“En el colegio sí me llegaron a decir: ‘Se te va a poner cuerpo de hombre’ o ‘mira qué espaldas estás echando’. Pero yo dejé esos comentarios a un lado y seguí para delante”, explica Atenery Hernández, subcampeona de Europa en halterofilia. “Sí que alguna vez he tenido que escuchar eso de que hago un deporte de hombres”, añade Anne Fernández, recientemente campeona continental de rugby. Y Sandra Sánchez, nombrada mejor karateca de la historia, ratifica a sus compañeras: “En ocasiones, sientes que estás un paso por detrás”. Todas, en conversación con EL ESPAÑOL, coinciden: “Conseguimos resultados, pero somos invisibles”.



El deporte femenino pide justicia en el día de la mujer. O, al menos, “visibilidad”. Ellas son ‘guerreras’, ‘leonas’… Pero, sobre todo, ganan. En los Juegos Olímpicos de Río, se colgaron más medallas que ellos (nueve de las mujeres frente a ocho de los hombres) y a nivel de equipos tampoco fallan. En baloncesto y en rugby son campeonas de Europa; en balonmano, se hicieron con el bronce en Londres 2012… y suma y sigue. Los referentes, ahora, en muchos deportes, son femeninos: Carolina Marín, Lydia Valentín, Mireia Belmonte… Por eso, piden, como en el spot de Iberdrola, que #Hablemosdesuslogros.

Pero no lo han tenido fácil. Atenery Hernández (San Cristóbal de la Laguna, 1994) sufrió “en el colegio” y fue eliminando todos esos prejuicios y estereotipos por el camino. “Es posible que haya niñas que no aguanten determinados comentarios y abandonen esos deportes considerados de hombres. Tenemos que luchar para que la percepción cambie”. Eso es lo que quiere y lo que intenta desde su posición. La haltera canaria, después de proclamarse subcampeona continental, prepara ahora el campeonato de Europa de Bucarest (del 26 de marzo al 1 de abril), pero con la vista puesta en cumplir su sueño: acudir a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.



En halterofilia, como en muchos otros deportes, el principal referente es femenino. En este caso, Lydia Valentín. Los resultados, por tanto, están ahí. “Estamos haciendo grandes cosas para que se nos reconozca, pero seguimos en la oscuridad”, se queja Atenery. “Necesitamos que la gente se enganche. Si hay audiencias, el resto llegará”, explica, esperanzada. ¿El problema? La escasa atención mediática: sólo el 6% de las noticias que aparecen en los medios hablan de ellas. El espacio restante que se dedica en telediarios o webs nacionales es para ellos.

La comparación, en muchos casos, es flagrante. Sandra Sánchez (Talavera de la Reina, Toledo, 1981), por ejemplo, ha sido nombrada recientemente mejor karateca de la historia. Pues bien, ella, que es campeona de Europa y primera en ránking mundial e histórico en la disciplina de katas, apenas si ha recibido llamadas por parte de la prensa. “Falta visibilidad. Ahora, tras este galardón, tan solo tengo un recorte de un periódico que es como mi dedo meñique de grande. Cuando lo vi, pensé: ‘¿Qué necesito hacer para salir, me voy a otro planeta y gano otras competiciones?’. Nosotras hacemos lo que podemos, pero luego falta atención”.

Sandra Sánchez recibe la medalla de oro. RFEKT



Ella ya lo ha hecho todo. Realmente, sólo le queda acudir a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y, precisamente por eso, puede dedicarse plenamente al kárate. “Ahora que hemos entrado en el programa de las becas ADO, tenemos una salida para poder dedicarnos sólo a entrenar. Si no te dedicas al 100% a esto, es imposible”. Pero, por suerte, ella ha podido hacer eso desde pequeña. Empezó a hacer kárate a los cuatro años y, aunque nunca ha sufrido discriminación, sí que ha recibido comentarios de toda índole. “Como tengo mucho músculo, me dicen: ‘¿Y te gusta tu cuerpo?’. Y, bueno, es lo que hay. Qué se le va a hacer”.

