-¿Tinder es puro amor líquido o se puede encontrar algo de provecho ahí?

-Tinder es como todo: el resultado de la herramienta varía según tu forma de usarla. Si la usas de forma compulsiva, como para saciar una especie de necesidad, de búsqueda de autoestima, de reafirmación social… puede provocar ansiedad. Puede provocar eso de consumir personas como si fueran productos, ¿no? Pero también hay casos de éxito. Tinder no es el demonio. Nosotras lo que queremos decir es “cuidado con cómo lo usas: puede ser muy perjudicial pero también puede ser fructífero”.

Habla Estela Ortiz -graduada en Ciencias Políticas, artista, activista e investigadora cultural; gestora de la cuenta Filósofos de Tinder-, quien, junto con Núria Gómez Gabriel -crítica de arte, investiga los efectos de la globalización en la cultura visual contemporánea- acaba de lanzar Love me, Tinder. Una mirada crítica a lo que ellos ofrecen (Temas de Hoy). Es un ensayo fresquísimo, crudo e irónico sobre los tipos de especímenes machos que podemos encontrar en esta plataforma del coqueteo más o menos disimulado. La aplicación ha conseguido, desde 2012, 20 millones de matches en más de 196 países y ha propiciado conversaciones en 25 idiomas diferentes. Sus usuarios celebran un millón de citas por semana. En el segundo trimestre de 2018, Tinder obtuvo 421,2 millones de dólares. Gary Kremen, del departamento de comunicación de la empresa, aseguró que esta web traería al planeta “tanto amor como Jesucristo”.

-¿Tinder nos deshumaniza? ¿Nos vuelve utilitarios?

-A ver. Tengo un amigo que me explicó su estrategia en Tinder. Cuando consigue cuatro ‘match’, para. Se pone a hablar con las cuatro, queda con ellas… y si no sale nada de ahí, sigue. El problema es la acumulación, porque Tinder es una especie de juego, crea adicción y nos engancha el pasar perfiles… esa emoción. La química que experimenta nuestro cerebro cada vez que hay un ‘match’. La idea es intentar no ceder a esa dinámica, que puede ser nociva. Hay que intentar no perder la humanidad, no hacer ‘ghosting’… con tantas pantallas no ves a la persona. Es más fácil no contestar que dar explicaciones a alguien.

-Vamos más allá: ¿Tinder es un mercado de la carne? ¿Nos ha cosificado? ¿Somos nosotros también víctimas de esa deshumanización?

-Tinder sí ha cosificado de alguna forma las relaciones, pero yo no estoy muy de acuerdo con la idea aceptada que se tiene de que ahí se busca sólo sexo. Dicen eso especialmente de los hombres. Bueno, en el libro dedicamos el primer capítulo a los románticos porque sigue habiendo muchísima gente -y es una búsqueda compartida- que quiere encontrar a una persona especial. ¡Los hombres también! No me creo que sólo quieran sexo.

La mayoría de las veces nadie sabe qué está buscando exactamente. Nosotras hicimos unas sesiones de ‘Tinder confessions’ con chicas desconocidas y fue muy interesante. Muchas reconocían que lo usaban cuando se sentían solas, cuando tenían ansiedad, o angustia, cuando padecían falta de autoestima… lo más fuerte es que en muchos casos ni siquiera se termina quedando con la otra persona. Muchos se quedan en el estadio del match. Una pequeña conversación. Sentir que le gustas a alguien. Y ya está, eso te sacia.

La autora cree que el éxito de Tinder viene de que “el estado social más elevado para una persona es tener pareja”: “Ese es el estatus más alto. Si estás soltero o no tienes relaciones sexuales pareces una persona fracasada… no interesas a nadie… blabla. Tenemos esa presión social. La pareja es sinónimo de triunfo en la parte sexoafectiva de la vida”. Esa obsesión por conseguirla es lo que activa la maquinaria de la frustración. “Hay una promesa constante en Tinder de que peude ocurrir algo emocionante, algo que haga que tu vida tenga valor. Esto se relaciona directamente con el ideal de amor romántico que nos venden”.

Fotograma de la película Her, protagonizada por Joaquin Phoenix.

-¿Por qué Tinder no parece una red social de desesperados? ¿En qué momento el concepto ‘app para ligar’ se ha desestigmatizado? Hasta hace no mucho esa idea parecía marginal, residual.

