A Luis Bermejo le molesta el sol de las seis que resbala por la plaza del Dos de Mayo. Se acurruca en una sombrita -entre los hombres con cerveza y los niños con patín- y se pide un café que dejará entero. Tiene la mirada limpísima -como íntegra, recién enjabonada- y cuando la conversación le arrebata o le indigna, golpea muy breve la mesa y tintinea la cucharilla.

Es el actor total: varón sencillo pero intérprete feroz, extremista sólo en el arte, mesurado en la vida. Animal teatral -El Rey, El minuto del payaso- y cinematográfico -Magical girl, Kiki, el amor se hace, Días de fútbol-. Sabe, como esa Momo que le acampa en la mesilla, que “el tiempo es vida y la vida reside en el corazón”, cree en las conquistas lentas pero seguras, en inventar espacios para hablar y para pensar -ahora que hemos olvidado lo importante-, en arrancarnos las herencias conductivas y en parlotear menos sobre la libertad y empeñarnos más en practicarla.

No-es-el-payaso-de-Gürtel. Ese sambenito envenenado que le colocaron ciertos medios le ofende: actuó en dos cumpleaños de Ana Mato y testificó en el juicio. “Qué se han creído. Llevo veinte años trabajando en esto. Me ha costado mucho”. Es de los pocos españoles que ha leído El Quijote, y varias veces. Más: lo lleva dentro. Con la nobleza, el idealismo y la bravura flaca. Al fondo del ojo azul se le intuye la adarga antigua.

Es usted El Rey en el Teatro del Barrio. ¿Cómo es Juan Carlos I, qué ha entendido de él interpretándole?

Yo me he podido asomar un poco, por una mirilla pequeña, por esta función que se llama El Rey. Alberto San Juan me ha dado la posibilidad de acercarme a Juan Carlos I con total libertad. Me he leído algunos libros sobre Juan Carlos, y recomiendo uno que se llama Conversaciones con el Rey, de José Luis de Vilallonga. Me llamó la atención que en el texto de Alberto hubiese extractos literales, de la boca del Rey, de esa conversación. Entre ellos, por ejemplo, hablando del 23-F, el rey Juan Carlos dice algo como “la gran revelación de aquella noche fue la madurez de todos los españoles. Todos comprendieron que el menor desorden en las calles sería la excusa perfecta para los golpistas, así que todos permanecieron en sus casas, nadie se movió”. Eso lo dijo Juan Carlos, no se lo ha inventado Alberto. Ésa y otras perlas que andan por el texto.

Tú me preguntas que cómo es Juan Carlos I… siempre entendiendo que el espectáculo es más satírico que paródico, siempre le he interpretado con absoluta humanidad. Es un tipo que con diez años le traen a España, prácticamente le dirigen su carrera para ser un potencial rey de España, al final lo es y al final sirve a los intereses de quienes le trajeron, lógicamente, porque le han construido para ese fin. Entonces, ¿qué he entendido yo de Juan Carlos I? He entendido que debe ser muy duro levantarte un día y decir “me han dirigido la vida”. No sé si él llegará a esa conclusión. Un hombre que siendo un adolescente mata a su hermano y carga también con ese peso… su padre en el exilio… entonces, quiero decir, hay un contexto no sólo social, sino personal, que yo creo que le determina a él como persona.

¿Nunca llegó a ser autárquico, ni después de la muerte de Franco?

No.

¿Siempre tuvo la losa de la herencia franquista?

Sí. En estas conversaciones que te digo, cuenta cómo Franco le pide que preserve la unidad de España. Es un tipo ligado al franquismo, claro, es así. Y él es responsable de la continuación del franquismo en España. Es así. ¡Si nos queremos inventar otro rey… pues nos lo inventamos! (Ríe). Quizá otro rey de cuento de hadas… pero no lo es. Es un tipo que es cómplice de muchas cosas que pasaron y cómplice y responsable de muchas cosas que han pasado después.

