A lo largo de los siglos, el sexo y los hijos han marcado la agenda de la mayoría de los reyes de Europa. Por simple placer o para asegurar una descendencia, el coito ha significado uno de los temas trascendentales en los análisis históricos hasta la entrada del siglo XX, cuando el monarca inglés Eduardo VII ordenó construir uno de los objetos sexuales más extraños de la historia.

Era hijo de la reina Victoria pero la monarca jamás fue capaz de quererlo incondicionalmente. Eduardo era un joven lujurioso sediento de los placeres aristócratas y la reina siempre lo tachó de frívolo, indiscreto e irresponsable. Tal era su obsesión por las mujeres que el pueblo lo conoce como "El rey playboy".

No obstante, cuando la reina Victoria murió el 22 de enero de 1901, Eduardo le sucedió en el trono. Según indica el escritor J. B. Priestley, consiguió en muy poco tiempo un gran reconocimiento por parte del pueblo inglés: "Era de hecho el rey más popular que Inglaterra había conocido desde principios de la década de 1660". Reinó durante 9 años, desde 1901 a 1910, en una época tensa del continente europeo que pronto desembocaría en la Primera Guerra Mundial

El rey Eduardo VII y su esposa Alejandra de Dinamarca.

En la casi década que ostentó el trono, Eduardo engañó a su esposa Alejandra de Dinamarca con múltiples mujeres —tanto como príncipe como una vez nombrado monarca—. Entre ellas destacan la sufragista Lillie Langtry, la condesa Daisy Greville y hasta lady Randolph Churchill, nada más y nada menos que la madre de Winston Churchill. En total, el escritor Anthony John Camp estima que Eduardo VII tuvo 55 relaciones extramatrimoniales.

Dos mujeres al mismo tiempo

Cuando todavía era un joven príncipe carente de toda responsabilidad en cuanto a la corona, Eduardo viajaba lejos de la capital británica en busca de ocio y placer. En una de sus visitas a París se acercó a Le Chabanais, uno de los burdeles más conocidos de París. Se ubicaba relativamente cerca del Museo del Louvre y entre sus clientes habituales se encontraban Henri de Toulouse-Lautrec, Cary GrantHumphrey Bogart.

Eduardo VII tenía asignada su propia habitación cada vez que frecuentaba el burdel. El principal problema del príncipe era su sobrepeso. Para solventar el impedimento físico, el ebanista Louis Soubrier le fabricó lo que él denominaba "la silla del amor". 

No se sabe con exactitud cómo funcionaba la silla, pero estaba diseñada para que la mujer se tumbara de manera que el futuro rey pudiera actuar sin cansarse demasiado. Asimismo, la forma de la silla sugiere que estaba fabricada para que el hombre pudiera yacer con dos mujeres a la vez.

La "silla del amor" del rey Eduardo VII.

Este tipo de herramienta sexual no fue un objeto exclusivo del príncipe. Existieron varias réplicas y sillas similares de los años que Le Chabanaispermaneció abierto. El burdel sobrevivió a la Gran Guerra y a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Francia prohibió este tipo de clubes en el año 1946.

Si bien la silla original utilizada por el príncipe ahora es propiedad del bisnieto de Soubrier, existen sillas de esta índole que se han ido vendiendo en subastas los últimos años. Otro de los ejemplos de la "silla del amor" se expone en el Museo del Sexo en Praga.

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