Triunfar gusta, engancha. Vencer en casa lleva al éxtasis. La diferencia puede parecer sutil, pero en el caso de Carolina Marín ha supuesto un cambio radical. Campeona olímpica, doble campeona mundial y tres veces campeona continental, la onubense logró su cuarto título europeo en casa, ante su gente, con una pabellón volcado con ella y le hizo sentir algo especial, más especial incluso que el triunfo en sí, que la aplastante victoria sobre la rusa Evgeniya Kosetskaya (21-15, 21-7).

Carolina Marín surgió como una flor entre el cemento. Una rara avis en el deporte español que se ha convertido en locomotora del mismo, es una de esas figuras, como Pau Gasol, como Rafa Nadal o Mireia Belmonte sin la que no se entienden nuestros éxitos internacionales. Ella lo ganó todo, conquistó un deporte inexistente en España y se elevó por encima de los tradicionales dominadores en el viejo continente e incluso de los dueños del volante durante décadas, casi todos ellos en países del extremo oriente.

La onubense ha hecho lo inimagiable. También en la final ante un pabellón abarrotado con más de 5.000 fieles entregados a su vecina. "He venido aquí para ganar el título con mi público", dijo el viernes y vaya si lo hizo. ¡Y cómo lo hizo!

Si en semifinales tuvo que demostrar su fortaleza mental ante la danesa Mia Blichfeldt y un primer set que se le puso en contra, en la finalísima la rusa Kosetskaya fue un jueguete roto en sus manos. No tanto por el resultado, apabullante en el segundo set, sino por la sensación de que la española estaba entrenandose, disfrutando con un sparring de medio pelo que apenas te hace sudar antes incluso del verdadero combate. Carolina fue un vendaval para conseguir su último título, su cuarto europeo consecutivo, quizás el más importante. Ahí estaba su gente para demostrarlo.

Un día 10

Recién proclamada tatracampeona de Europa, Carolina Marín se mostró "súper contenta". "Desde que me he levantado me he dicho a mí misma 'disfruta de este día, va a ser el último que juegues aquí delante de tu gente, disfruta de esta final' y lo he hecho y por eso estoy feliz", expresó la onubense. Así se mostró una vez más "agradecida de corazón" a todo el público que vino a animarla y a la que consideró responsable de una parte de su medalla de oro.

Marín indicó que además del título está "muy contenta" por cómo jugó y porque se notó que disfrutó "de verdad". Aseguró que "de este Europeo sale una nueva Carolina" y destacó que el campeonato vivido en su tierra le sirve para "seguir mejorando" su juego.

La onubense explicó que con su equipo consideró desde antes de comenzar el campeonato que era "fundamental el control de mis emociones en un escenario nuevo para mí", algo que le sirve de "aprendizaje" para futuros torneos en su lucha por volver a aspirar al número 1 del ránking mundial.

Resaltó una vez más "el sabor muy especial" de haber jugado en su ciudad, en el Palacio que lleva su nombre, ante toda su gente en un día en el que el plan de juego le salió "perfecto". La onubense detalló que fue así porque disfrutó "muchísimo en la pista" y hasta sonrío mucho, "algo que me estaba faltando". Tanto era así que quería que este día "no acabara", sentimiento que se hizo más intenso en el último punto. "Ojalá que sea el más largo de mi vida, porque quiero disfrutar mucho más de toda este gente tras una semana increíble", subrayó.

En cuanto al momento de escuchar el himno en su tierra, reconoció que se emocionó "mucho", pero que no llegó a llorar porque logró contenerse. "Era algo con lo que soñaba, con darle un título a Huelva y mi provincia, a mi gente mi familia y lo he conseguido".