¿Como por ejemplo?

Toda la cuestión del caso Urdangarín, oficina Nóos… creo que él tiene algo que ver. Creo que debería, no sólo él sino también su hijo, deberían salir ahí y explicarnos.

La justicia es igual para todos”, dijo en aquel discurso de Nochebuena.

Parece que no. Lo estamos viendo, no es igual para todos. Y en ese sentido, yo me he podido acercar a la monarquía con este espectáculo, y a día de hoy la conclusión que saco es que no sé qué cuestiones… qué de favorable tiene la monarquía en el momento en el que vivimos.

El actor Luis Bermejo. Moeh Atitar.

Decía en la obra que su idea de reinado era intentar que los “vencedores de la guerra civil no se convirtiesen en los vencidos de la democracia” y que “la idea maestra de su política era conseguir que nunca más los españoles se dividan en vencedores y vencidos”. ¿Lo consiguió? ¿Ya no hay dos Españas?

Este hombre ha asumido un discurso que venía de donde venía y le ha dado la vuelta. Supongo que sus relatores, la gente que está a su lado, le han ido sugiriendo el cambio polisémico de algunas cuestiones, pero es quien es y ha hecho lo que ha hecho. No se mueve. No se mueve. En cuanto a lo de las dos Españas, son, somos los ciudadanos los que hemos conseguido el estado en el que estamos. Él ha posibilitado que los poderosos que estaban en aquel momento sigan siendo poderosos ahora. Eso es lo que ha hecho.

¿Se refiere a las familias poderosas del franquismo que siguen siendo poderosas?

Sí. Yo no siento que el rey represente algo que parara el 23-F. Esos son cuentos chinos. A día de hoy, que estemos hablando de esto, me parece un poco marciano. Igual luego hay mucho monárquico, pero rascas un poco y dices “¿monárquico de qué?”.

¿Cree que en un plebiscito monarquía-república saldría monarquía?

Ahora porque se ha apagado un poco el fuego del caso Nóos, pero si hubiésemos preguntado en ese momento la gente hubiese dicho no a la monarquía. Como todo. Habría picos y tal. Pero yo creo que la gente no es monárquica. Por naturaleza, además. ¿Quién se siente respaldado por un rey que no marca ninguna dirección? ¿Cuál: moral? No. Ninguna dirección de vida.

¿Le vino bien al rey emérito el alzhéimer de Adolfo Suárez?

Claro, tener al lado a una persona importante a la que se le va la memoria… tú puedes decir cualquier cosa sobre él, porque no va a estar él para poder rebatirlo. Claro que le vino bien, porque su principal aliado pierde la memoria. ¡Hostia! Qué suerte ha tenido el rey con este tema, con el alzhéimer de Suárez. A ver, está claro que no soy monárquico y que desde luego esta monarquía es paralizante. Nos está como frenando. Deberíamos hacer algo. Que pase algo.

¿Qué pasará en 50 años?

Qué buena pregunta. Habría que preguntársela a Gabilondo, con este programa que tiene de Cuando yo no esté… en 50 años yo tampoco estaré, pero creo que si todo sigue al ritmo que la tecnología está marcando, los reyes ya no harán falta. Los reyes son ya otros. Apple, Movistar, Zara. Esos son los reyes. Estos son como para maquear un poco. No sé, un poco de escaparate, de cartón piedra.

¿Cree en el éxito de la Transición?

Sí, yo creo que hubo cosas exitosas. La pregunta es por qué le cuesta tanto a algunos hacerse autocrítica.

Kiki, el amor se hace. ¿Tenemos que sentirnos culpables de nuestras filias sexuales? ¿De qué dependen?

No hay que sentirse culpable en absoluto. Hay mucho que liberar aún, y me incluyo. Me recuerda a una pregunta de cuando hacíamos Marat / Sade. Algo así como: ¿qué hay que salvar, la ciudad o al ciudadano? Yo creo que hay que liberar al ciudadano. Si tú interiormente te sientes libre, podrás afrontar determinadas cuestiones con esa libertad. Hablamos mucho de la libertad, ¿no? ¿Por qué será?

