el larguero, tenía la costumbre de besar a un compañero cada vez que el equipo marcaba.

Al principio era Carles Marchena el receptor de ese gesto, y más tarde lo fueron Sergio Ramos o Puyol, según quién estuviera en el campo.

Durante el Mundial de Sudáfrica, Casillas volvió a mostrar su lado más supersticioso. Tras la inesperada derrota ante Suiza en el debut, decidió afeitarse la barba que llevaba durante casi un año y cambiar la camiseta celeste por una verde.

Con ese nuevo aspecto, España encadenó seis victorias consecutivas y se proclamó campeona del mundo. Iker siempre fue consciente de lo curioso de sus hábitos, pero los defendía como parte de su forma de afrontar la presión.

Para él, cambiar de ritual cuando las cosas no iban bien era casi tan importante como parar un penalti. "Los cambios del portero suelen venir acompañados de grandes éxitos", afirmó una vez.

En su caso, las medias del revés no solo marcaron una época, sino que dejaron una historia inolvidable sobre cómo una carta inesperada, enviada desde una prisión, acabó formando parte de la leyenda de uno de los mejores porteros de la historia.