Este es un disco para los que aún escuchan discos cuando los demás duermen. Es un disco para los enfermos de ego que piensan recurrentemente en la muerte -porque aman ansiosamente la vida-. Es un disco para los niños dolientes que se aferran a lo poco de bueno que queda aquí cerca: el amor y el vino, como ya dijo un poema. Es un disco para los inadaptados que se mueren de vergüenza, que se cambian por cualquiera, "como el gigante de Bigh Fish", canta Leiva en una de sus nuevas letras. Es un disco pero podría ser una advertencia: "Quiero que sepas algo, nadie me puede hacer más daño que yo". 

Entrevista a Leiva Carmen Suárez

Nuclear, en su versión física, tiene forma de corazón: pero no del que dibujan los críos con témperas granate, sino del órgano con aspecto de puño, ya saben, el que bombea con consecuencias. Nuclear es, sobre todo, un diario de doce canciones para esos seres díscolos que miran más allá y oyen a menudo eso de "A ti te ocurre algo". Tal vez tenga razón Leiva: "Son demasiadas veces resucitando".

Hay hastío vital aquí, hay amigos que se quedaron por el camino, hay clavos ardiendo y anatomía de los propios vértigos. El rey del rock patrio viene atándose con letras los nudos de la garganta y los cables cerebrales -que a todos nos andan bien sueltos-. Sigue aquí, sobreviviendo con notas escuetas -y suficientes- y guitarras fraternas al temporal que nunca acaba, pero sueña con tumbarse sobre la maleza a mirar cómo las horas pasan. "Si algún día me pierdo, búsquenme en Mazunte, costa de Oaxaca". 

¿Cómo has dormido esta noche? ¿Te acuerdas de lo que has soñado?

Pues, para serte sincero, anoche me emborraché como un piojo en una cena benéfica de un amigo mío y he dormido dos horas. Me desmayé en la cama, no recuerdo absolutamente nada de lo que he soñado y estoy como una manzana.

¿Qué hace José Miguel Conejo Torres cuando se levanta por las mañanas en los días normales?

Sacar al perro en ayunas. Dar un paseo con mi perro en ayunas y luego sentarme a desayunar y a leer la prensa. 

¿Cuál es la palabra que más usas?

La palabra que más uso probablemente sea “hermano”. 

¿Qué es lo que mejor sabes hacer y qué es lo que peor?

Se me da muy bien la tortilla de patata, por ejemplo, estoy especialmente orgulloso de ella, la he perfeccionado durante muchos años. Y lo peor que puedo hacer es ser paciente, esperar. No, no. No puedo ver una serie de 13 temporadas, necesito las cosas ya. 

Me dijo Iván Ferreiro que no conocía a nadie tan prolífico y brillante haciendo canciones como tú. ¿De dónde las sacas; las tienes dentro; cuántas caben?

Bueno, Iván me quiere mucho. Ahí hay un poco de amor de amigo. Escribo mucho. Escribo un poco compulsivamente, todos los días, compongo desde hace muchos años. No tengo disciplina de sentarme a componer pero sí tengo una guitarra en cada lugar en el que me siento en mi casa. Siempre estoy escribiendo y componiendo, en parte para entenderme a mí mismo, sin pensar en discos. Estoy escribiendo como el que tiene un diario.

¿Cómo haces finalmente la selección? Será como descartar a algunos hijos. 

Algunos no, muchos. La selección es muy sanguinaria porque dejas cosas fuera que tienen mucho que ver contigo. En este caso he aprendido, con los años, que te tiene que ayudar alguien externo. Tú tienes siempre implicación emocional con las canciones y no siempre eliges las mejores. Ahí hay una persona que se llama Carlos Raya que me ayuda mucho en esto. 

¿Siempre escribes sobre ti, sobre tu biografía? Recuerdo que Sabina decía que uno aprende a mentir por el bien de las canciones. 

Sí. Bueno, no estoy de acuerdo en este sentido con Joaquín. Creo que él tiene tanto talento que es capaz de escribir canciones que no tienen que ver con él, de inventarse historias y que parezcan suyas. Yo no tengo ese talento, no tengo la capacidad de inventarme una historia flipante y que parezca mía.

¿Te fuerzas a vivir cosas sólo para poder contarlas? En algún momento uno se agobia con su propia vida: ninguna es inagotable poéticamente. 

Igual en unos años de mi vida anteriores me adelantaba a la experiencia para tener una canción. Estaba en busca de las canciones. Decía: esto hay que vivirlo porque aquí hay una canción. Pero llega un punto en el que no tengo tantas expectativas. Tampoco siento que mis canciones tengan que contar nada muy interesante. Creo que las grandes canciones están en las cosas cotidianas que aparentemente no tienen importancia. 

