Maria Arnal es un tesoro superviviente en el mundo de las radiofórmulas y los versos de consumo rápido, una joya de arte y protesta -iba de eso, ¿no?- que hace brotar flores en el páramo de la Gürtel, de la crisis, de los coletazos del franquismo, de los nacionalismos obcecados. Uno la escucha hablar y cantar -tanto en castellano como en catalán- y piensa eso que decía Hemingway de Fitzgerald: "Su talento era tan natural como el dibujo que forma el polvillo en un ala de mariposa (...) Más tarde tomó conciencia de sus alas vulneradas y de cómo estaban hechas".

Y es eso: Arnal y Marcel Bagés -compañero a la guitarra- han asumido las ruinas y los individualismos patrios, han rescatado grabaciones de campo, archivos digitalizados y fonotecas de la península Ibérica para reconstruir con mimo canciones que acompañen en el luto y en la fiesta, coplillas colectivas. Han detectado las grietas del país y las curan con saliva. Aquí hay tradición y, por eso, abolicionismo. Desde la música recuerdan, sí, pero replantean.

No es sólo una mirada nostálgica, es una lente comprometida que quiere saldar cuentas -más desde la justicia que desde el revanchismo- e inaugurar caminos nuevos. La canción protesta, con Arnal y Bagés, se redondea el colmillo y se afianza en el sentido común -sin cátedras-, en el verbo antiguo, en el imaginario popular. Son Cataluña de vísceras y acordes. Son la música de la memoria. Son caldo de cultivo del 15-M, bofetada sin mano al poder establecido, ¡y a los otros!, porque no se casa con ninguno.

Adaptan un poema de Joan Brossa llamado La gent: "La gente no se da cuenta del poder que tiene: / con una huelga general de una semana / sería suficiente para hundir la economía / paralizar el Estado y demostrar / que las leyes que imponen no son necesarias". O apelan a la memoria histórica en 45 cerebros y un corazón, una canción que llena de aire las cunetas del bando republicano. Escuchen y entiendan.

¿Cómo respira la canción protesta en España? ¿Anda convaleciente?

Bueno, yo creo que nos pasa mucho que caemos en las etiquetas y ellas hacen que dejemos de mirar otras músicas que tienen funciones similares o espacios compartidos con lo que teóricamenet entenderíamos como canción protesta. Pensamos "canción protesta", "ah, música de la Transición". Pero es algo más global.

Lo entendemos como guitarra y voz, como mucha presencia del texto y poca complejidad de los arreglos... pero si pensamos en un tipo de canción que interpele al presente de manera crítica y que cuestione las estructuras de poder y los privilegios, nos encontramos con el hip hop. Igual sí ha habido parón en el género folk, pero el hip hop cumple perfectamente esta función y parece que no nos lo planteamos como canción protesta, ¡y sí lo es, de una forma muy potente...!, tanto que no sólo no ha desaparecido sino que ha vivido picos de muchísima creación y expansión.

Pero, ¿cómo es posible que después de una crisis feroz, de todas las tramas de corrupción que van desvelándose, de los recortes y los desahucios... los cantautores no se hayan implicado más en el momento político y social?

Tiene que ver con la cobertura que se le da a ciertos proyectos en los medios. Un proyecto que tenga un discurso crítico no suele gozar de mucha visibilidad en los medios de comunicación. Tiene que haber sensibilidad desde los periodistas al público, que también quiera eso, ¡incluso convertirlo en una moda!, porque también son necesarias las razones superficiales.

En este país... la corrupción, la crisis, el 15-M, ahora la Gürtel, todas las heridas del franquismo abiertas, las cunetas desangrándose, la crisis territorial en Cataluña, la intervención del Estado en derechos básicos de cualquier democracia sana... todo esto hace que haya voces muy críticas que son parte de nuestro público y que se sienten interpeladas con nuestras letras. Es normal: hay un desfase hacia un lado, hay una masa crítica que se ha estado generando y quiere chicha, y nosotros se la damos.

¿Tienen los artistas miedo a manifestar su posición política? Este país es muy tendente al boicot.

Claro. Y esto tiene que ver con un miedo que se ha heredado y hace que no se pueda opinar desde la distensión. ¡Cómo, si a dos generaciones anteriores a nosotros hacerlo les costó la vida! Hay algo que Marcel siempre cuenta. Él dice que no vivió la guerra, y que su abuelo sólo le explicó una cosa: "No digas nunca lo que piensas en público". Eso se hereda, y nosotros lo hemos heredado e la Guerra Civil. Teóricamente en una democracia sana se podría, porque estaría instaurada la cultura del diálogo, de la discusión, no en plan Sálvame, a vida o muerte, ya sabes, una cosa tranquila (risas).

