La estampa se produce en un torneo celebrado este verano en una isla canaria. Una jugadora española de 22 años sale a la pista con las piernas temblando: un par de horas antes le han ofrecido por Facebook 4.000 euros por perder el partido. Ha ido a consultárselo a su entrenador, y este le aconseja que se lo cuente al juez de silla. No le hace caso, pero tampoco acepta el trucaje. Gana su partido. Cuando termina, le vuelven a ofrecer 4.000 euros si pierde su segundo partido. La chica se niega. Terminan dejándola en paz.

La persona que cuenta esta historia trabaja en el corazón del tenis español desde hace más de una década. Dice no estar sorprendida por la 'Operación Future' desarrollada por la Guardia Civil este jueves (con 34 detenciones en 12 provincias). “Sucede en los vestuarios, en el gimnasio, desde la grada, por WhatsApp y por Telegram. Prácticamente todos los chicos del circuito están implicados de alguna manera, las chicas algo menos, pero también. En el circuito masculino puedo asegurarte que les han ofrecido amaños al 90% de los tenistas. Y un 70% los acepta. El primer día igual dicen que no, el segundo también, pero a la tercera acceden y ya no salen de ahí”.

No ha sido revelada aún la identidad de los seis tenistas que figuran entre los 34 detenidos en la operación contra los amaños del tenis español, pero al menos cinco de ellos son desconocidos por el gran público: según ha podido saber este periódico, uno de ellos es menor y todos pertenecen a la masa anónima de deportistas semiprofesionales que compiten en torneos de categoría Future organizados por la International Tennis Federation (ITF), el primer escalón del circuito, que como reveló EL ESPAÑOL este lunes es el paraíso de los amaños financiados con apuestas online

El arreglo de partidos es una mancha que se expande en el deporte de la raqueta, un proceso “imparable”, como reconocen apostadores, casas de apuestas y portavoces oficiales. “Hay que erradicar las apuestas en este tipo de torneos”, afirmó este jueves el presidente de la Federación Española de Tenis, Miguel Díaz: “Es muy sencillo que venga una mafia y les pueda hacer entrar en este juego, por eso siempre he dicho que este tipo de apuestas desde la ITF deberían prohibirse”.

Partidos de tenis amañados

El deporte de la raqueta es un imán para las apuestas. Presenta una ventaja incomparable frente a otras disciplinas: hace falta persuadir a una persona (o como mucho a dos) en lugar de a muchas para manipular el resultado de un partido. “El tenis es el deporte con más amaños del mundo”, dice Francesco Barranca, el director general de Federbet, un organismo de vigilancia creado por casas de apuestas europeas. “34 personas detenidas sólo en España, imagínese lo que hay en todo el mundo”.

Para Barranca, “esto es sólo una parte pequeñita, la cantidad recaudada [medio millón de euros] por la trama es sorprendentemente pequeña. Los jugadores no son unos genios, cometen errores, hablan por teléfono y les pillan si quieren”. Su conclusión, demoledora, coincide con la de la fuente anteriormente citada. Existe un suculento negocio paralelo al tenis que nace de las ilimitadas posibilidades de trucaje en casa de apuestas online. “Dos tercios de los tenistas son corruptos… Es la verdad. Más de un 90% de los partidos de torneos Future están amañados. En el tenis es tan fácil que no se puede parar”.

UN TENISTA COMO INTERMEDIARIO

La forma de operar de la organización desmantelada, según la Guardia Civil, sigue el patrón explicado esta semana en la investigación de este periódico: sobornar a tenistas que disputan partidos sin mucha relevancia deportiva y sin cobertura mediática que, sin embargo, son ofertados por grandes casas de apuestas. El lucro derivado de las apuestas sobre resultados aspectos del juego predeterminados (pérdidas de servicio, juegos en blanco, puntos individuales, sets) sirve para financiar el amaño y asegurar un botín para los amañadores y/o mafias.