La estamos mentando a ver si aparece.

Claro, igual aparece por aquí con unas alas…

El actor Luis Bermejo.

¿Cuándo ha sido la última vez que se ha mordido la lengua?

Pues mira, a veces estoy en el terapeuta y digo “joder, por qué estoy yo aquí y veo tanta gente… todos estos corruptos, el Ignacio González… ¿por qué no han ido a terapia ellos?”. Nos hubiéramos ahorrado todos muchísimo. Uno tiene que seguir conociéndose y saber que está la palabra para comunicarnos pero hay un montón de energías más, inconscientes, que están ahí, que te pasan cosas y que hay muchas herramientas para ayudarte a seguir adelante, y la terapia te lo brinda.

¿Hay terapia para la cleptomanía, en el caso de Ignacio González?

Ojalá. Aquí me viene como un punto de morderme la lengua. Quién no ha deseado que a Ignacio González  no sé, no sé… (chasquea la lengua) que le metieran un palo por el culo (risas). Mira, ese mismo día que sale de lo de Ignacio González, me entero que la madre de un amigo que tiene que operarse y está en una lista de espera de no sé cuántos meses. ¡Eso es injusto! ¿Para eso está ahí el rey de España? ¿Para permitir que estos corruptos sigan ahí? Y sobre todo los casos más flagrantes. Porque además a los que roban poco, se llevan, no sé, 1.000 euros, o hurtan, si les pilla igual les cae una buena, ¡pero a estos no! No tienen perdón. Lo siento mucho. Una cárcel para toda la vida, pero además que estén en cárceles frías, no calentitas…

No como Isabel Pantoja.

Claro, no, no, no. En cárceles frías, no digo gélidas, pero frías, y que vean lo que han hecho. Es que creo que Ignacio González quería más. Las cosas que leo de él… venga a acumular, acumular, acumular dinero. Es terrible. ¡Nos hemos ido! (Risas).

Sí, le preguntaba por las filias sexuales.

Yo creo que hay que liberarse de cualquier trampa que nos hagamos a nosotros mismos de pudor, de miedo, “esto que me pasa es una enfermedad”… no, no estás enfermo. Que alguien se excite, como me pasaba a mí en la peli, con su pareja dormida… yo después de la peli he conocido a gente que le pasaba eso. Bueno, o te puedes excitar viendo a tu pareja llorando. El tono en que Paco León lo hizo era muy humor, muy amable. Es un genio, no cabe la menor duda. Desde aquí que ojalá vuelva a trabajar con él y se aprende muchísimo con él.

Con esto de las filias, pues… yo qué sé, lo que conviene es hablar, lo que necesitamos es tener espacios para hablar. Esto que tú y yo estamos haciendo… me da la sensación de que no es habitual, de que no hay espacios para hablar y no hablemos de espacios para pensar. Por eso creo que también la terapia es buena, porque es un espacio que te dedicas a ti mismo a la semana para pensar. En el arte, la televisión o el cine no hay tiempo tampoco, y se supone que es el espacio más adecuado para que ocurra eso y no hay tiempo porque hay que resolver. Ya lo decía Fernando Fernán-Gómez, que no hay tiempo para pensar..

Raúl en Allí abajo. Personaje transexual. ¿España es tránsfoba? ¿Por qué el catolicismo y los sectores conservadores no entienden la transición sexual?

Hombre, yo que soy de una educación muy pesada y con unos límites duros, con un orden medio castrense…

Medio militar.

