Parece que el nombre de Rosalía va íntimamente ligado a un apellido: polémica. Es una joven con voz prodigiosa que no deja indiferente a nadie. Rosalía ha creado un estilo propio que hace que levante pasiones entre su legión de seguidores, aunque éstos no están últimamente muy felices con su artista favorita. Motivos no les faltan.

Hace algunos días, Rosalía ponía en preventa las entradas para sus dos próximos conciertos en España, que se celebrarán el próximo mes de diciembre. Suponen el final de su exitosa gira y tendrán lugar en el Palau Sant Jordi de Barcelona (día 7), y después en Madrid, en el WiZink Center (día 10). Las entradas volaron en cuestión de minutos. Un par de días después se lanzaron el resto de entradas. Resultado: en menos de media hora los servidores de Ticketmaster habían saltado por los aires y todas las entradas se habían evaporado. ¿Pero... todas? En realidad no: un puñado de ellas resistían en el mercado de la reventa.

Precios estratosféricos

Los fans sólo tenían que acudir -con la cartera llena, eso sí-, a páginas web como StubHub, uno de los espacios de compraventa de entradas más populares, y buscar los dos conciertos de Rosalía. Allí no era complicado encontrar entradas tanto de Barcelona como de Madrid, ya sea en la arena o en los anfiteatros. El único problema es que ver su su artista favorito suponía rascarse el bolsillo pagando más del doble su precio original; en el Palau Sant Jordi, de Barcelona, por ejemplo, las entradas con butaca más próximas al escenario superaban los 399€.

Los anfiteatros más alejados oscilaban entre los 145€ y los 85€. A pie de pista, la locura: 250€; en las inmediaciones del escenario, algo más alejadas, había que pagar hasta los 153€. La mayoría de las secciones aún tenían entradas a la hora de escribir este artículo. Una buena noticia para los bolsillos más privilegiados y una vergüenza para los fans de a pie que ven imposible alcanzar esos precios y que culpan a la catalana y la promotora de no hacer lo suficiente para evitar esto. Las críticas no se han hecho esperar, e inundan las redes sociales contra la artista y los promotores, en lo que los fans consideran una estafa en toda regla.

Algo que no ha gustado a la propia Rosalía que ve cómo el descontentos de sus fieles y la reventa empaña su fabuloso éxito. La reventa es una práctica habitual que se ha convertido en una lacra de la industria musical y que los propios artistas ya no saben qué hacer para evitar. La catalana, ídolo de masas, triunfa no sólo en España, sino en todo el mundo. Hace unas semanas reunía a 1.400 personas en el emblemático club neoyorkino Webster Hall para dar un concierto al que asistieron rostros conocidos como la modelo Gigi Hadid, o la propia Alicia Keys. Con “El Mal Querer” ha logrado el disco de platino, que certifica la venta de 40.000 discos. Además, la canción “Malamente” ha sido triple disco de platino (120.000 copias) y “Di mi nombre”, doble disco de platino (80.000 copias), convirtiendo a Rosalía en la cuarta artista española que consigue que dos de sus temas sean certificados como dobles discos de platino.

Pieza cotizada

Además de convirtirse en la artista española con más Premios Grammy en su haber, su fusión de flamenco con reguetón, trap o R&B, reúne a 2,5 millones de seguidores en Instagram y sus publicaciones suman de media unos 300.000 “likes”. Una pieza cotizada para los reventas que han visto en la artista española más internacional del momento en una oportunidad de hacer negocio. Nada nuevo.

El año anterior, los periodistas de los medios canadienses CBC y Toronto Starun  revelaban en una gran exclusiva lo que era un secreto a voces, pero nadie había podido demostrar: se colaron en una convención de revendedores en Las Vegas y destaparon el contubernio entre una de las más importantes web de venta de entradas, y las reventas. Las webs organizan incluso encuentros con reventas, publicando manuales de prácticas para el uso de softwares que han desarrollado para que puedan comprar miles de entradas de golpe (TradeDesk) ofertando, incluso, programas de recompensas para los revendedores profesionales asociados, que reciben más dinero si aumentan sus ventas.

El funcionamiento es tan básico como frustrante para el fan de turno, que ve evaporarse las entradas de sus artistas favoritas sin siquiera olerlas. Los gestores de entradas se valen de bots para inflar sus precios y quedarse con la porción más grande del pastel. Ellos mismos se hacen llamar en los mismos encuentros “brokers”, especuladores de bienes que adquieren en lotes y al que explotan el mayor beneficio en el mercado secundario, igual en en la bolsa. Los beneficios son pingües: una entrada para U2 pasa de venderse de 190€, en el canal oficial, a 900€ en la reventa. Una entrada de pista para un concierto de Madonna de 150€ a 500€.

Hacienda, también perjudicada

Los artistas resultan también perjudicados en todo este “negocio b”. Tampoco los fans son los únicos estafados. Hacienda es el tercer perjudicado en todo este negocio. Las webs de reventa suelen tener domicilio fiscal fuera de España, por lo que, aparte de no poder perseguir a los precursores de estas prácticas al no ser la información rastreable, pierde un trozo importante de la tarta, ya que estas empresas eluden sus obligaciones fiscales con demasiada facilidad.

Algunos artistas, cansados del fraude, se han puesto manos a la obra. Ed Sheeran, el cantante vivo que más discos vende a nivel mundial, harto de ver cómo miles de entradas de sus conciertos se desvían desde el canal oficial a las páginas de reventa, ha ideado una fórmula: vende las entradas de sus conciertos de manera nominal desde una página propia que limita la reventa. Una maniobra recibida con entusiasmo por sus seguidores. No es el único. Otros artistas han puesto en marcha colas virtuales de compra, donde cada usuario debe demostrar no sólo que no es un robot, sino que es un auténtico fan: compartir sus canciones en Facebook, dar likes en Instagram y similares. 

Los españoles se mojan contra el fraude

En España el más activo ha sido Alejandro Sanz, que enarboló en marzo de 2017 una "alianza anti-reventa contra las plataformas digitales que venden masivamente entradas para conciertos a precios desorbitados”. El artista firmó para ello una declaración en la que llamaba al Gobierno a "poner fin a esta abusiva situación" e instaba a la unidad del sector musical a “promocionar el mercado oficial de venta de entradas". La gota que colmó el vaso de esta movilización tuvo que ver con otro grande de los escenarios: la plataforma Viagogo vendió entradas para un concierto de Joaquín Sabina que aún no había sido anunciado, y a precios hasta seis veces más caros de lo habitual. Joaquín Sabina demandó a la plataforma Viagogo.

Otro de los artistas más legendarios, Bruce Springsteen, que cuelga el cartel de “no hay billetes” en todos sus conciertos, ha levantado también su voz contra la reventa. “The Boss” puso el grito en el cielo contra Doctor Music, la promotora de uno de sus últimos conciertos en Madrid. El Boss denunció, además, a ocho plataformas de reventa de entradas ante los organismos reguladores de espectáculos y de protección al consumidor “por un presunto delito de estafa”.

"Lo que ha pasado con estas páginas de reventa es un fraude en mayúsculas”, aseguró Springsteen. La denuncia de Springsteen contra la promotora venían después de que la Asociación de Consumidores Facua denunciara que, en menos de dos horas, desaparecieron las entradas de su concierto. Sin una solución a la vista Rosalía cantará en Madrid y Barcelona, y a juzgar por el ritmo de venta a buen seguro llenará en los dos conciertos. Eso sí: lo hará con un buen número de fans descontentos y un poco más pobres.