Peter Handke nació en la frontera con Eslovenia y vive en Francia. Fue al entierro de Slobodan Milosevic, en 2006, y quedó sepultado tras dedicarle unas palabras al criminal de guerra, muerto en prisión. Un gesto que ha soterrado a un novelista precoz -primer libro publicado a los 16 años- y un “narrador mudo”. Tomó partido por Serbia en las guerras balcánicas y “dejó de ser un escritor para ser el exegeta de un tirano”, escribió el poeta Félix Romeo, aquel año que viajó a Soria en busca del polémico escritor. Porque Handke vio en la geografía española la “utopía de una sociedad fraternal”.

“Al igual que mis otros paisajes del mundo, para mí, escucha bien, también la sierra de Gredos, de vez en cuando, cada vez que he estado aquí, a pesar de la historia y del tiempo de ahora, me ha parecido un ejemplo de una vida terrenal que es indevastable y que, si tal vez no una eternidad eterna, sí promete media eternidad”. Handke es un caminante que atraviesa estepas y montañas para descubrir el lugar dentro de sí mismo.

Le retiraron el Premio Heinrich Heine por su apoyo a Milosevic y una década más tarde es nombrado Doctor honoris causa por la Universidad de Alcalá

Le retiraron el Premio Heinrich Heine por su apoyo a Milosevic y una década más tarde es nombrado Doctor honoris causa por la Universidad de Alcalá, motivo por el que ha decidido presentarse a los medios. Algo excepcional. El Instituto Goethe lo presenta para hablar de dos de sus libros más recientes en las librerías españolas: Handke y España (Alianza) y Contra el sueño profundo (Nórdica).

“Peter Handke no es sólo uno de los autores más originales e influyentes, sino que va en contra del mercado literario universal”, explican desde la Universidad. “Es uno de los pocos escritores en lengua alemana que ha escrito sobre España y mucho, en más de una docena de libros”. Cita a María Zambrano, “una autora muy importante para mí”.

El alma universal

A sus 74 años reserva su sonrisa. Viste tan austero como su ánimo. La camisa blanca enfundada en un chaleco negro y traje gris resalta su piel morena. El guionista de Wim Wenders escucha los elogios de Cecilia Dreymüller, editora del libro de Alianza, que recuerda la llegada de Handke a España, en 1989, “en Linares y Soria se inspiró para escribir el Ensayo sobre el cansancio”.

Es un caminante de paisajes interiores, que a pesar de aquella polémica despedida reniega por escrito de la conciencia histórica. “¿Podría decirse que esquivo los acontecimientos, la Historia, para tomar el camino del silencio, del sol, del viento, aquí? No, me levanto contra los acontecimientos, contra la Historia, tomo partido por las cosas”. ¿Es posible dos Handke en uno, el escritor y el ciudadano?

¿Podría decirse que esquivo los acontecimientos, la Historia, para tomar el camino del silencio, del sol, del viento, aquí? No, me levanto contra los acontecimientos

“Nunca he hablado español en mi vida”, dice Handke en sus primeras palabras en español en público. “No existe un alma española. Existe un alma universal. Existen versiones, las versiones son hoy las cosas más importantes. No soy un autor internacional, creo ser un autor universal, con mi versión. Mi versión es la lengua alemana”, cuenta a duras penas. “Estoy en contra de los superlativos. Me gustan todos los lugares españoles en los que he estado. He vivido momentos místicos en Ávila, Segovia, Linares”. Se describe como un notable lector de Fray Luis de León.

En Historia de un lápiz escribe que el narrador es un “acomodador de lugares”. Y mudo: “Es precisamente desde el mutismo que me he alzado hasta la narración; y sólo entonces, en este alzarme, he sido escuchado”. Sin embargo, fueron sus palabras en honor a Milosevic las que más se oyeron. Ha dejado por escrito sus meditaciones sobre este asunto, que prefiere evitar, en Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Morava y Drina o Justicia para Serbia (1996), Apéndice de verano a un viaje de invierno (1996).

Gracias a los idiomas

Handke es testigo de Europa como escritor desde hace más de 60 años y quizá por ello diga que “la política es necesaria… quizá”. No le interesa mezclar las noticias con la literatura. “No soy un autor de la actualidad”, asegura Handke. Aunque si se le pregunta por Cataluña, responde: “El proyecto de Cataluña da miedo”. ¿Por qué? Y el especialista de los Balcanes no sabría decir por qué. “Mi papel no es el de un comentarista político”, insiste a pesar de su toma de postura en el conflicto yugoslavo. “Estoy vinculado a Yugoslavia porque estoy vinculado a él por mis orígenes”.

El peligro de la literatura actual es que tiende a la internacionalización de los idiomas. Se escribe de forma parecida en Nueva Zelanda y en Oslo

¿Existe una marca literaria nacional? “Las marcas nacionales surgen de cada idioma y cada idioma es diferente. Existe en la literatura actual una homogeinización de los idiomas, pero la literatura universal surge de la diferencia de las lenguas. Cada lengua tiene una versión distinta de lo que es el ritmo. El peligro de la literatura actual es que tiende a la internacionalización de los idiomas. Se escribe de forma parecida en Nueva Zelanda y en Oslo. Que existan mil y un idioma distintos es uno de los mayores tesoros de la humanidad. El lenguaje de Cervantes tiene una marca distinta que el de Goethe. Cada lengua tiene un alma distinta”.

Esquivo, descreído y harto. La alegría se me ha vuelto un poco sospechosa, “si uno aspira a la alegría es mejor que se compre unas zapatillas Adidas”. No es pesimista, ni jovial, ni siquiera es lector de novela policíaca, “a veces tengo la sensación de que la literatura sólo consiste en novelas policíacas”. Nunca ha tenido anhelos, sólo sueño y trabajo.