¿Se puede escribir sin fumar?

Yo lo hago. He fumado porros en mi carrera y tabaco de vez en cuando, por la noche, pero no, no. No fumo y escribo.

Eres hipocondríaco. 

Sí, mucho. Estoy mejor pero sí, soy súper hipocondríaco. He tenido momentos en los que mi vida se ha visto muy condicionada por eso. Realmente piensas que te están ocurriendo cosas muy graves durante muchos días: si te pusieran en un calendario y te dijeran con una x “mira, todos estos días del año has sentido que te pasaba algo muy grave”, te asustarías. 

A veces es miedo a la enfermedad y otras veces, miedo a la muerte. A veces al dolor prolongado y otras veces al pinchazo definitivo. 

Total. Dicen que la muerte tiene mucho que ver con el ego. La gente que tenemos más miedo a la muerte somos gente que tenemos más presente el ego. Hay que desprenderse un poco del ego. Me lo dijo Santi Alcanda, un periodista brutal. Tiene toda la razón.

Leiva. Carmen Suárez.

Te pregunté por las mañanas, pero, ¿qué haces por las noches? Y sobre todo, ¿cuánto hay de verdad en la leyenda del rockero maldito?

Bueno, son etapas de la vida. Yo no soy nada killer. Todas las noches me siento a cocinar, que me gusta mucho cocinar, y me bebo una botella de vino, o media, cada noche. Es mi momento favorito del día. Me encanta el vino y mi actividad mental es tan rápida que necesito bajar a tierra. Me va muy bien tomarme mi vino por la noche, es un momento que me conecta.

Decía Zahara que cocinar es cuidar: es hacer algo que por fin no es utilitarista, es entregar a los demás algo bueno de ti. 

Sí. Para mí el cocinar es algo fundamental en las relaciones humanas, porque lo he visto en mi casa. De hecho, la cocina de mi casa… hice una obra para que estuviera incorporada al salón y mientras cocinas puedes hablar con la gente. Para mí es muy importante sentarte alrededor de alguien cocinando. 

¿Qué tiene Leiva de madre y qué de padre?

Buf. Pues soy muy cuidador, tengo ese punto que probablemente se pueda relacionar con la madre (no es que los padres no tengan ese punto cuidador). Y de mi padre he heredado mucho el luchar por lo que creo. Ir con todo. Si crees en algo, ve con todo, nunca a medias. Y si te estrellas, te has estrellado, pero has dormido bien. 

¿Para qué sirven las drogas?

En mi caso, han servido para divertirme. Las he tomado muchas veces y durante una época de mi vida me lo he pasado muy bien. Cuando me empezaron a sentar mal, las dejé de tomar. Entonces: mi condición de hipocondríaco me ha salvado de muchas cosas, entre ellas, de las drogas. 

¿Hay relación entre los estupefacientes y el proceso creativo?

Bueno, te puede salir una canción. Pero puedes escribir sin estar contaminado, desde luego, y ya te digo que a mí me va bien con la botella de vino mientras escribo, y me da cosas, pero no relaciono estar intoxicado por las drogas con componer.

Leiva. Carmen Suárez.

¿Qué sabe Leiva de amor que no sabía con 18 años?

Bueno, pues que construir significa escuchar y realmente sentir que no eres tan importante tú. Con 18 años piensas en ti, en tu libertad, en tu espacio, en tu movida, y llega un momento en el que te das cuenta de que para construir tienes que dar un paso atrás tú. Es una cosa de dos. Cuando era chaval, sólo pensaba en mi espacio, y me he dado cuenta de que eso te condena a la soledad. 

¿Existe “el amor de nuestras vidas”? 

Yo creo que sí. He visto muchos ejemplos. Todos tenemos “el amor de tu vida”. Me da la sensación de que yo identifico cuál es el amor de mi vida, pero tengo 38 años, a lo mejor dentro de 20 he tenido dos amores de mi vida más. 

¿La monogamia mata al artista?

No, pero el equilibrio psicológico, y el confort… eso te acota mucho. Te tienen que pasar cosas para escribir, esto es así. 

¿Qué sabes hoy del sexo que no sabías con 18 años?

Joder, pues mucho más. Pues… creo que soy mejor en el sexo, creo que me he quitado prejuicios y he ido entendiendo que es un lenguaje, que te tienes que mostrar tal y como eres, y que dentro del respeto no hay por qué tener límites. Cuando eres más pequeño hay cosillas, tabúes… ahora me siento más libre. 

¿Alguna experiencia homosexual?

Ninguna. 

¿Ninguna, en toda la vida?

No, la verdad, no he tenido ninguna experiencia homosexual, quizá la tenga en el futuro. He tenido sólo experiencias heterosexuales, vamos.

