152 millones de niños que deberían estar en la escuela se encuentran trabajando en todo el mundo. Son cifras oficiales. El trabajo infantil es un problema que en muchos países se convierte en una lacra. Mafias, explotación, maltrato… Un drama que normalmente no sale en las noticias… Ni en el cine. De vez en cuando alguna película decide poner su mirada en asuntos como este, pero siempre existe un riesgo muy grande: el de caer en el sentimentalismo, en eso que la crítica sesuda llama porno miseria.

Es una línea muy fina. La diferencia entre querer denunciar y meter el dedo en el ojo se puede pasar fácilmente. Y no por mala intención, al revés, se hace con la buena intención de denunciar y conmover. Lo complicado es lo que hace Majid Majidi en la maravillosa Hijos del sol, un filme que se viste de película de aventuras para hacer una denuncia del trabajo infantil y de las condiciones en las que vive un grupo de amigos que lidera Alí, un chaval de 12 años que sobrevive haciendo trapicheos y tareas en un garaje.

Un día reciben un extraño encargo, buscar un tesoro oculto bajo tierra. Para conseguirlo deberán apuntarse a la Escuela del Sol, una institución que educa a niños de la calle. Una fábula que juega con la ironía de que esto chicos consigan llegar al colegio, donde deberían pasar sus días, sólo porque estén buscando un tesoro para poder tener mejores condiciones de vida. Majidi consigue hacer denuncia social y conmover pero sin perder su enfoque de película de aventuras. Como si Ken Loach hubiera hecho una versión de Los Goonies.

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Una honestidad que no había en Slumdog Millionaire, con la que muchos compararán Hijos del Sol. En la película de Danny Boyle, además de su estilo excesivo, se notaba la mirada de un extranjero a la India. Embellecía lo que mostraba y todos acababan cantando ese Jai Ho. Majidi sabe de lo que habla, no lo estiliza, y consigue un filme que parece una fábula de Dickens moderna. Una película que nace del compromiso del autor. “Cuando se piensa que los niños y la juventud son el futuro de cada país, hay que poner en marcha medidas para protegerlos, los gobiernos tienen que cooperar para dar a esos niños una vida de niños, una educación y un ambiente favorable para desarrollarse, crecer y tener los medios necesarios para reconstruir el porvenir de su país”, explica Majid Majidi a EL ESPAÑOL.

La infancia, especialmente la robada por las condiciones y la pobreza, han centrado buena parte de su filmografía. De hecho, él fue el primer iraní nominado al Oscar a la Mejor película de habla no inglesa gracias a Niños del paraíso. “Es verdad que mis obras se han consagrado al mundo de la niñez. Por una parte, es porque considero que la generación de los niños es la generación que más me interesa y me preocupa porque constituye el futuro de cada sociedad y cada pueblo. También porque con su belleza, con su aspecto de inocencia y de delicadeza es más fácil tener un impacto y sensibilizar a los espectadores sobre asuntos como la pobreza”, dice con contundencia.

En Hijos del sol brillan sus jóvenes protagonistas, que emocionaron a la mismísima Cate Blanchett en el pasado Festival de Venecia. Trasladan la verdad de quien ha vivido lo que cuenta. El director buscó a niños que “realmente fueran trabajadores infantiles”. “No era posible que esto lo pudieron hacer niños actores. Fue un proceso muy largo, vimos 2.000 o 3.000 niños. Finalmente elegimos a estos hermanos afganos que son niños trabajadores”, explica sobre esta complicada tarea.

“Fue al mismo tiempo un proceso muy interesante, porque vimos el talento y le potencial de estos niños que pasan su vida tratando de sobrevivir en las calles, pero si se les da la oportunidad de mostrar su potencial, vemos los talentos maravillosos que tienen. De hecho el protagonista ganó el premio Marcello Mastroianni en Venecia, que es un premio con el que sueñan muchos actores profesionales, y él lo ganó sin formación. Estamos muy contentos de haber encontrado a los niños apropiados para los papeles”, añade Majadi.

'Hijos del sol'.

Un canto a la infancia y a su importancia, a esos niños que él cree que son “el capital más valioso de cada país”. “Por eso hay que dar la atención suficiente para educar a estas nuevas generaciones y darles la oportunidad de desarrollar su propio país. Sabemos que cuando los niños no tienen todo lo suficiente, sobre todo los niños vulnerables que por la precariedad en la que viven tienen que someterse al trabajo y a muchos abusos por parte de los adultos, la ignorancia en la que viven les pone en una situación peligrosa”.

Hijos del sol mira al futuro y al problema de la educación, que repercute también en asuntos tan graves como el terrorismo: “la educación que se da a estos niños vulnerables es imprescindible para que no aparezcan fenómenos políticos como el Daesh, que pueden contaminar al mundo entero solo a través de la ignorancia de estas generaciones y de los abusos cometidos hacia ellos. Sin una falta de conciencia y de posibilidades de sobrevivir, se cae en el Daesh. Por eso hay que dar todas las atenciones necesarias a los niños”.

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