A Carlos III se le ha achacado tradicionalmente cierta desidia por las artes musicales. Sin embargo, la educación que trató de imponer para su hijo, el futuro Carlos IV, ofrece un comportamiento bastante diferente. En 1772, el monarca español encargó al padre Brambilla adquirir un conjunto de instrumentos fabricados por el cremonense Antonio Stradivarius con los que se pretendía ampliar la dotación de la Real Cámara de Instrumentos de Arco del príncipe, que se convertiría en una de las orquestas mejor dotadas de toda Europa.

Además del célebre Cuarteto Palatino —quinteto en sus orígenes, pues una viola tenor desapareció durante la Guerra de la Independencia—, realizado por el lutier italiano a finales del siglo XVII y ofrecido a Felipe V en 1702, el lote incluía dos violines más y un exquisito violonchelo Stradivarius 1700. La operación se cerró, bajo la supervisión del compositor Gaetano Bruneti, por unos 7.500 reales, una auténtica fortuna para la época.

Esas joyas instrumentales son de las piezas más excepcionales y únicas del patrimonio histórico español, cuyas cuerdas reproducen en contadas ocasiones las notas que deleitaron la Corte hace tres siglos. Uno de estos conciertos se celebró el pasado mes de octubre en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid, un lugar emblemático donde los haya, pero tuvo que ser a puerta cerrada, sin público, a causa de las circunstancias pandémicas del momento: la segunda ola del coronavirus avanzaba imparable.

Pero en esa coyuntura, el nuevo equipo de Patrimonio Nacional vio una oportunidad excelente para acercar uno de sus grandes tesoros a todo el mundo: grabar un documental del acontecimiento. Stradivarius 1700. Un sueño real, que se estrena este miércoles 17 de febrero en YouTube, cuenta la intrahistoria de la actuación del violonchelista Guillermo Turina (Madrid, 1986) con el delicado instrumento, desde el propio reto musical, en el que estuvo acompañado por la soprano Eugenia Boix y la clavecinista Eva del Campo, hasta el proceso de conservación y preparación de la pieza.

"Ha sido un sueño, una oportunidad maravillosa, una experiencia única... Dudo que me vuelva a pasar algo igual en la vida", confiesa a este periódico Turina, musicólogo y violonchelo principal de orquestas como la European Union Baroque Orchestra en giras por más de una docena de países. Además de la posibilidad de tocar el Stradivarius, los otros ingredientes excepcionales han sido el escenario —uno de los salones más notables del Palacio Real, testigo de importantes sucesos— y la música elegida, la misma que fue escrita para ser escuchada por los reyes. 

Durante el concierto, el intérprete tocó partituras de Antonio Literes, violonchelista de la sede regia española a principios del siglo XVIII y famoso autor de zarzuelas; de José de Torres, maestro titular de la Capilla Real; un par de obras del italiano Giacomo Facco, y varias piezas de los violonchelistas José de Zayas y Francisco Supriani. "Todos tuvieron una relación estrecha con la Corte de Madrid y cuando me pidieron el repertorio para el concierto, pensé que sería muy interesante hacerlo sobre músicos que pudieron estar relacionados con este instrumento", desvela Guillermo Turina.

La conservación

Lorena Robredo, conservadora de Instrumentos Musicales de Patrimonio Nacional, destaca que el sonido del Stradivarius 1700 es "especialmente extraordinario". Fue hecho con los mismos materiales, los más selectos y duraderos, como la madera de arce para la caja y el abeto para la tapa armónica —originaria del famoso "bosque de los violines" de Paneveggio, en los Alpes italianos—, que los del Cuarteto Palatino. Cuentan con una veta muy estrecha —realizada durante el periodo conocido como Mínimo de Maunder, unos años especialmente fríos— que influye en su resonancia y los convierten en "obras únicas e irrepetibles".

Guillermo Turina tocando el Stradivarius 1700 durante el concierto en el Palacio Real. Patrimonio Nacional

Para Guillermo Turina, el violonchelo que pudo tocar es "el mejor Ferrari de los Ferrari": "Es un poquito más grande que los modelos estándar de hoy en día, está impresionantemente bien conservado y todo funciona bien. Además, tiene una historia espectacular y lo tocaron los mejores músicos del siglo XVIII". La única diferencia con el chelo del Cuarteto Palatino es que este no cuenta con decoración. 

"El cuidado que se tiene con estos instrumentos es excepcional. Paso miedo si los tengo que coger, imponen mucho", confiesa Lorena Robredo. Son objetos que sufren mucho con la humedad y que se manejan con sumo cuidado para que no pierdan ni un gramo de sus cualidades sonoras. Cada año viene un lutier desde Nueva York para comprobar su estado y el arquetero que los pone a punto antes de cada concierto es Francisco González. 

Si bien es relativamente habitual poder escuchar las vibraciones de las cuerdas del Cuarteto Real —el único conjunto de instrumentos decorados salido de las manos de Stradivarius que se conserva en el mundo— en conciertos de cámara organizados por Patrimonio Nacional, más extraño es poder disfrutar del Stradivarius 1700. "Esta ocasión ha sido única, un concierto irrepetible", destaca la conservadora.

Los cuatro instrumentos del Cuarteto Palatino. Patrimonio Nacional

También por el espacio donde se celebró: una estancia que fue inicialmente diseñada por el arquitecto Juan Bautista Sachetti para albergar uno de los ramales de la escalera que debía dar acceso a los apartamentos de la reina y que Carlos III ordenó a Sabatini sustituir por un gran salón de ceremonias. En ese lugar se firmó el Tratado de Adhesión de España a las Comunidades Europeas, el 12 de junio de 1985; o, más recientemente, la sanción por el rey Juan Carlos I de la ley orgánica de abdicación en su hijo, Felipe VI, el 18 de junio de 2014.

Un Salón de Columnas presidido por el grupo escultórico de Carlos V dominando el Furor, una copia del conservado en el Museo del Prado, y que expone en sus paredes los tapices de lana y seda tejidos en Bruselas a comienzos del siglo XVII según los cartones que Rafael pintó para la Capilla Sixtina, en los que se cuentan los Hechos de los Apóstoles. Un decorado refinado y exclusivo para un proyecto que busca la recuperación del patrimonio musical. "Hemos hecho un gran esfuerzo para que el público vea cómo era nuestra cultura y arte hace 300 años", cierra Guillermo Turina.

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