-Sí, ha dejado de ser un tabú, y es porque nosotros, los millenials, hemos crecido y desarrollado nuestra identidad paralelamente a nuestra identidad digital. Estamos muy acostumbrados a autorrepresentarnos digitalmente, a escoger fotos, a describirnos… Si hablamos de meetic y de personas de más de 45 años, se nota: eligen fotos malas, fotos borrosas, les cuesta más bromear en ciertas claves… nosotros, sin embargo, si necesitamos alguien que limpie nuestra casa, usamos una aplicación, si queremos regular nuestra regla, usamos aplicación, etc. Tinder se ha normalizado, aunque sigue siendo tabú en ciertos contextos: en personas más mayores o más conservadoras, o incluso, y es completamente legítimo, en gente que no se siente cómoda compartiendo cosas íntimas.

-¿Cuánto tiene que ver el boom Tinder con el neoliberalismo? ¿Cómo se relaciona esta forma de vivir las relaciones con el modelo económico y cultural que tenemos?

-Nadie nos pregunta nunca por esto y me encanta que lo hagas, porque nosotras hemos estudiado la estructura sociotécnica de Tinder y obviamente es neoliberal. Exprime y monetiza nuestra insatisfacción. La aplicación está diseñada para generar adicción. En el libro hemos intentado entender cómo la gente se autorrepresenta para identificar las ideas colectivas sobre el éxito social. También son puramente neoliberales. La obsesión con la felicidad, con que tienes que disfrutar de la vida… no hay espacio para el aburrimiento. Ni para el fracaso. Nuestras fotos siempre son felices, saltando en la montaña, haciendo muchísimas actividades… todos estos perfiles de tíos que dicen “no quiero gente depre, por favor” o “todo gente que sume, nunca que reste, adiós gente tóxica”.

El neoliberalismo genera discursos donde se criminaliza a al gente que se queja. Incluso con buenas causas debajo, como luchar contra el racismo o el machismo. Hay mucho hombre emprendedor, también, mucho obsesionado con que “el límite no existe, sólo está en tu cabeza, si trabajas duro lo conseguirás”. Mira, no. No es verdad que podamos con todo. Tienes más posibilidades de lograr las cosas si eres un hombre blanco y con recursos. Si eres una transexual latinoamericana, lo tendrás más difícil. Todos estos eslóganes niegan que existe una estructura completamente desigual e injusta.

-Leí un estudio que decía que aunque parezca que nuestra generación tiene más sexo que nunca, en realidad tenemos menos que nuestros padres… porque perdemos mucho tiempo hablando sobre ello. ¡Hablando en Tinder! Cocinando un sexo que muchas veces no llega.

-Somos una generación insatisfecha. Somos como un hámster en una rueda, hasta arriba de dopamina cuando nos dan match. Hay un estudio también que analiza la dopamina por Tinder. Era algo así como: dos jaulas. En una, el ratón aprieta un botón y le dan siempre comida. En la otra, cada vez que el ratón aprieta, pasa algo distinto: sale música, recibe comida, a veces no sucede nada… pues se demostró que los ratones aprietan muchísimo más el botón que no da siempre comida. Esa es la lógica de Tinder. Si cada perfil que encontrásemos fuera increíble, no funcionaría. Necesitamos de ese infinito. De esa promesa.

-Tengo un prejuicio. Me cuesta imaginar una conversación interesante por Tinder. Me imagino que serán del estilo de las conversaciones por Tuenti cuando éramos adolescentes. “Hola”, “hola”. “¿Qué haces?”. “Aquí, escuchando musiquita, ¿y tú?”. “Jeje, yo también”.

-(Ríe). Bueno, yo creo que sí. Más allá de los perfiles que retratamos en el libro, existe un perfil subversivo que usa el espacio de la descripción para saquear y trolear la estandarización que se produce en la aplicación. Hay mucha gente divertida. En vez de ponerse una foto estupenda, se ponen un meme o una imagen de su película favorita. Todas estas cosas hacen un poco de filtro. Por eso me extraña la gente que usa frases estandarizadas, porque eso no dice nada de ti.

-Igual buscan una marca blanca para llegar a más gente.

-Es muy probable. Esa idea existe en Tinder y es muy neoliberal también: la de que lo que mporta es conseguir el mayor número de ‘matchs’ posible en vez de conseguir un ‘match’ que mole.

-¿Es Tinder la misma red social para los hombres que para las mujeres? ¿Cómo influye el género en las interacciones?

-Tinder es un lugar extraño para los hombres. Las mujeres estamos acostumbradas a una posición… se nos valora físicamente de forma continua. Vas por la calle y estás acostumbrada a que analicen tu cuerpo, a que te pongan una nota. Pero los hombres no. Tinder los pone en una posición que es bastante incómoda para ellos. Los objetifica. Ahí los hombres de masculinidad más dominante saltan. Ten en cuenta que ellos tienen menos oportunidades en Tinder que las mujeres. Los tíos dan likes a más tías, nosotras somos más precavidas con el match.

