La noche en la SGAE acabó como sólo sabe hacerse en esta casa, en la que todo sale mal: como un sainete en la Roma de los traidores. La cúpula de la sociedad que se dedica a defender los derechos de sus socios, se reunió en la tarde del martes para aprobar las cuentas anuales de 2018. ¿Presupuestos? No tan complicado de aprobar en votación como salvar la crisis de los editores. El punto seis de la orden del día planteaba la votación para sustituir a los tres editores (Peer Music, Warner y Sony/Emi) expulsados por el presidente José Miguel Fernández Sastrón, apoyado en una sentencia judicial no firme.

Antes de que arrancara la Junta Directiva, los representantes del Colegio Editorial se plantaron ante sus compañeros y leyeron un comunicado -al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL- que denunciaba “el discurso partidista y lleno de falsedades del presidente” Sastrón y -lo más grave- anunciaba -como ya había adelantado este periódico- que los ocho se levantarían de la mesa y abandonarían la sala. “Porque entendemos que con nuestra presencia seguiríamos alimentando un sistema que hemos tratado de combatir con todas nuestras fuerzas”, en clara referencia al “fraude criminal” conocido como “la rueda”. Entendían que con esa decisión solidaria con sus compañeros, “defendemos al conjunto de la Entidad”.

Eso es empezar por todo lo alto y anunciar una jornada larga para los miembros de la Junta, que se acababan de quedar en 31 tras la marcha de los ocho editores. Después de más de cinco horas, a la Junta Directiva sólo le faltó un Cicerón que se levante en plena Junta Directiva y pregunte al presidente Fernández Sastrón: “Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?”. ¿Hasta cuándo? “¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?”.

La organización criminal

Esto le preguntó el senador romano hace 2.000 años al conspirador número uno de su promoción. Hartos de que Sastrón abuse de la paciencia de los componentes de la cúpula, la votación que debía determinar los tres sustitutos de los expulsados del Colegio Editorial se puede definir como desastre democrático. Con tan sólo 11 votos a favor, dos en contra y 18 que se negaron a votar por estar en contra de la misma, accederán a los puestos vacantes en la Junta Directiva Pablo Pinilla, El Retiro y Busindre.

Ésta última es empresa del gaitero Hevia y aparece señalada en el auto del juez Ismael Moreno, que investiga la “organización criminal” perpetrada bajo el nombre de “la rueda” y que defraudó a los socios al menos 100 millones de euros. Nuria Rodríguez era la administradora de Busindre en los años investigados.

La directiva de Atresmedia está acusada en ese auto del magistrado de la Audiencia Nacional de ser la persona “que dirige la actuación de los principales miembros de la rueda para la perpetuación del sistema”. Su objetivo principal era, según el texto, aumentar por todos los medios los porcentajes de retorno que obtienen las cadenas al emitir repertorio sobre el que adquieren derechos de autor.

Fuera de la Ley

En el periodo investigado “Nuria está llevando la voz cantante de los miembros que participan en la rueda para recopilar todos los votos posible con delegación de firma en blanco y ser utilizados para impugnar una próxima asamblea de la SGAE”. Pues bien, a pesar de la vinculación de la empresa con el entramado ruedístico, Busindre ha obtenido el visto bueno de una Comisión Deontológica para filtrar la corrupción.

La Comisión Deontológica también ha dejado pasar a Pinilla, a pesar de las reticencias del informe del Servicio Jurídico de la entidad que advierte de un grave conflicto de intereses en el seno de la empresa de Pinilla y sus hijas: “Las productoras de sus dos hijas y los cargos que el mismo ocupa en ellas, contaminan en sus facultades como discográfica y productor”. Y la fiscalización concluye: “Podría incurrir en causas de inelegibilidad para ser miembro de la Junta Directiva de la SGAE”. Aun así, pasa el corte.

Pero es que la entrada de El Retiro en la Junta también es turbia, porque se encuentra en la misma situación que los tres editores expulsados: es ilegal (según la sentencia de la jueza) que los usuarios del repertorio estén representados en la Junta Directiva. No pueden ser compradores y vendedores al mismo tiempo, porque los únicos perjudicados son los autores. El informe del Servicio Jurídico de la SGAE le “recomienda” que, para salvar este pequeño escollo, “modifique el objeto social eliminando referencias a producción y actividad discográfica”. Así de fácil.

Conclusión

Sastrón ha ganado la anodina votación, ha depurado una buena parte de sus enemigos y aúpa más representantes vinculados a “la rueda” (votos a su favor) a la Junta Directiva. Sin embargo, es una victoria pírrica, porque en el resultado ha perdido toda legitimidad ante los propios y los enemigos: han rechazado votar más representantes de los que han votado. Además, los 16 votos del Colegio de Pequeño Derecho (los autores) que tiene a su favor y disposición, han roto con la unanimidad y han dado la espalda a su presidente. Sólo logró convencer de la decisión, que los editores tildaron de deshonesta, a 11 de los suyos. Cinco le dieron la espalda. La paciencia parece haberse agotado en la cúpula de la SGAE.