Como tengo mucho músculo, me dicen: "¿Y te gusta tu cuerpo?". Y, bueno, es lo que hay



Por eso, cree que hay mucho que cambiar, como los contratos abusivos que muchas deportistas tienen que firmar (“esas cláusulas antiembarazo que hay”) o la presencia femenina en las juntas directivas de las federaciones. De hecho, a pesar de que el panorama va a mejor, lo hace muy poco a poco: en 2014 había 133 mujeres del total de 961 miembros en los órganos directivos y en 2017 hay 222 entre 937 hombres. Unas cifras que ejemplifica todo el camino que tiene que recorrer la igualdad en ese sentido.



El cambio, aunque se tiene que producir arriba, tiene que empezar desde abajo, en lo educativo. “La sociedad tiene mucho peso en las decisiones que toman los niños y las niñas. Yo sí que sé de padres que, por ejemplo, no dejaban que sus hijas jugasen a rugby”. Eso, por suerte, no lo ha vivido en sus carnes Anne Fernández (Vitoria, 1998). Ella empezó a jugar con chicos y siempre la trataron “igual”. El problema vino después, cuando era mayor. “Entonces, sí que he tenido que escuchar algún comentario machista. Tenemos que acabar con eso de que hay deportes de hombres y de mujeres”, pide.



¿Y cómo se hace eso? Anne responde en su día a día. En su caso, estudiando fisioterapia, entrenando, haciendo huelga (su equipo, el Cardenal Cisneros, ha decidido suspender el entrenamiento para secundarla este 8 de marzo) y luchando. “Tenemos que tragar y pelear más que ellos porque lo tenemos más difícil”. Y, además, quejándose, como hizo la selección campeona de Europa en un vídeo en el que repasa los estereotipos que tienen que sufrir muchas jugadoras por el simple hecho de jugar al rugby.

Orgullosas de jugar al rugby



MÁS LICENCIAS FEMENINAS

Aunque hay mucho camino por andar, la situación ha ido cambiando. El número de licencias femeninas se ha incrementado en los últimos años (han pasado de ser un 19’72% en 2009 a un 21’52% en 2016) y también la concepción de parte de la sociedad. “Antiguamente sí es verdad que se hacían comentarios sobre las mujeres deportistas que no eran muy acertados, pero hoy en día está todo más normalizado y se lucha desde clubes y federaciones para que se avance”, explica Silvia Navarro, bronce mundial y olímpico en Londres 2012 con la selección de balonmano.



Esa realidad la ha vivido también Jennifer Miranda, campeona de España amateur durante muchos años y profesional desde hace un mes. “Cuando yo empecé, éramos cuatro”, reconoce. Pero, ahora, gracias a su trabajo (formó parte de la comisión de deporte y mujer de la Federación de boxeo) y el de muchas otras boxeadoras (como Joana Pastrana, aspirante al campeonato del mundo) ha cambiado. “Es verdad que antes pensaban que estabas loca por meterte aquí o que creían que eras una machorra, pero eso está cambiando”. Por eso, insiste: “Hay que luchar por ello”.



¿El objetivo? Que no sólo gimnasia (92%), voleibol (77%), baile deportivo (71%), hípica (68%) y patinaje (61%) tengan una mayoría de licencias de mujeres. Que el número se incremente y que las oportunidades crezcan. Por eso, muchas deportistas secundarán la huelga. Cada una a su manera, cambiando entrenamientos, modificando horarios o, directamente, descansando. Lo que haga falta con tal de que la situación vaya a mejor y que, en unos años, estos artículos sean historia. Como ellas, las pioneras, la generación que ha llevado al deporte femenino a lo más alto, la que hoy grita desde el podio y reclama igualdad, respeto y atención. Qué menos. 

Atenery Hernández, durante la competición.

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