Vamos, que es así. 

Sí. 

Te voy a contar mi interpretación de No te preocupes por mí. Esto es como todo: cada uno la lee de una manera, por eso quiero saber la verdad. Para mí es la canción de un hombre huido por la depresión que al final acaba volviendo a su amor, con el que no podía estar, entre otras cosas, por sus propios demonios y abismos. Pero, ¿por qué la escribiste tú?

Bueno. En realidad es un amor del que no te puedes desprender y al que siempre vuelves. Eso es lo que quise contar, porque lo que tú quieres contar en una canción da igual, luego la gente va a buscar su propio sentido, pero el origen de No te preocupes por mí es éste. 

Hablas de las “bestias gigantes” y de la sensación de “vértigo constante”. Esto de “no voy a salir nunca de aquí”. 

Exacto. Y a la vez, el abismo de irte. Bueno, supongo que son los fantasmas de cada uno. Yo tengo muchos fantasmas en relación a cómo se construyen las relaciones humanas. Ya no digo las conyugales. Me da la sensación de que en el momento en el que siento que algo se ha establecido o se ha formalizado, empiezo a buscar salidas de emergencia. Es una cosa que me persigue y probablemente mis canciones hablan mucho de ello, sin yo darme cuenta.

Leiva. Carmen Suárez.

¿Vas al psicólogo?

Ahora no, pero he ido un montón de veces.

¿Te sentaba bien, o eres de los escépticos?

Qué va, qué va, a mí me parece flipante que haya un lugar donde te ordenen el taller, ¿sabes? Ahora no voy, pero volveré porque a mí me ayudó un montón. 

Qué pasa con el beef del disco: Lobos. 

Es un ajuste de cuentas que nunca me había permitido el lujo de hacer en mi carrera, y me lo he permitido ahora.

Hay una frase fuerte: “Eras uno más de la hermandad, pero tuviste que joderlo todo”. 

Supongo que todo el mundo siente traiciones en algún momento. Yo nunca había sentido una traición así tan importante de alguien que no te esperas. Es un impás en tu vida: cuando te decepciona alguien que nunca pensaste que te fuese a decepcionar. Es “hostia, formas parte de mi hermandad, de mi mundo, te lo doy todo, joder, y me la clavas”. Pues esta canción va de esto, básicamente. 

¿Esperas respuesta?

No, no espero nada. Es una canción que le lanzado por necesidad vital, no por revancha. Igual algún día me encuentro con un tío con un pasamontañas en un callejón que me parte una pierna. Puede ser. 

A nivel narrativo, daría juego eso.

Espero que no, espero no tener tanta poesía y sí las dos piernas.

¿Cuál es para ti el botón nuclear?

Cuando empiezas a no confiar en ti, ¿sabes?, cuando empiezas a dudar de ti todo el tiempo y empiezas a entrar en un bucle de no creer en ti y en nada de lo que haces. Ahí pulsas un botón circular de caos, yo lo he pulsado y lo conozco. Es peligroso. Es cuando te empiezas a odiar. 

¿Cuál es para ti la canción más oscura -en el sentido de más íntima- del disco, que quizá te haya dado cierto pudor pornográfico lanzar? La que más cargada está de ti.

Costa de Oaxaca. Porque hablo de mi padre, de mi hermana, de… bueno, nunca había introducido esos elementos en una canción. Creo que es una canción a pecho descubierto. Una canción que habla de dónde me imagino y cómo me imagino de mayor. 

En el anterior disco hablabas de “las charlas sobre la felicidad, la mierda de siempre”. ¿Cómo avanza ese estado de la cuestión? ¿Sirve de algo que lo hablemos todo el rato?

No, yo creo que no, es como la búsqueda de la canción perfecta. No la vamos a encontrar, pero sin embargo creo que he encontrado un lugar que me interesa: es la felicidad moderada, ¿sabes? Siempre estamos buscando la felicidad flipante, y la felicidad flipante te genera precipicios gigantes.

Hay resacas.

Claro. Yo creo en la felicidad moderada. Se está bien ahí. Es cuando asumes que casi todo duele, pero que de repente hay cosas que merecen la pena. Voy a decir una cosa que parece muy típica, pero hay un poema de Benedetti que creo que se llama No te rindas, y dice algo así como: “Oye, vamos para adelante, que existe el amor y existe el vino”. Yo digo buf: me vale con eso.

Leiva. Carmen Suárez.

¿Qué opinión te merece la irrupción de Vox?

Es un drama. Me asusta.

Hay formas de afrontarla. Almodóvar, por ejemplo, decía en los Goya que es mejor hacer como que Vox no existe. Coque Malla, por su parte, sí lanzó pulla cuando se apropiaron de No puedo vivir sin ti. 