Sin medio, militar. Sí, porque mi familia es militar, te digo. Lo importante, creo, es seguir averiguando de uno mismo, y luego si tú te conoces a ti mismo y eres capaz de escribir tu propia biografía, con autocrítica… te vas conociendo y vas viendo dónde te han metido a ti la garza. Y todos los sectores conservadores, católicos, toda la Iglesia ha querido tener siempre controladas las pulsiones y las inclinaciones sexuales de todos los ciudadanos. Yo he vivido los estertores del franquismo y allí nadie decía nada. Me acuerdo de ir al colegio y mis padres decirle a los profesores “bueno, si le tiene que dar un cachete, se lo da”. ¡Tenían permiso! Y no decían cachete, eh. Lo he suavizado. ¡Tenían permiso del Estado, o no sé de quién, qué autoridad moral… pero eran muy cabrones!

El actor Luis Bermejo. Moeh Atitar.

Nadie tiene el derecho de decidir cuál es tu inclinación o tu identidad sexual, nadie. Esta mañana me han contado el caso de un amigo ya mayor que quiere hormonarse y cambiarse el sexo. Se llama Abel y y quiere llamarse Abril. ¿Por qué no? Mi pregunta es por qué siguen empeñados en esa especie de conservadurismo, ese diablo interno. Si tú visitas conventos o monasterios y ves cómo vivían y cómo siguen viviendo los monjes de clausura, te das cuenta de que están alimentando como a seres internos y peligrosos. Aparte, es que en España hemos tenido ¿cuántos siglos de Inquisición? Todo eso pesa en la iconografía. Si vas a terapia, sabrás lo que son los introyectos, que son como mensajes subliminales que están por debajo, y están ahí cuando te preguntas ¿por qué hago esto?

A mí me pasa mucho -esto es una confesión- que tiendo interpretar las caras. Haces un gesto, abres la boca, pones una mirada, y pienso “no le está gustando una mierda lo que estoy diciendo”, “le está pareciendo horrible”… bueno, pues eso tiene que ver con un introyecto que seguramente mis padres me han mandado callar en determinadas circunstancias: “Cállate tú, que no vales para esto”. Todo eso nos configura. El trabajo de ir identificando todas estas cosas es importante. A veces te ves y dices “estoy haciendo algo que haría mi madre”…

Herencias.

Herencias de conducta. Es terrible que eso no te deje evolucionar ni crecer como persona.

Entonces, ¿cuándo van a nacer en España hombres libres?

Acabas de hacer una pregunta maravillosa. Me ha recordado como a mí de niño y a una niña acercándose y diciéndome “¿cuándo van a nacer hombres libres?” (risas). Yo creo que será poco a poco. Igual hay ahora sectores que quieren un cambio radical de la situación… pues igual no tiene que ser tan radical, sino ir conquistando parcelas poco a poco. Si pensamos que la monarquía no es lo que más nos representa, hagamos que poco a poco vayamos desvelando qué pasa. Si pensamos que el Partido Popular es el partido de la corrupción, que lo pensamos todos, ¡bueno! Lo paradójico es que se les vote. Para que nazcan hombres libres en España hace falta mucha terapia. A muchos gobernantes y a mucha gente de la calle. Habrá que decirles “tú, tú, tú, ve a terapia; deja de tapar y ve a terapia”.

Nacerán hombres libres también cuando nos acerquemos a la naturaleza. Cuando vayamos al campo. Creo que ahí también está la libertad. En mirar de frente y no tener miedo.

¿Cuál es el “ha enseñado las tetas” de los hombres? ¿Hay algún homólogo en la actitud masculina que se criminalice o se comente tanto como los desnudos de las actrices?

Me viene ahora una imagen… hace poco he ido a ver una obra de teatro estupenda, Furiosa Escandinavia, en El Español, y en un momento uno de los actores se ponía en pelotas y se le veía el pene. Además en esas circunstancias en las que se te queda el pene como un pincho de gamba. El frío, la tensión… en ese sentido, yo pienso lo mismo cuando veo a una tía en bolas que a un tío en bolas. Pienso “¿cómo ha llegado hasta aquí… quién le ha dicho…?”. Me saca de la obra. No me transporta a un momento erótico. Cuando el hombre saca la polla, es el homólogo de una tía en bolas.

