Venecia

El cine de Quentin Tarantino está lleno de momentos inolvidables que han pasado a la historia. Su mente es una coctelera donde se mezclan influencias, estilos, géneros y una pasión por cualquier tipo de película. Desde la serie B al cine asiático pasando, por supuesto, por el spaghetti western, su preferido. A las películas del oeste rodadas en Italia en la década de las 60 les ha dedicado homenajes constantes, tanto de forma explícita en películas como Django desencadenado o Los odiosos ocho, como en guiños como el de Érase una vez… en Hollywood, donde el personaje de Leonardo Dicaprio se convertía en una estrella del spaghetti.

Pero si hay un director que Tarantino reivindica una y otra vez es a Sergio Corbucci. Mientras que casi todo el mundo menciona al otro Sergio (Leone), para Tarantino Corbucci es el autor de referencia absoluta. Un maestro que no tiene el reconocimiento que merece y al que reimagina una y otra vez en su cine. ¿Se acuerdan de la escena de la oreja cortada en Reservoir Dogs? Uno de los momentos más únicos del Hollywood de las últimas décadas, con ese violento momento a ritmo de Bob Dylan. Bueno, pues ahora vean el filme Django, dirigido por Corbucci en 1966 y verán esa misma escena en un western décadas antes.

Pero hay mucho más, empezando por el título de una película, Django desencadenado, que bebe literalmente del cine de Corbucci para, con sus mimbres, crear una obra personal. O el rodar una del oeste en la nieve como hizo Tarantino en Los odiosos ocho -con música de Morricone- y que Corbucci había realizado en El gran silencio.

El primero que lo reconoce es Tarantino, que siempre dice que su cine está hecho de retazos del de otros: “Robo de cada película que se ha hecho; robo de todas partes”. De todas sus influencias lde Corbucci es una de las más grandes, de hecho, lleva años preparando un libro sobre el director que pensaba llamar, precisamente, El otro Sergio. Muchos de sus conocimientos e ideas sobre el realizador italiano se han plasmado en el documental Django & Django, que se ha presentado en el Festival de Cine de Venecia, donde ha sido recibido con grandes aplausos.

El director del documental, Luca Rea, ha reconocido que casi todo lo que hay es gracias a Tarantino, el gran defensor de Corbucci, que da una master class en menos de hora y media. Él abre el filme contando una escena que nunca se vio de Érase una vez… en Hollywood, donde Corbucci se convertía en un personaje más. A partir de entonces empieza a desmembrar al director y cuenta varias de sus claves: la violencia, la sangre, la crueldad…

Un filme realizado con un material de archivo inédito y precioso donde se ven los rodajes de Corbucci, varias entrevistas suyas, y que también sirven para entender la importancia del spaghetti western en una industria que movió millones. 150 rodajes al año se realizaban en escenarios donde incluso se solapaban las producciones. Los caballos de una película podían escaparse y aparecer en una escena de otra y no pasaba nada.

Lo he descubierto luego. En Mercenarios y Compañeros lo empecé a entender, vi cual había sido su historia personal, que combatió siempre el fascismo y que todas eran políticas

Con testimonios de Ruggero Deodato (asistente de dirección en 'Django') y Franco Nero (actor favorito de Corbucci) que ha acudido a Venecia donde ha compartido recuerdos de aquellos rodajes y ha abordado uno de los asuntos más interesantes que plantea el documental y que es una hipótesis desarrollada por el propio Tarantino, y es que todo el cine de Corbucci era tremendamente antifascista, una respuesta a una infancia en la que cantó incluso en el coro del partido fascista italiano, para el que trabajaba su padre, que cuando llegaba a casa escondía avergonzado su uniforme.

Su cine se centró en defender a los oprimidos contra villanos dictatoriales y fascistas. Algo que confirmaba desde Venecia el propio Nero, que agradecía al director haberle brindado su primera oportunidad y que subrayaba que "en Django los opresores son los mexicanos. En Salario para matar, polacos. No existe un héroe como tal, porque el héroe esta cautivo". Fue Corbucci quien le convirtió en una estrella con apenas 20 años, y hoy aseguraba que entonces no se dio cuenta de lo políticas que eran aquellas obras.

"Lo he descubierto luego. En Salario para matar y Los compañeros lo empecé a entender, vi cual había sido su historia personal, que combatió siempre el fascismo y que todas sus películas eran políticas", explicaba. Un precioso homenaje en forma de documental que reivindica a un director que siempre ha vivido en un segundo plano y que ya es hora de ponerle a la altura de otros grades nombres.

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