No, bueno, yo estoy de acuerdo. Me da tanto miedo que con todo lo que estamos avanzando llegue alguien y le dé un patadón… con alguien que no condena el franquismo, como Vox… no sé, me aterra. Me parecería un drama importantísimo que estos tipos tuvieran un poco de poder. A mí, como ciudadano, me inquieta muchísimo.

¿Qué hacemos con el tema de la corrección política cuando se cuela en las letras? Ya sabes lo que ha pasado con la palabra “mariconez”. ¿Qué se puede decir en las canciones y qué no se puede decir?

Vivimos en un momento en el que hay que tener una responsabilidad, estamos teniendo muchos avances y creo que parte de esos avances tienen que ver con el vocabulario, pero no podemos entrar en esquizofrenias. Me parece muy importante combatir el machismo desde las formas y las palabras, pero sin volvernos locos, porque estamos en un punto… yo personalmente hago militancia en el feminismo, me parece muy importante que reconstruyamos el modelo de masculinidad y que nos despojemos de toda esa caspa. Pero joder, ahora hablando en general, estamos en un punto en el que cualquier cosa que digas ofende a alguien. Y tú lees una entrevista de un músico y ya no cuenta nada, porque tiene miedo a ofender, porque cuando has dado tu opinión de las cosas te han dado tanta cera… por eso las entrevistas que leo y las que hago, pues vamos con tanto cuidado que estamos empezando a no contar nada. Porque todo el mundo se ofende. Hay que tener cuidado, y hay que empezar a vivir sabiendo que hay gente que se va a ofender. 

¿No es mejor desquitarse de todo eso? En mi opinión, un artista es un todo. Y si perdemos su parte discursiva…

Sí, sí. A ver, a mí me parece que decir “maricón” hay que eliminarlo absolutamente. Es una cosa que no mola decir. Pero yo qué sé, hay que tener cuidado con no estar siempre en lo correcto porque alguien se ofenda, porque entonces ¡no dices nada!

Ya no sólo pasa con conceptos concretos como puede ser “mariconez”, sino con la revisión de canciones como La mataré de Loquillo o Contigo, de Sabina.

Yo entiendo. Insisto que en el rock y en el pop ha habido mucho machismo, y ha habido recursos literarios que son machistas, y que tenemos que tener una responsabilidad sobre ello. Pero es verdad que las canciones son ficción, y hay que tener cuidado con eso. Si nos ponemos a censurar, hostia… es aterrador. Digo: claro, ¿cómo vais a meter en la cárcel a Valtonyc? ¿Estamos locos o qué? ¿Cómo vamos a dejar de poner las canciones de Michael Jackson en la radio? ¿Estamos locos de la cabeza? Obviamente, si Michael Jackson ha cometido esas monstruosidades, mientras las hacía era un monstruo y después era un monstruo, pero su obra sigue siendo genial. Igual que Woody Allen: si ha hecho lo que dicen que ha hecho, me parece abominable, ¿que me van a dejar de gustar sus películas? No. Me parece un genio.

Si nos ponemos a prohibir, ¿qué onda? Hay que tener cuidado con el arte y con que la censura llegue a la música, o a la escultura, o a la pintura, porque entonces dejaremos de contar cosas. Con unos límites, ¿no?, supongo que hay unos límites del insulto o de la amenaza personal, “te voy a asesinar, Rajoy”, pues hostia, entiendo que no se pueda decir. Pero creo que el arte debería ser todo lo que cabe en una cabeza. Son difíciles los límites de la censura. Joder, pero oí el otro día que hay una serie de radios que están quitando la obra de Michael Jackson y pensé “estamos locos”. 

Los Simpsons también lo han quitado ya.

Claro, es que… escuchar a Michael Jackson no significa que comulgues con esas monstruosidades, ¿sabes? Te haces una foto y… lo que le pasó a Fito, que se hizo una foto con Albert Rivera. ¿Qué pasa, que Fito comulga con las ideas de Albert Rivera porque se haga una foto? ¿De verdad esa conclusión tan infantil tenemos? Obviamente no. Fito es el tipo más majo del mundo y si le pide una foto un bombero, o un carnicero, o quien sea, se la va a hacer, pero ¡joder…! No seamos. No hagamos resúmenes tan escuetos.

¿Tú no te harías fotos, entonces, con políticos, sabiendo que puede pasar eso?

Me parecería un poco marrón. Si mi foto no se fuese a utilizar, me haría una foto con cualquiera que no fuera un genocida, pero si eso va a ser un arma política, no me la haría. Si me pide una foto alguien para él, de puta madre, me la hago, pero si se emplea de forma interesada me parece una putada. Prefiero no hacérmela, en ese caso.