“Lo normal es que un aventurero regrese a casa… o muera”. Nacho Dean, autor de esta frase, lo sabe bien. Ha pasado tres años dando la vuelta al mundo y ha estado a punto de quedarse por el camino en varias ocasiones: ha presenciado atentados terroristas, le han atacado, le han robado… Y, sin embargo, ha conseguido su objetivo. Es decir, se ha convertido en el primer español en recorrer el planeta a pie. El pasado 22 de febrero se montó en un  avión hasta Lisboa y desde allí, con su inseparable carro, ha andado hasta Madrid, donde ha puesto fin a su viaje tras recorrer 31 países, cuatro continentes y comerse 32.000 kilómetros con sus desgastadas y viejas zapatillas.



Nacho, hace tres años, era como cualquier otra persona –su padre es marino y su madre registradora de la propiedad–. Él cursó Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad Complutense de Madrid, terminó la carrera y se puso a trabajar, primero en algo relacionado con sus estudios y después en otros ámbitos: recuperación de especies salvajes, socorrista… Hasta que decidió plantarse y dar la vuelta al mundo. ¿Por qué? “Porque creo que es un milagro estar vivo y hay que apostar por los sueños, y además estaba a disgusto con la situación que había en España. Y dije: ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Y así fue todo”, confiesa en conversación con EL ESPAÑOL.

Nacho Dean camina por la carretera. Nacho Dean Facebook



Una vez tomada la decisión, tardó casi un año y medio en echar a andar. Dejó el trabajo, buscó patrocinadores, eligió una causa –‘Por el medio ambiente’–, planeó el itinerario y se vacunó contra todo lo posible. Y concluido ese proceso, comenzó su aventura, el 21 de marzo de 2013, en el kilómetro '0' de Madrid, con 3.000 euros en el bolsillo –sus únicos ahorros–, una página web, redes sociales activas para contar su aventura y un carrito –su “Audi”, bromea Nacho–. En él guarda su cámara, el ordenador, la ropa que lava a mano y algunos enseres personales hasta un total de 35 kilos que ha ido arrastrando durante toda su aventura.



En total, 30 países recorridos en casi tres años tan intensos como peligrosos. “En Perú, por ejemplo, se me echaron encima cinco personas y me atracaron. Sobreviví de milagro”. Pero también tuvo problemas en Ecuador, donde le asaltaron las maras; en Dhaka (Bangladesh), donde presenció un atentado terrorista; o en Chitwan (Nepal), donde estuvo frente a un rinoceronte. “Eso, por no hablar de México. Allí me llegaron tres tipos con machetes y además tuve la fiebre Chikungunya. Estuve seis días enfermo con dolor en las articulaciones…”.



FINANCIACIÓN



Su viaje, tan idílico como real, responde a la situación actual de España. Nacho casi no ha tenido ayuda. “Al principio nadie apostó seriamente por mí. Lo normal, en estos casos, es que el aventurero se dé la vuelta o se quede por el camino”. Y, sin embargo, él no cejó en su empeño. Con 3.000 euros ahorrados, inició el viaje. Incluso, convenció a algún patrocinador. “Pero sin ningún tipo de contrato”, reconoce. Hasta que en última instancia ha conseguido seguir adelante con las donaciones que se pueden hacer a través de su página web. “¡Menos mal!, gracias a la gente al final he ido sumando. Porque es un viaje de supervivencia. Voy sin ningún tipo de lujos: duermo al aire libre, como lo que puedo…”.



Pero, al final, el camino se le ha hecho largo. En un principio, tenía la intención de pasar por cinco continentes. Sin embargo, la ayuda le ha dado sólo para recorrer cuatro –le queda pendiente África–. Suficientes, en cualquier caso, para cumplir su objetivo, pues “se considera vuelta del mundo al pasar por tres”, reconoce Nacho. ¿Por qué motivos decidió volver? “A la parte económica se le añade que he puesto mi vida en peligro en muchas ocasiones y no quiero seguir tentando a la suerte. No llevo coches de asistencia ni nada. Voy yo solo y el carrito, y eso es complicado. Así que he tomado la decisión de acabar con la aventura una vez cumplido el sueño”.



Y así lo ha hecho. En este último mes ha acabado con su “saludable locura”. El 22 de febrero, cogió un vuelo hacia Lisboa y desde allí ha andado hasta la capital de España. Y en marzo ha vuelto a aparecer de nuevo por Madrid, junto a su carrito, en el kilómetro ‘0’, el origen de todo. El lugar donde, como cantaba Ismael Serrano, “el alma se pierde al escapar”. Da un poco igual hacia qué latitud o continente.

Nacho Dean, descansa junto a su carrito. Nacho Dean

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