¿Cree que para la opinión pública es igual?

No, hablo de mí, de lo que significa para mí. Son dos cuerpos desnudos. Ahora, para nada: la mujer se sigue utilizando como objeto sexual, se sigue manipulando su cuerpo. Sigue siendo un escándalo que te pidan desde las televisiones que enseñes más teta, pero claro, ¿quiénes son los responsables, qué hacemos contra eso? Los responsables son esos ejecutivos.

Ayer veía una serie, Casa de papel, en la que sale Úrsula Corberó. Y había un plano absolutamente innecesario en el que ella se levanta de la cama, va a la puerta y la cámara le mira el culo y lo amplía.

¡Sí! Lo vi. Pienso lo mismo que tú. Es gratuito. A mí me llamó la atención eso, que la cámara, que podía haberla seguido a ella, hace ¡pum!, y le mira el culo mientras va a la puerta. En ese sentido es verdad que los hombres no estamos igual. Aunque bueno, hay a quienes de repente le desnudan el torso o le buscan un doble con el torso más fornido para fotografiarlo.

Efecto Mario Casas.

Sí. A mí me gustan los cuerpos normales, con su barriguita. No sé, ¿sabes? Yo recuerdo cuando empezaba a ver cine, y recuerdo aquello del cine italiano, y la mujer española… me enamoraban las curvas. Y reconozco que soy también fetichista del vestuario. El desnudo no me parece nada necesario. Estamos en una época en la que nos toca revisar muchos micromachismos, y yo mismo me reconozco a veces en introyectos.

Como todos y todas.

Me pregunto también, con el tema de dejar pasar a una chica o no, dónde queda la figura del caballero, yo que soy muy quijotesco. Tendremos que redescubrirlo entre todos, tendremos que redescubrir el erotismo masculino, también. Porque es verdad que hay mucha lencería y muchas prendas femeninas, pero masculinas… sólo un taparrabos que a mí me queda fatal (risas).

¿Alguna bandera que no le dé vergüenza colgar en su balcón?

Yo quitaría todas las banderas. Todas, fuera, todas. Cero. Yo cuando tenía mi terracita ponía mis plantas… colgaría toallas para que se sequen, pero no banderas.

¿Tendrían PSOE y Ciudadanos que haber apoyado la moción de censura propuesta por Podemos hacia el PP?

Sí. Sobre todo el PSOE. Lo que están haciendo es… mira, acabo de ver ahí “Dia; regálale tiempo”. Les están regalando tiempo. A ver qué pasa. ¡Que pase algo! Estamos como que nos da miedo… “que van a venir los rojos por la sierra”, como pasaba en mi pueblo. “¡Vienen con cuernos y rabo, ya verás!”. Ya verás, qué. No ha pasado nada. Yo estoy releyéndome Momo y creo que a los del PSOE les diría “léete a Momo”, porque los hombres grises son los del PP. Ahí se explica todo. Y para determinadas cosas, seguiría a la tortuga Casiopea, y que ella me lleve media hora por delante… y sobre esto que hablábamos antes hay un libro que te recomiendo que se llama La biografía del silencio, de Pablo D’Ors. Es para tenerlo en la mesita de noche. Tengo ése, Momo y una novela llamada Nemo sobre un tipo que se va a un pueblo y no habla. Hay mucho ruido y tenemos que encontrar espacios nuevos para hablar, comunicarnos.

¿Qué más tiene que hacerle el PP a España para que deje de votarle?

El PP, como te decía, es como los hombres grises, y quieren absolutamente todo el tiempo. Y con el beneplácito de la monarquía, habría que decirles: mira, vosotros no servís para nada, estáis aquí para servirnos a nosotros. ¿Qué más puede hacer el PP? Montar una dictadura, a las claras. Y repartir leña a tope.