Fotograma de la película Her, protagonizada por Joaquin Phoenix.

Tipos de hombre-tinder

En su ensayo clasifican algunos tipos de varón-tinderesco. Ahí los “románticos”, los “soñadores”, los “normies”, los “auténticos”, los “smilies”, los “good vibes only”, los “carpe diem”, los “emprendedores”, los “hombre producto” y los “alpha male”. Por sus biografías les reconoceréis:

-Románticos: “Busco para encontrar esa zona de magia con alguien especial”. “Busco a alguien que se venga de camping pero también a un hotel de cinco estrellas”. “Soy Peter Pan en busca de su Wendy, la persona positiva y sincera que coja mi mano y vuele conmigo hasta el País de Nunca Jamás”.

-Soñadores: “Persiguiendo sueños”. “Sueña en grande y atrévete a fallar”. “Los sueños no son sólo para soñarlos, te animas?”. “No sueñes tu vida, vive tu sueño”.

-Normies: “Tengo pareja y busco un cambio de aires y salir de la rutina. Soy un chico normal, atractivo y no tengo problema en dejarme ver por wasap o en persona si tengo atracción por esa persona”. “Chico normal y corriente, de vaqueros y camiseta y enamorado del deporte. La vida es hasta el próximo café”. “Conocer gente nueva y hacer amistades. Me considero una persona normal, nada del otro mundo”.

-Auténticos: “Me gusta distinguirme de los demás… conóceme y lo sabrás!!”.

-Smilies: “Sonríe a la vida y que se mueran de envidia”.

-Good Vibes Only: “Aprendiendo a alejarme de la toxicidad”.

-Carpe diem: “Disfruta del maravilloso regalo de la vida”.

-Emprendedores: “Rompiendo lo imposible”. “Con trabajo y esfuerzo, si se quiere, se puede”. “Sin riesgo no hay victoria”.

-Hombre producto: “Envasado al natural”. “SmartMaromo de última generación: sincero, divertido, sensible, con detector automático de zonas erógenas”.

-Alpha Male: “Por favor gordas no, quiérete un poco y cuida tu cuerpo”. “Lo más valorable en una mujer es su inteligencia: si no la tiene, será perfecta”. “¡Las chicas simpáticas me encantan! Y si me hacen pensar ya me pierdo. Floreros ya tengo en casa”.

Cuidado con los misóginos

-En el libro desgranáis varios tipos de hombre en Tinder. ¿Cuál es el más peligroso y cómo detectarlo?

-El pasivoagresivo que te hará sentirte mal sin conocerte de nada. Son muy majos y sienten que por eso les debes algo. Son majos porque creen que si lo son vas a follar con ellos. Es fácil identificarlos. Son mucho de “si eres interesante, ¡demuéstramelo!”. Como si el mundo girara a su alrededor. O el comentario de “si hay match es porque me pareces guapa, a ver si ahora eres capaz de ser también interesante...”.

-Siempre hay una especie de sospecha, ¿no? ¿Y si pasa aquí como a Joaquin Phoenix en ‘Her’, que de repente su sistema inteligente estaba teniendo millones de conversaciones a la vez?

-(Ríe). Me ha pasado de hablar con algún tío y de repente te hace una pregunta que ya te hizo ayer. Le dices “bueno...”. Y dice “perdona, tengo muchas conversaciones abiertas, no sé a quién le pregunto qué”. Hay que saber gestionarlo, hay que respetar nuestros tiempos. Esa sensación de fracaso la tiene todo el mundo. Y la vamos a seguir teniendo, porque Tinder es una empresa, y como empresa lo que le interesa no es que conozcas a alguien y salgas de la aplicación, sino que sea adictivo y frustrante a la vez para que te quedes. Tenemos que ser más listos que eso. Tenemos que cuidarnos. Por ejemplo, si acabas de terminar una relación, meterte en Tinder es peligroso. Hay que estar fuerte emocionalmente.

-¿Hay perfiles más cotizados que otros en Tinder?

-Sí. De hecho, cada uno tiene su nivel de deseabilidad. Se basa en lo siguiente: si alguien que tiene una puntuación muy alta te da like, tu puntuación sube. Si te ignora, tu puntuación baja. Algo parecido hizo Judith Duportail, la periodista que publicó El algoritmo del amor. El objetivo de su libro era conseguir su propia puntuación, y no la consigue, pero sí llega lejos. Le pidió a la empresa todos los datos que Tinder tenía de ella. 800 páginas de información. Entrevista al creador de la aplicación, investiga muchísimo el algoritmo, etc., y paralelamente habla de su experiencia como usuaria de la aplicación.