Un tenista intermediario, que tenía relaciones de confianza con los tenistas sobornados, “forzaba su encuentro con ellos y les ofrecía cuantías concretas por amañar determinados aspectos del juego, los cuales habitualmente consistían en la pérdida de determinados juegos bajo su servicio”, como reza el atestado de la Guardia Civil. “En los casos en los que el tenista intermediario no lograba corromper a los jugadores llegaba a ofertarles el doble o el triple de la comisión, y en el caso de que no accedieran, intentaban corromperle alguno de los dos cabecillas del grupo”.

El modus operandi era siempre idéntico: una vez que el tenista aceptaba el amaño, esta circunstancia era comunicada por el tenista intermediario a sus cabecillas, quienes a través grupos de WhatsApp y Telegram comunicaban a amigos y familiares la oportunidad de aumentar ganancias en las casas de apuestas: un negocio redondo en el que sólo pierde la casa de apuesta (aunque mucho menos de lo que ganan ofertando esos mercados, razón por la que no acceden hasta ahora a la petición de eliminar determinadas categorías del mundo de las apuestas).

Estructura de la organización desarticulada por la Guardia Civil. Guardia Civil

Los torneos Future de la ITF, foco principal de los amaños, son el primer escalón profesional del tenis: campeonatos que entregan premios en metálico y puntos para los ránkings de la ATP (masculino) y la WTA (femenino). Ofrecen entre 10.000 y 15.000 euros en premios y otorgan puntos de clasificación adicionales que sirven para el ránking ATP. Son los torneos donde los juveniles dan sus primeros pasos en el profesionalismo, una base para ascender a los Challengers (el siguiente escalón, ya organizado por la ATP) y ascender en el circuito profesional. Sólo en España se celebran cada año 70 Futures. Todos los días del año hay una decena de campeonatos internacionales (por lo menos) en todo el planeta para poder apostar.

Muchas veces incluso el campeón de un Future tiene que poner dinero de su bolsillo para pagar los gastos de la participación: esta carestía económica explica la generalización de la corrupción en las divisiones inferiores del tenis. (Un estudio encargado por la ITF en 2013 arrojó el sorprendente resultado de que el 45% de los 13.736 jugadores que jugaban en los niveles profesionales no ganaba nada con ello).

Los indicios de la extensión de los amaños en el deporte de la raqueta son cada vez más evidentes, aunque las sanciones sean escasas (la operación de este jueves es la de mayor escala habida hasta ahora en España). Según la Asociación Europea de Seguridad en el Deporte (ESSA, por su sigla en inglés), en el tercer trimestre de 2016 los movimientos sospechosos de apuestas deportivas volvieron a estar dominados por el tenis por séptima vez consecutiva. El año pasado, un 72% de la actividad sospechosa estuvo relacionada con el tenis, algunos de cuyos mayores torneos tiene casas de apuestas entre sus patrocinadores (por ejemplo, William Hill en el Open de Australia).

En el último año ha habido un goteo de tenistas suspendidos o incluso expulsados por manipulaciones diversas: el italiano Marco Cecchinato, número 143 del mundo, recibió un castigo de año y medio de inhabilitación y 40.000 euros; los también italianos Riccardo Accardi y Antonio Campo, 12 y 4 meses respectivamente; el sudafricano Joshua Chetty, de 21 años, número 1.857 del mundo, fue excluido de por vida de la competición por malas prácticas; el mexicano Daniel Garza fue suspendido por seis meses. Amir Weintraub, tenista israelí, actualmente el número 222 del mundo, afirmó el mes pasado que “a todos los jugadores del circuito les han ofrecido amaños, incluido Djokovic”.

La única solución aparente para acabar con los amaños sería dejar de ofertar determinados mercados, como estas categorías inferiores. Pero las casas de apuestas europeas no parecen dispuestas pues perderían cuota de mercado. Este lunes, cuando este periódico publicó que la Federación Española pedía por primera vez suprimir las apuestas en los torneos Future, se abrió una ventana para un debate complicado: las ganancias por apuestas son millonarias y han creado numerosísimos intereses. Tres días después ha habido 34 detenciones. Las autoridades, parece, van a tratar de poner coto a una práctica extraordinariamente difícil de probar: al fin y al cabo, ¿cómo demostrar que un fallo en un ‘drive’ o una doble falta constituyen una trampa?