¿Qué cree que puede hacer un payaso contra la corrupción del PP, usted que ha actuado para Ana Mato?

Antes me has dicho lo de morderme la lengua, ¿no? Y ahí me mordí la lengua, por ejemplo, porque dije “no voy a entrar en el juego de determinados periódicos y determinados periodistas” que me parecían que hacían un periódico de baja calidad, muy chato. Entre ellos, la SER, que me vendieron como “el payaso de la Gürtel”, sin llamarme a mí.

El actor Luis Bermejo. Moeh Atitar.

Me parece muy ofensivo.

El Mundo puso fotos de mi espectáculo de El minuto del payaso que nada tiene que ver con las dos actuaciones que hice en casa de Mato. El periodista de El Mundo que me entrevistó, me dio a entender algo así como “a ti te va a venir bien esto”. Ahí me mordí la lengua. Pero tú qué te has creído. Llevo 20 años trabajando en esto, me ha costado mucho… he estado currando en el Retiro, he hecho un montón de bolos, y también muchas animaciones y entre ellas he actuado en el cumpleaños de Ana Mato. Todos tenemos un pasado.

No es una vergüenza, es un trabajo.

Para nada, pero me mordí la lengua porque a alguno debería haberle dicho lo chato que era en su información, y que me había ofendido.

¿No han entendido aún que actuar en dos fiestas de Ana Mato no es ser el payaso de la Gürtel?

No. Además, era todo tan manipulado… hasta en El Intermedio, vi una noticia como si dejaran entrever que el payaso hubiera tenido que ver, como que le pagaba la Gürtel… ¡pero por favor! Quiero decir: si quieres saber algo, me llamas a mí y me preguntas a mí. A mí no me ha pagado la Gürtel, me ha pagado Special Events, que en aquellas era una empresa donde había una secretaria que se llamaba Ana Amor. Yo trabajaba en el Retiro, y ella vino a vernos, le gustó y nos llevó allí, no me jodas. Todo es muy marciano, como surrealista. Yo tengo pendiente hacer algo.

¿Qué le gustaría hacer para responder?

A ver, yo ya tengo un payaso, y la indignación que siento la cuento a través de ese payaso. No sé qué hacer, pero desde luego me gustaría contar en un pequeño monólogo, en una pieza corta, todo lo que he sentido. Sobre todo con la prensa, porque he sentido en mis propias carnes la manipulación. Si alguien quiere saber algo, ¿por qué no me llama? Además, ¡que a nosotros nos pagaron como 200 euros por ese bolo! Fuimos dos veces, ¿qué sumaba? El confeti era otra cosa, otra empresa. Ya es marciano que te llame a declarar la justicia. Pero hombre, por favor. Yo fui dos veces a la Audiencia Nacional. Y había un abogado que se me quedó mirando en el pasillo y me dijo “oye, tú eres actor, ¿no? Pero, ¿qué haces aquí? Si anoche te vi en una película en mi casa...”. Estaba flipando. Y a una policía le pasó igual. ¡Ellos mismos estaban sorprendidos! Sí, he trabajado de payaso y con mucho orgullo.

Además, que en un momento dado me viene mal, porque yo tengo bolos e imagínate que algún programador… de El Rey por ejemplo hay bolos que se han caído. Luego casi siempre son cuatro y no queda en nada. Lo más que nos ha pasado fue en Valencia, cuatro chicos con un megáfono y un móvil poniendo música militar y gritando en los camerinos “¡Comunistas! ¡Rojos, cabrones!”. Que sales y dices: ¿por qué me insultas, te he caído mal? ¿Quién te manda estar aquí? A lo mejor es una convicción personal, pero lo dudo, porque tenían como 16 años. No sé quién anda por ahí molestando. ¡No molestes! (Risas). Yo soy más simple. Lo digo en El minuto del payaso: la vida es simple, o eres Augusto o eres Carablanca. O das la hostia o la recibes. Yo soy el que la recibo.