¿Cómo se puede actuar consecuentemente con el mundo que querríamos que fuera desde el mundo que es?

Es muy complicado. Hay muchas maneras... una es en el día a día, en nuestros espacios íntimos. Hay que actuar con el mundo como si fuera el que nos gustaría, hacérselo ver a la gente, intentar transformar los espacios. Tengo amigos que se han metido en política, y eso quiere decir que hay opciones que están naciendo y que obviamente están siendo criticadas y denostadas porque hay posibilidades de que puedan tener poder y echar a los delincuentes que hay ahora.

En una de vuestras versiones habláis de la tibieza de la socialdemocracia. ¿Ha fracasado? ¿Qué otras opciones tiene la izquierda?

Sí, la canción es de Héctor Arnau, amigo y poeta, y nosotros la versionamos en el disco. Es una canción muy crítica, muy irónica, muy divertida. Hay que olvidarse del PSOE como izquierda, el PSOE es un fraude, no ha sabido estar a la altura. Esto fue porque la democracia en España ya empezó con muy mal pie. Se hizo un pacto de silencio en un momento de inestabilidad donde se intentaban sentar las bases de algo que tenía que ser mejor... pero no puede ser que los ministros de Franco que firmaron sentencias de muerte hayan sido enterrados con todos los honores, y no puede ser que se haya abandonado y humillado a todas las víctimas que esperaban un reconocimiento en democracia por la lucha por la que dieron sus vidas...

La Historia de España es la Historia de la impunidad. Tal y como tienen montado el chiringuito, ¿cómo va a pasar algo si roban un poquito de pasta? Es la impunidad. Siempre se dice, y es así. En España no hay partido de ultraderecha porque la ultraderecha está en el PP.

45 cerebros y un corazón es una canción que recuerda el reciente descubrimiento de 104 cadáveres de una fosa de la Guerra Civil en La Pedraja (Burgos). Ahí habláis de "desmemoria moderna". ¿Para qué sirve la memoria?

Sirve porque es lo único que tenemos y nos da herramientas para enfocar no sólo el futuro, sino también el presente. Mira el caso de Cataluña. Yo lo pienso mucho, pienso que todo lo que está pasando puede desembocar en un proceso constituyente que empiece abriendo cunetas, yo lo deseo así. Es hora de mirar el horror a la cara. Quiero que el proceso de Cataluña sirva para que se cuestione por qué tenemos un rey, y cómo puede ser que el PP sea tan corrupto y siga ahí... necesitamos que se cuestionen las cosas.

Hay un abuso de poder clarísimo hacia Cataluña y eso no es justificable, y eso que yo puedo estar más o menos de acuerdo con las decisiones del Parlament... pero de lo que seguro que estoy en contra es de la tradición de la impunidad y de la tradición del abuso de poder. Está relacionado con la dictadura. Todo el mundo debería ir a ver una fosa y que algún familiar le explicara qué pasó.

¿Seguimos siendo las dos Españas de la Guerra Civil o el proceso catalán ha cambiado esa división?

Me gusta más pensar en términos de consenso, de espacios compartidos. Claro que hay una Historia, pero nuestro presente es el único campo de experimentación. Pienso que hay unas cosas que son básicas. Me gusta más el 15-M como movimiento en sí, o la PAH, que son mucho más transversales que eso de pensar en la realidad como el azul o el rojo.

¿Cómo es tocar en catalán en momentos tan tensos como éste cuando salís fuera de Cataluña? ¿Habéis notado alguna incomodidad? ¿Y en qué lengua se siente más cómoda cantando usted?

Nuestro público es un público que ya sabe lo que va a ver y que no se espera otra cosa. Fuimos a Burgos y estaba lleno de carteles, la gente se sabía las canciones de memoria. Cantamos A la vida y fue precioso. Lo del catalán no es un problema, al revés. Enriquece la escucha. En cuanto a la última pregunta: mi lengua diaria es el catalán, pero mi abuela era de Almería y en mi casa siempre se ha hablado en castellano y a la hora de escribir se me hace muy natural... es muy natural para mí cantar en castellano.